Después del inconveniente que tuve con aquella rata, todo volvió a la normalidad.
Pasaron las horas de manera extremadamente lenta, en el reloj de pared apuntaba las nuevas y veintidós.
Busque con que distraerme para que el sueño no se apodere de mí.
Sabía perfectamente lo que iba a pasar si dormía.
Volvería al mismísimo infierno, dónde lo único que hay es sufrimiento.
Ese sufrimiento llega a tal punto en que te podrías volver loca y luego quieras terminar con tu propia vida.
Créanme que pensé en acabar con mi vida, por más que no lo haya mencionado o demostrado, ustedes me ven fuerte, pero esas fuerzas que tenía poco a poco se va desvaneciendo.
Admito que necesito un tratamiento psicológico urgentemente.
Aunque no lo sé.
Michelle tenía razón, yo sola no voy a poder con esto, supongo que debería de contar a mis padres sobre esto.
Por más que sea difícil y que seguramente no lo comprenderá.
Siempre supuse que tenía la vida perfecta como de una estrella de Hollywood, pero me estoy dando cuenta que no es así.
Extraño a mi gata Lucy.
Sonrió al acordarme del gato blanco peludo.
Empecé a procesar todas las cosas bonitas que pase antes de esta tragedia.
Dije tragedia porque todo empezó cuando estaba por venir a Carolina del Norte.
Los momentos que había pasado con mis amigas y amigos, compañeros y compañeras del instituto, las fiestas, las salidas de amigas al centro comercial, las pijamadas, los viajes.
Sonríe y me salieron unas gotas de lágrimas.
Me doy cuenta de que no había valorado nada esos momentos y tampoco no lo disfruté como se debía.
Tuvo que pasar esto para que me diera cuenta.
¿Dónde estarán mis padres?
Los necesito.
Lloré desconsoladamente.
Ahora que reflexiono y analizó las cosas, me doy cuenta de lo inmadura que soy con mis casi dieciocho años.
No lo podía creer.
En serio tenía que pasar todo esto para que me diera cuenta.
Sentía mucha importancia.
Cuando por fin logré calmarme, supuse que aún no era muy tarde para reparar algunos errores y aprender de lo que no se puede remediar.
De un momento a otro todas las luces se habían apagado en la biblioteca, el ambiente se volvió algo frío.
Un viento fuerte hizo que una de las ventanas se abrieran de golpe e hizo que me sobresaltara del susto.
Al parecer el clima había cambiado drásticamente.
Me acerqué a la ventana abierta con la intención de cerrarla.
Algo me sujeto de la muñeca.
—No cierres la ventana, por favor, — una voz tenebrosa dijo en súplica. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al escuchar la horripilante voz.
Me quedé muy quieta y no dije absolutamente nada, estaba paralizada del susto.
La mano de aquel ser estaba muy fría.
Intenté alejarme de la ventana, aun sabiendo que la mano de aquel ser desconocido todavía me tenía agarrado de la muñeca, el ser extraño al darse cuenta de mi intención hizo que su agarre fuese más fuerte logrando que me dolieran la muñeca.
—Tengo mucho frío, —dijo el ser desconocido, tiritando.
En un descuido suavizó el agarre y aprovechó esa ocasión para escapar.
El ser desconocido, al darse cuenta de que me liberé de su agarre, emitió un sonido bastante extraño.
Pero le resté importancia.
Tome el cofre y salí de la biblioteca sin rumbo fijo.
Corrí, corrí y corrí, como si mi vida solo dependiera de eso.
Me detuve al tropezar con una rama.
De un momento a otro sentí un fuerte golpe en la cabeza e hizo que me desplomara al suelo, veía todo borroso, sentía un dolor bastante fuerte en la cabeza.
Y último que vi antes de que se me cerrarán los fue a una mujer.
***************************
Escuché voces, no entendía con claridad lo que decían, sin darle mucha importancia, trató de recordar las cosas, pero no recuerdo mucho de lo que había pasado, estaba tendida en el piso cuando intenté levantarme, sentí un dolor insoportable en la cabeza.
Cuando por fin logré levantarme oigo unos pasó acercarse.
Intento buscar un lugar para esconderme u algo, ya que no sabía en donde me encontraba o con qué clase de persona me toparía.
Entré en pánico y quedé ahí parada sin hacer ningún tipo de movimiento.
—Elena, —la voz preocupada de Giovanni resonó por todo el sitio.
Yo aún seguía en un estado de pánico y no podía reaccionar antes sus palabras.
—Me alegra que hayas despertado, —expresó aliviado.
Yo seguía sin decir nada.
—¿Qué fue lo que sucedió?, —interrogó acercándose.
—Elena?!, —dijo preocupado.
—Te encuentras bien? —insistió más preocupado al darse cuenta de que no le estaba respondiendo.
No sé qué me estaba pasando, solo podía escucharlo a él hablar, mientras que yo no podía formular ningún tipo de palabra, es como si mi cuerpo estuviese ahí, pero mi mente estuviese en otra dimensión u algo parecido.
—Elena, reacciona por favor, —volvió a insistir.
—Elena, por favor, —insistió nuevamente.
Mis ojos empezaron a cristalizarse y de a poco las lágrimas iban saliendo.
Giovanni intentó abrazarme, pero lo empujé bruscamente.
—No me toques, —fue lo único que dije haciendo que él se asuste ante mi reacción inesperada.
En ese momento no quería que nadie me tocase, no quería reaccionar de esa forma, pero fue algo que no pude evitar.
No sabía el porqué me sentía así, con tanta impotencia.
Me pasaron muchas cosas en tan poco tiempo, hace poco mi vida estaba bastante tranquilo y ahora está hecho una mierda, en un abrir y cerrar de ojos mi vida hizo un giró de ciento ochenta grados, todo cambio completamente.
¿A caso este es mi destino?
¿Algún día terminaré en un centro psiquiátrico?
¿Por qué me pasa a mí esto?
Hay tanta preguntas, tantas dudas y tantas cosas sin entender.
No sé si podré seguir soportando todo esto.