El salón se ilumina con mayor fuerza por un rayo que ha caído cerca del edificio, el estruendo es tan grande que hace temblar los cristales y asusta a los allí presentes.
María levanta la mano.
— No hace falta que levantes la mano, con hablar sin interrumpir es suficiente. ¿Qué quieres decir?
— Vicente, deberíamos, por caridad humana, quitar el cuerpo de Luis de la lluvia.
Todos se miran entre si queriendo decir algo pero esperando que sea el otro el que lo diga., pero solo es Vicente quien habla.
— Tienes razón María, el cuerpo en el patio esta en una zona visible donde cualquier persona puede verlo y dar el aviso a las autoridades. Habrá que ir a recogerlo y...
— ¿Dónde lo llevamos? — le interrumpe su mujer — aquí no lo traemos, porque te veo venir.
— Bueno mujer solo será unas pocas horas.
— Ni unas horas, ni minutos, aquí no lo traes.
Los demás no dicen nada, ni se ofrecen para recoger el cuerpo de Luis.
— Bueno, Julio, Sebas, Tino , Joaquín — mira para este último y le ve con la cabeza entre las manos dormido. — creo que Joaquín no está para mucho, entre los cuatro podremos traerlo de momento hasta el portal y luego decidiremos que haremos.
— Vicente, yo no me atrevo a tocar a un muerto.
— Ciaro Tino, yo sí, todas las semanas voy paseando muertos. Que esto no es algo que nos agrade a ninguno, pero tenemos que hacerlo entre los cuatro.
Las mujeres no dicen nada, se alegran de no ser incluidas en los que van a mover a Luis.
Todos bajan hasta el portal pero solo los cuatro hombres son los que se dirigen con cabezas gachas hacia el patio.
Arrecia en estos momentos una fuerte lluvia que les da en toda la cara. Vicente comanda la marcha seguido por el resto en fila india. El cielo se ilumina con los rayos que están cayendo.
Los cuatro hombres llegan ante el cuerpo y durante unos segundos no hacen nada, solo miran el cuerpo que tiene la cabeza girada como si no quisiera participar en el traslado. Es Vicente el que los organiza.
— Sebas y Tino lo cogéis por las piernas y nosotros por las manos. ¿Entendido?
— Si — responden todos.
Un nuevo rayo ha caído muy cerca de ellos, demasiado cerca, a apenas diez metros. Uno de los postes de la luz, el que tiene el transformador ha recibido el impacto, y ahora están saliendo chispas como si se tratase de una bengala, toda la zona, calles y edificios, han quedado a oscuras.
El estruendo del trueno y de las chispas del transformador ha dejado helados a los cuatro hombres. Durante un eterno minuto nadie se atreve a respirar. De los edificios colindantes se escucha como las personas suben sus persianas y se oye decir
— Benita, ¿tienes luz?
— Julia, ¿Vosotros también estáis a oscuras?
— Si Manuela, esto es un apagón general. Hay que llamar para que lo arreglen.
— Yo no puedo, no tengo luz en casa.
— No hace falta llamar ya se habrán dado cuenta del apagón, es en todo el barrio.
— Eso es cosa del transformador.
— Si, yo he visto cómo echaba chispas, ha debido caerle un rayo.
Las conversaciones siguen y se repiten con nuevos vecinos que salen a laa ventanas. Vicente habla bajo.a los demás.
— Hemos de hacerlo ya. Con esta oscuridad no nos ven, pero puede que algún vecino baje con linterna, nos vea, y descubra que hay un hombre muerto.
Julio acércate a mi, y vosotros dos lo que os dije, cogéis por las piernas. ¿Vale?
Ninguno responde, pero a oscuras empiezan a moverse. Es tal la oscuridad que tienen que palpar el suelo para encontrar el cadáver. Sebas se ha resbalado y se ha caído.
—¡¡He pisado algo, he pisado algo!!— grita.
— Psssss, calla y levántate. No grites que nos van a oír.
— Pero he pisado algo.
— Agachate y busca las piernas, habrás tropezado con algo.
Así lo hace y al tocarlo se da cuenta que es algo peludo y mojado.
— ¡Es una rata!, dios es una rata.
— Pssss, quieres callar de una vez.
Será el gato, al lado del cuerpo estaba el gato muerto.
— Cariño, tiene razón Vicente, debe ser el gato estaba de tu lado.
— Si, perdón, debe ser el gato, pero a oscuras me dio esa impresión.
Nuevamente todos, que se habían levantado ante el grito de Sebas, se vuelven a agachar y van tocando hasta encontrar el cuerpo de Luis.
— Lo tengo — van diciendo según lo van tocando
— Ya sabemos dónde está, asi que tenemos que agarrarlo con fuerza entre todos y nos vamos al portal. Nosotros iremos delante. Recordar el camino que tenemos que recorrer, hay dos escalones, giramos a la izquierda y cien metros más allá está el portal. Hablaremos suave para que nadie más se entera.
El aire y la lluvia siguen sin dar tregua. Algunos rayos iluminan tenuemente el lugar donde ellos están, por suerte el resto de vecinos de los bloques cercanos ya han cerrado sus ventanas y nadie se fíja en las cuatro siluetas que llevan un cuerpo.
El viaje fue sin mayores sobresaltos. El portal estaba iluminado por las velas que Babi habia bajado. Era bastante habitual que esta zona quedase a oscuras, la línea de la luz tenía muchos años y muchas reparaciones momentáneas que era por donde solía fallar. Ya no saben ni la cantidad de veces que se les dijo que iban a hacer una tirada nueva de la linea y poner unos nuevos transformadores. Era muy normal en esta época no cumplir las promesas dadas en fechas de elecciones.
El cuerpo de Luis es dejado en el suelo del portal, María comienza con sus rezos y los demás ven ahora el cuerpo de su vecino sin ese odio permanente que su sola presencia les provocaba.
— ¿Y ahora qué? — dice Anabel.
— Debemos llevarlo a algún lugar, y limpiar este portal que está quedando desastroso.— responde Marta.
— Llevemoslo a las carboneras — dice Sara antes de que su marido propusiera otra idea peor.
— Es un lugar sucio, oscuro, húmedo...
— Si María, y mil cosas más, pero no es ninguna de nuestras casas, y ya está muerto, nada de eso le tiene que importar.
Editado: 09.06.2021