09. PERSUACIÓN

COLTON GUILMORE

“Se han acostumbrado. Al principio derramaron unas lagrimitas, pero después se acostumbraron. ¡Miseria humana! A todo se acostumbra uno.”
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.

—Adelante hijo, siéntense —Dice Leo alegremente.

Evan y yo tomamos asiento frente a su escritorio

—Sé que hay malas noticias pero primero déjenme actualizarlos yo —Sonríe muy animado —. Lo haremos en cuanto haga cantar al puto espía de Meyer.

— ¿Espía? —Pregunta Evan

—Así es, necesito saber que tanto sabe ese idiota —Dice Leo tomando tono serio —. El cabrón siempre buscando joderme.

— ¿A quién tienes interrogándolo?

— Ancel

Suelto un suspiro. Esta es mi oportunidad.

—Puedo ocuparme de eso, Ancel es lento —Digo buscando algún argumento que sirva —. Si Meyer está involucrado hay que saber cómo actuar.

—Siempre tienes razón hijo, encárgate de eso. Cuando acabes mátalo, odio a los soplones.

Asiento levemente.

—En cuanto a los Kent, Greco acaba de informarme que tiene una junta con ese bastardo hoy, necesito que lo saquen del país cuanto antes. Es mejor actuar cuando se encuentre fuera.

—Entiendo.

—Ah, ya váyanse. —Dice haciendo un ademan con la mano —. Cuando el pajarito cante ven inmediatamente.

Sin decir nada nos ponemos de pie y salimos.

—No entiendo porque lo harás tú

— ¿Algún problema?

—Caray hombre —Responde Ancel divertido —. Está adentro.

Estamos en la casa de seguridad de Leo, por lo menos seremos discretos.

Abro la puerta y bajo las escaleras con pesadez. Cundo llego a la silla me detengo a observar al hombre en ella.

—Soy Colton —le quito la venda de los ojos —. ¿Cuál es tu nombre?

—Vaya que gran honor —Responde el hombre divertido —. Se sincero ¿Pensabas intimidarme solo con decirme tu nombre?

—No necesito intimidarte.

—Yo creo que sí, niño bonito, porque de otra manera no hablaré.

— ¿Cuál es tu nombre?

—No.

— ¿Por qué te envió Meyer?

—Te.

— ¿Quieres jugar?

—Incumbe.

Con rapidez saco mi veintidós y disparo a su rodilla. Él se dobla del dolor y  da un grito ahogado mordiendo su labio inferior. Me acerco a él y meto el pulgar en la herida, jugando dentro de ella. Cuando se desmaya le quito el dedo y aprovecho para quitarle la ropa sin que se resista. Cuando queda solo en sus calzoncillos lo abofeteo con fuerza. Una, dos veces.

— ¿Cuál es tu nombre?

Cuando ha despertado se ríe a carcajadas.

—Leandro —Se interrumpe por su risa —. Un gusto Colton.

— ¿Cuál es tu encargo?

— ¿Mi encargo? —Pregunta con aire inocente —. Creo que me confunde señor.

Sin miramientos vuelvo a meter el pulgar en la herida de bala.

—Bien, bien —Apenas y le entiendo —. Basta.

Me alejo limpiando la sangre de mis manos.

—Habla.

—No lo sé viejo —Rompe en risa nuevamente —. La chica. Meyer la quiere.

— ¿Por qué?

—Meyer la quiere en su colección —Dice tratando de disimular el dolor —. Dame agua por favor.

—Con gusto.

Lo tomo con fuerza de los brazos llevándolo al baño. Una vez adentro lo meto en la bañera vacía, levantando su cabeza la cubro con su camisa y abro el grifo para que le dé directamente en la cara. Haciéndolo tragar y toser agua.

— ¿Por qué quieren a la chica?

—Para joder a Goyolarte —Responde entre su ataque de tos.

— ¿Qué planean hacer con ella?

—Cuidarla.

Vuelvo a cubrir su cabeza y abro el grifo. El comienza  revolverse de nuevo.

—Dime cuando tengas suficiente.

—Es enserio —Responde en cuanto su tos se lo permite —Nadie se atrevería a hacerle daño a la chica, no sin antes matar a su padre.

— ¿Por qué quieren muerto a su padre?

—La pregunta es estúpida

Vuelvo a cubrir su cara.

—Espera, espera —responde con la cara cubierta —Meyer y Goyolarte tienen su historia

— ¿Cómo entra Kent en eso?

— ¿Quién carajo en Kent? —guarda silencio un momento, después rompe a reír.

Abro el grifo y esta vez lo dejo así hasta que pienso que se ahogará. Lo tomo de los brazos y lo llevo de nuevo a su silla. Tomo las agujas de la mesa metálica y acerco una silla para estar a la altura de él.