La Duquesa

VIII

El día del cumpleaños de Francisco llegó, y con él el baile.  Tras un desayuno muy ajetreado y tras varios intentos fallidos de acercarme a Francisco, decidí que lo mejor sería pasar el día con jugando con Jorge. Por lo que lo vuelque entre la multitud, y tras hacerle mi propuesta salió disparado del comedor con la intención de hacer una carrera. Yo eché una última mirada al salón y encontré a Francisco rodeado de algunas hermosas damas. No habíamos vuelto a hablar desde el día de mi cumpleaños, un par de veces lo habíamos intentado, pero siempre nos veíamos interrumpidos por alguien.

La mañana pasó rápida y divertida, Jorge y yo jugamos a piratas, a dragones y a indios. Me encantaba este niño y sobretodo como me sentía con él. No pensamos en nada más hasta que una criada vinos reclamarnos, Jorge debía comer algo e ir a dormir, y yo también, sino esta noche ninguno de los dos aguantaría la velada.

Me di un largo baño y me tumbe en la cama, estaba tan cansada que con el simple roce de las sabanas me quedé profundamente dormida hasta que una criada me despertó, anunciándome que era hora de comenzar a prepárame. La verdad es que estaba más emocionada de lo que esperaba, María, la modista, no me había dejado ver el vestido en ninguna de las pruebas que me había realizado, en todas ellas me había obligado a cerrar los ojos, por lo que  no tenía di idea de cómo era este ni de cómo me sentaría. Una criada me recogió el pelo en un moño bajo y lo decoro con una pequeña tiara de diamantes, después pinto un poco mi cara y antes de que pudiera verme trajeron mi vestido, pero no me dejaron verlo hasta que no lo llevé puesto.

-Ya puedes abrir los ojos preciosa - dijo María.

Yo obediente y al contemplarme en el espejo no pude creer lo que veía. Estaba realmente hermosa, no parecía yo. María había obedeciendo mis órdenes y el vestido era negro, pero la tela que había escogido parecía perlada de diminutos diamantes, lo que convertía mi vestido en un precioso traje de fiesta. Tanto mis hombros como parte de mi espalda estaban totalmente al descubierto por ello, el vestido tenía muy poco escote. Volví a mirarme de arriba a bajo sin terminar de creerme que yo era la mujer del espejo. Me dirigí a María con intención de abrazarla, pero me freno.

-Muchacha, no quiero estropear esta obra de arte, además recuerda que esta noche eres la Duquesa de Espa.

-Muchísimas muchísimas gracias por todo.

Sonaron unos golpecitos en la puerta y la cabeza de Marta se asomó. Esta no pudo evitar abrir la boca la verme. Ella como siempre estaba espectacular, llevaba un hermoso vestido rosa que le hacía parecer una princesa.

-Sira, estás increíble, pareces toda una Duquesa.

-Gracias Marta, tú estás radiante.

Marta me informó de que los invitados ya habían llegado y que Francisco y yo debíamos bajar. Cuando ya estábamos cerca del salón oí como anunciaban a Francisco y cuando el criado me vio a mi se volvió a aclarar la voz y anunció.

-Sira, Duquesa de Espa y Condesa de Vale.

Tímidamente comencé a bajar las escaleras sin atreverme a alzar la vista, sabía que había muchísima gente y que todos estarían mirándome, al fin y al cabo estaban aquí por mi y por Francisco. Quedaban apenas unos escalones cuando alguien me ofreció su mano, alcé la vista y me encontré con Francisco. Tenía los ojos resplandecientes y no pude evitar sonrojarme cuando me dijo en un susurro.

-Estas preciosa Sira.

Tras saludar a un sinfín de personas y rechazar cortésmente algunas peticiones de baile, comencé a arrepentirme de haber aceptado aquel baile. Había demasiada gente y yo no quería hablar con nadie, era cierto que conocía a casi todos,  pero jamás me había gustado mucho relacionarme y sin mi padre ahí me sentía sola.  Me acerqué a un balcón para tomar algo de aire, y no llevaba más de diez minutos ahí cuando dos muchachas llegaron. Retrocedí hacia un rincón aprovechando la oscuridad y agradeciendo mi vestido negro.

-¿Pero que se a creido esta chica? La has visto.... una cosa es ir de luto pero ella....

-Estoy seguro de que lo único que deseaba era llamar la atención .... ¿o no has visto como la miraban todos los caballeros?

-¡ya lo creo! Y encima tiene el descaro de rechazarlos a todos....

-se le a subido muy rápido su nuevo título....

La conversación contunió por unos caminos que no estaba dispuesta a escuchar, por ello viendo la poca distancia que restaba del balcón al suelo decidí saltar y caminé hacia los jardines. Algunas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, que muchachas más malas. Pero tube que retenerlas cuando observé que había una pequeña figura saltando de banco en banco.

-Buenas noches caballero- le dije a Jorge mientras hacía una exagerada reverencia y me limpiaba disimuladamente las lágrimas de la cara.

-¿!Sira?! Estás guapísima- dijo inclinándose cortésmente .

- Que me vas a decir tu, casi no te reconozco con ese hermoso traje - Jorge dio las gracias tímidamente y chutó una piedra.



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En el texto hay: misterio, romace, epoca victoriana

Editado: 13.04.2019

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