La primera vez que sostuve su mano, recuerdo lo nervioso que estaba y mi sonrisa de idiota que no pude quitar de mi cara cuando sus dedos se entrelazaron con los míos, ella temblaba igual que yo.
La vez que tuve que hablar en público y Nina solo me abrazo y me dijo: "Si sientes miedo, mírame a mí" lo hice, la mire.
Me removí incomodo en la cama, ya no tenía caso, ya no importaba.
Habíamos luchado tantas veces pensando que sería la última batalla, que ganaríamos mientras lanzábamos golpes al aire, resignados tuvimos que comprender que solo sería la última si ya no existía un "nosotros".
Recordé su forma de abrazarme y decirme estoy aquí, no me iré a ninguna parte, su manera de quererme con detalles cada momento sin importar cuán lejos estábamos.
Recordé su corazón valiente empeñado a ver solo lo bueno de todo.
Su corazón inocente, quien no entendía porque latía tan débil.