La donante: extras

Distanciamiento

«¿Puedo sentir?»

Su pregunta hace eco en su mente, mientras observa el agua del grifo caer. Cierra los ojos y escucha sus movimientos del otro lado de la puerta. Se ha marchado. Piensa mientras se humedece el rostro. Es la primera vez que pierde el control, pero también es cierto que ella ha resultado mucho más receptiva que el resto de las mujeres que han pasado por su cama.

¡Mierda!

Maldice para sus adentros. Armen le ha advertido que no juegue con ella pues es quien se encarga de cuidar a su humana, sin embargo después de ese encuentro no esta tan seguro de poder hacerlo. Ella era un reto. El desafío que ve en su mirada, lo afilado de sus palabras le resulta interesante. Pero no, él no caerá por una simple subalterna.

Sonríe con suficiencia y abre el agua de la ducha.

***

Un mes ha trascurrido desde su encuentro íntimo. A pesar de verse todos los días en los entrenamientos, él ha decidido actuar de modo indiferente, así que ella no ha hecho lo contrario. Se obliga a mantener la mirada apartada de él. Es consciente de que solo fomentara su enorme ego. Aunque no puede negar que su gusto por él, ha ido en aumento después de esa noche, confirmando las advertencias de Anisa. Ha comenzado a albergar ideas que podrían no llevarla a ninguna parte y sin embargo, no puede evitarlo. Pero... él parece más interesado en Gema, más de lo que podría gustarle.

Todo parecía ir bien, hasta ese día en que ese chico se encuentra con ella. Ve la furia en el rostro de Anisa, sin pensarlo la bloquea para que escape. A pesar de las protestas de su compañera. Por la expresión de Gema, sabe que no debe dejar que lo lastimen. Pero las cosas empeoran al aparecer Armen y Uriel.

Desde la cocina y bajo la mirada fulminante de Anisa, sigue la conversación que mantiene los dos con Gema. Cierra los ojos y sacude la cabeza. ¿Por qué ese chico es tan obstinando?

―Estas cometiendo un error ―le reprocha Anisa―. Él...

―Todos sabemos lo que quiere ―responde con calma―. Pero matándolo solo empeoraremos las cosas. Además ¿es lógico que ese simple humano pueda con nosotros? ―Anisa resopla. Sabe que su ego es quien habla y de cierta forma eso la distrae.

Escucha como Uriel comienza a cuestionar a Gema sobre el chico, notando que su interés parece ir más allá, de lo que en realidad pretende hacerlo notar.

"¿Amigo de la infancia?" cuestiona Uriel mentalmente con una nota de burla. Armen no responde. "No creo que sea eso solamente ¿tú que piensas, Armen?

"No todos los hombres y mujeres son amantes, señor Haros". Interviene descubriendo el sobresalto que sus palabras han provocado en él.

"¿Eso piensas?" Cuestiona siguiéndole el juego.

―Deja de hacer eso ―gruñe Anisa. Irina sonríe y se encoge de hombros.

―No estoy haciendo nada.

***

Suspira preparándose para un día difícil. Gema y él han discutido, aunque la peor parte parece ser que ella le ha confesado sus sentimientos.

―Quiero que la mantengan al margen de lo que sucede en la ciudad ―dice muy serio.

―Por supuesto, señor ―responde Anisa con una sonrisa satisfecha.

― ¿No confía en ella? ―No puede evitar cuestionarlo. Armen niega ligeramente, mientras ajusta el cuello de su abrigo.

―No es eso. Prefiero que no se involucre.

―No debería confiar en ella, señor ―interviene Anisa. "¿Y eres tu quien me dice a mí, que deje de hacer esas cosas?". Cuestiona Irina con ironía.

 

***

Gema se adelanta hacia los entrenamientos, parece no estar tomando las cosas del todo bien y aunque le gustaría reconfortarla, Regan prefiere mantenerla al margen. Cuando entra al salón, Irvin se encuentra con ella en el centro de la sala.

"¿Por qué esta con ella?". Cuestiona. Uriel le lanza una mirada rápida por encima del hombro.

"Si llegaras a tiempo lo sabrías".

"No sabía que tenía horario de entrada".

"Muy graciosa". Responde sin dejar de darle indicaciones a Gema.

Irvin no es tan rápido como Anisa, pero sin duda demasiado para Gema. Quien se muestra optimista e intenta por todos los medios golpearlo.

"Esto no terminara bien, señor". Dice inquieta.

"¿No eras tú quien tenía fe en sus habilidades?"

"Por supuesto. Pero..."

El golpe fue demasiado inesperado, que incluso ella no pudo preverlo.

― ¡Mierda! ―exclama Uriel, acercándose a ella.

"¡Se lo dije!"

"¿Quieres dejar las ironías para después?"

― ¡Gema! ―grita ella colocándose a su lado.

"Claro, a usted no es a quien lo reprenderán".

Maldice para sus adentros, observando el rostro enrojecido de gema y su expresión confusa. Se suponía que debía cuidarla y evitar eso. Se dice a sí misma. Pero la culpa era de Haros.



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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