La Corona Negra

Capítulo 6

Mirra Gunnhild de Itsasne se enamoró del rey de Herensuge, un hombre de cabellos oscuros y ojos de color vino tinto, quien decoraba su habitación de lirios blancos y flores copo de nieve. Los padres de Mirra nunca aceptaron esa relación, no querían que la sangre de las dos familias se mezclara. Sin embargo, Mirra veía bondad en aquellos ojos maquiavélicos, Vasile nunca fue bueno, aunque su corazón alguna vez perteneció a la chica de ojos grises, su codicia por el poder lo consumió y lo cubrió de sangre inocente.

 

Sira estaba enojada conmigo y no podía solucionarlo, en realidad no me molestaba, necesitaba mantenerme firme en mi posición. Con tanto en mi cabeza, salí a caminar durante el amanecer hasta una pendiente que me permitió ver el océano desde lo alto. Al dar un vistazo en la comunidad de monjes, vi que un gran templo se elevaba en el centro de todas las casas y otro templo antigua, más pequeño, que se encontraba alejado. Algo me atrajo al templo olvidado y decidí dirigirme a él de inmediato.

Mientras caminaba mi mente vagaba al pasado con las paredes de piedra que siempre me rodearon, la ventana en la cima y aquella vez que intenté escalar para mirar a través de ella, deseaba ver el mundo fuera de la torre. Hubo una vez que enviaron a una Tamy para llevar comida a mi celda, ella fue de las pocas personas con las que hablé. ¿Por qué la recordaba ahora? Había sido hace tanto tiempo que ni su rostro recordaba, de algún modo sabía que su expresión era amable y sus ojos estaban plagados de tristeza. Probablemente sentía pena por mi, la niña Sânge encerrada en la torre sin contacto con el mundo. La única comida que supo bien fue la que ella traía, ahora me daba cuenta que seguramente ella me daba cosas diferentes a lo que le entregaban.

Una vez trajo una esponja y me ayudó a limpiarme a través de los barrotes, nunca tuvo una llave, ella no llegó tan lejos. Pero, en esas pocas semanas, me enseñó palabras Tamy y una canción sobre un demonio rojo que volaba los cielos. Un día me preguntó si había algo que quisiera y recuerdo decirle, háblame de lo que hay afuera. Ella me contó sobre su tierra, nunca sobre el reino de Eoghan, porque nuestras tierras significaban libertad mientras Isaura era esclavitud.

 —¿Vas a algún lugar? —Cosmin descansaba bajo la sombra de un árbol, sin notarlo había pasado por su lado.

—He visto un templo —dije sin darle importancia; pero él pareció analizar mis palabras demás y terminó levantándose de la hierba verde y sacudiendo sus manos.

—No creo que te refieras al gran templo, fui anoche y es asombroso; pero, no hay nada allí que me haga sentir en paz, no creo que un dios habite ese lugar y si lo hay, supongo que no tuvo mucho interés en mi visita —mi hermano no lucía tan enérgico como siempre.

—¿Tenemos siquiera un dios?

—No lo sé, mi madre nunca mencionó uno —dijo nostálgico.

—Ella está bien —le dije y él me miró con más confianza —. Escapó.

—Bueno, eso me hace sentir mejor —sonrió un poco.

—Cosmin, cuando esto termine, seamos buenos hermanos.

—Podemos serlo ahora, vamos, te acompañaré a ver el templo —se acercó, tal parece él también se había fijado en ese lugar —. Hay algo que no me agrada de este lugar…

—¿El templo ese o toda la isla? —pregunté con curiosidad.

—Todo, simplemente todo… —me miró por un minuto entero y entonces suspiró con cierto cansancio —. Vamos, tenemos que matar el tiempo de algún modo.

—Cedric no está contigo —señalé, en busca de obtener un poco de información.

—Él va y viene, ha estado hablando con los monjes, espera que le ayuden a salvar su reino —dijo, bastante desanimado. —Ellos no están interesados, no creo que el mundo fuera de esta isla sea realmente su prioridad. Pero, me sorprende que quieran interceder con tu idea loca con Crina. ¿En qué estás pensando?

—Creo que… No sé cómo explicarlo, ¿tienes tiempo suficiente?

—Acabo de hablar sobre matar el tiempo, así que creo que sí. La pregunta es, ¿quieres compartirlo conmigo? Porque si algo he aprendido de nosotros los Sânge, es que preferimos guardarnos todo como si fuera nuestro as bajo la manga —reflexionó al respecto.

—Lo dices por el secreto que guardas —comenté y él me miró sorprendido —. Yo lo sé todo, Cosmin. Verás, un día la mujer de los lirios negros vino a mí… Me habló sobre un futuro diferente, yo nunca le creí; pero, de todos modos acepté sus dones, no quería volverme loca encerrada siempre en el mismo lugar. Por eso, ella puso sus manos sobre mi y de repente todo fue más claro. Lo vi todo, nos vi a nosotros y una gran cantidad de posibilidades.

—Dices que viste el futuro.

—No, los futuros —corregí.

—¿Sabías que vendríamos a este lugar…? —preguntó con curiosidad mientras caminábamos.

—Es un poco más complicado, yo… El problema es que he estado manipulando un poco las cosas y ahora mismo estamos en una variante desconocida —confesé.

—Espera, explícalo desde el principio —pidió.

Eso intentaba, hasta que preguntaste —señalé con cierta burla, me gustaba molestarlo un poco —. El asunto es que casi toda mi vida he visto cosas que sucederían; pero todo estaba estrechamente relacionado con nosotros, pude ver todo lo que hacían y aprendían. Sé todo sobre cada uno de ustedes, excepto Crina, hay espacios vacíos allí…



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En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

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