Quitando la espera en el aeropuerto, la llegada a Liauna ha sido magnifica.
Acabamos de llegar al resort en taxi, tuvimos que pedir varios, y yo estuve con Eddy, Jessica y mi mamá. Félix también iba a estar en el combo, pero la isla tiene estrictas reglas sobre la cantidad de personas dentro de un mismo auto, así que el pobre se fue con los padres de Eddy, cosa que me alegró, porque llevo todo el día sin tener que dirigirle la palabra, y planeo que siga así.
Antes de darnos las llaves de nuestras habitaciones, nos dan un recorrido por el resort, que es la definición de un comercial de vacaciones: decenas de piscinas, varios bares y salones de adultos, salas juveniles con videojuegos, dos restaurantes, una habitación de eventos, el camino a la playa con stands de comida... en fin, una desconexión total del mundo en el que vivimos, un paraíso isleño y colorido.
Conforme a las habitaciones, solo los padres de los novios y los mismos novios se hospedarán en las cabañas más caras, que son las cercanas a la playa. Para sus amigos, rentaron tres habitaciones grandes donde estarán mis primos, Marcus y Daniel, y el resto de las chicas. Para finalizar, a Penélope, Jarek y a mí nos dejaron unas individuales.
—Yo te acompaño —me dice Eddy. Fui la última en registrarse, por lo que el resto ya se ha ido.
Juntos salimos del Lobby y entramos al ruidoso mundo del resort. Tendremos que cruzar este hasta llegar a las habitaciones individuales, por lo que agradezco que esté para guiarme. Por suerte, las maletas ya se las ha llevado un empleado y no tengo que luchar con no golpear a alguien con ellas.
El lugar es precioso, eso es innegable. Hace un calor agradable, la brisa sopla, las palmeras decoran el exterior, los niños corren hasta las piscinas, y no me molesta el ruido, cosa que es mucho decir. Creo que esta semana será grandiosa.
—¿Te gusta el lugar? —me pregunta.
Del lado izquierdo del recinto se encuentran los edificios con habitaciones y salones respectivos, mientras que hacia la derecha están las piscinas, parques y el camino a la playa. Es amplío, pero hay mucho movimiento. La escena es de película.
—Sí, es bonito —asiento—. No cualquiera le regala una semana aquí a sus cercanos —respondo medio sonriente.
—Me alegra —me devuelve la sonrisa. El chico está vestido con una camisa de estampado florar y un pantalón blanco. No le sienta tan bien, lo suyo es la ropa semi-formal. Pero lo lleva con confianza, eso es bueno—. Te advierto que las habitaciones de ustedes tres son pequeñas, pero sabiendo que prefieren la soledad y tranquilidad, pensamos que sería mejor idea dejarles esas —me explica.
—Pensé que Jarek sobrevivía a base de molestar a la gente —señalo—, y ¿Penélope también es una enemiga de la socialización como yo? —lo digo en tono de broma, ambas cosas... más que todo la segunda.
Eddy se ríe.
—Jarek no soporta compartir habitación con nadie —responde—, y Penélope me rogó estar con la menor cantidad de gente posible, supongo que, al ser de las mayores, y sabiendo que por la edad de mis amigos aún son algo ruidosos, desea tener una semana de libertad y paz. Mi sobrina es un terremoto de vez en cuando —bromea él.
—¿Cuántos años tiene tu hermana? —le pregunto. No hablo seguido con Eddy, más cuando lo hacemos la conversación fluye con naturalidad. Él ya me conoce, y su esfuerzo por caerme bien de forma tan sincera le gana a mi preferencia de no hablar.
—Tiene treinta y dos. Además, trabaja y siempre visita a mis papás, no suele tener tiempo a solas. La excusa de que su esposo no viniera, era que alguien debía cuidar a la niña, la verdad es que Penélope quería escapar, aunque fuese un rato —suelta una risa—. Me pregunto si Jessica se sentirá igual en el futuro.
—Lo dudo —aseguro—. Jessica detesta estar sola. Cuando está en la casa suele buscarnos para hablar, o solo para tener a alguien alrededor. Ama estar rodeada de personas todo el tiempo.
—Creo que soy igual.
—No me digas —digo con sarcasmo.
Lo bueno de Eddy es que nunca se toma a mal mi sarcasmo, o mis comentarios medio ácidos. Todavía me sorprende que Jessica lo hubiera elegido por sobre la caravana de adonis que tenía detrás, pero mientras hablo con él y lo conozco, más entiendo que el físico no lo es todo.
Digo, Eddy no es horrible, simplemente... no es lo que uno espera para Jessica. Sea como sea, su amor es demasiado puro como para ser real, hasta me dan esperanzas en encontrar a alguien así, algún día en el futuro.
Llegamos al edificio de las habitaciones individuales, que no es demasiado grande. Son cinco pisos, y por cada piso hay cuatro puertas. Es bonito, de color crema y barandales de metal y vidrio. Mi piso es el último, que además tiene acceso a la terraza del mismo, que no es la gran cosa.
Al estar arriba, noto que la vista es alucinante. Desde aquí se ve la playa y más allá el mar, el cómo cambia de tonalidades azules cada vez más oscuras. Se ven barcas, personas haciendo surf, y una colina a lo lejos que tiene la forma perfecta para saltar desde lo alto si eres lo suficientemente valiente. Es hermoso, en resumen.
—Tu puerta es la 5D —señala hacia la última puerta del pasillo—. Al lado tienes a Penélope, y en el 5B está Jarek —señala a la puerta al lado de las escaleras, las cuales están con dos puertas de cada lado—. Y ahora te dejo, debo ir con Jessica a hablar con el dueño unas cosillas —dice, a modo de despedida, devolviéndose a la escalera—. ¡Oh!, y con la canasta de bienvenida te dejan un horario de las actividades que hay en la semana, hay unas cuantas que haremos todos juntos, eso lo mandaremos por mensaje. ¡Adiós! —dicho esto, se va.
Camino hasta mi puerta, bastante separada de la de Penélope, y meto la llave para abrirla. Me encuentro con un cuarto más o menos del tamaño del de mi casa, que no es ni demasiado ni muy poco, cosa que me esperaba. Hay una mini cocina en la esquina frente a mí, con microondas, nevera, y utensilios básicos, una mesita que solo sirve para tener la canasta de bienvenida y un par de papeles, que está justo cuando abres la puerta, un sillón de dos espacios, una puerta para el baño, un closet espacioso, una repisa dentro de la misma pared y una cama de dos plazas con tantas almohadas como me encanta tener.