El trabajo que Gastón había hecho en su edificio era impresionante. Durante los días siguientes, Lucía y Carolina se dedicaron a recorrerlo por completo buscando cosas que les pudiera ser útil, sobre todo ropa ya que al estar en la calle sobreviviendo hacía mucho tiempo que no podían darse el lujo de encontrar algo limpio que ponerse. Sin embargo, los diálogos con el ex policía no eran siempre fáciles, daba la impresión que estuviera todo el tiempo en alerta, incluso en la seguridad del edificio.
Habían notado que la rutina de Gastón era sumamente estricta. Por las mañanas se levantaba siempre al despuntar el día, se ponía su ropa deportiva y hacía ejercicios subiendo y bajando las escaleras del edificio corriendo, luego unas flexiones, abdominales y volvía al departamento a desayunar sus cereales con leche. El resto de la mañana la dedicaba a hacer recuento de provisiones y limpiar sus armas. Al mediodía comía alguna lata de conserva y se sentaba en el balcón con sus vinoculares durante horas y horas. De vez en cuando las sorprendía un disparo, su puntería era impecable y el zombi que aparecía en su mirilla no tenía la más mínima posibilidad. Por la noche, Gastón se aprestaba a dormir luego de tomar una sopa instantánea bien temprano, para al día siguiente repetir íntegramente la misma rutina.
Al principio las dos mujeres se vieron sorprendidas por esto, pero poco a poco fueron acostumbrándose. Tenían un techo donde dormir a salvo de los peligros del exterior, comida, agua y tiempo en abundancia.
Ambas rieron de buena gana y continuaron con lo que estaban haciendo. Se encontraban en un departamento del último piso donde concluyeron que había vivido alguna persona mayor de edad por la cantidad de adornos y cosas viejas que encontraron.
Algunos pisos más abajo, Gastón se encontraba, como todas las tardes, en el balcón mirando por sus prismáticos a la abandonada intersección de Plaza España, mientras pensaba en cómo había cambiado su situación en las últimas semanas. Siempre estuvo solo, aun cuando vivía con sus padres, pero ahora tenía dos personas más que dependían de él y eso era algo nuevo. Se sentía incómodo, pero excitado a la vez, una dualidad que le generaba preocupación. A pesar de ello, tenía sentimientos distintos por ambas mujeres. Por un lado, se sentía profundamente atraído por Carolina a punto tal de no saber que responder cuando ésta, con total naturalidad, le hablaba o preguntaba por su historia de vida; y por el otro, tenía un rechazo por Lucía que ni siquiera él podía explicar, todo lo que ella hacía o decía era inmediatamente rechazado por el ex policía, aunque siempre en su interior ya que el dialogo que tenía con ambas era escaso, muy escaso.
Mientras pensaba en ello, se percató que ahora siendo tres en el edificio, necesitaban una mayor cantidad de provisiones, sobre todo el agua que comenzaba a escasear. Luego de comprobar que lo que tenía almacenado sólo alcanzaría para unos días más, subió a la terraza a comunicárselo a las mujeres.
Menuda sorpresa se llevó cuando vio a Carolina con una bikini que encontró en algunos de los departamentos, tirada en una reposera tomando sol.
Editado: 19.06.2018