La Duquesa

XXIII

La vida de casada era estupenda. Sinceramente no encontraba ninguna diferencia entre cómo vivíamos Toni y yo antes de casarnos y ahora. El único cambio que había acontecido era el cese de todos aquellos cumplidos y comentarios seductores de Toni. Ahora se comportaba como un amigo, y aunque jamás me atrevería decírselo, yo los echaba de menos.

Tras haber compartido cuarto durante una semana, para guardar las apariencias después de la boda, decidimos, bueno más bien Tony decidió, que ya podíamos volver a tener nuestra intimidad por un tiempo. Por lo que Tony se mudó a otra habitación.

-Buenas tardes querida-dijo Tony entrando en el salón del té- ¿Qué tal el día?.

-Muy poco interesante-conteste al tiempo que le servía una taza de té-He tenido dos reuniones poco productivas y he puesto los libros de cuentas al día ¿ Y el tuyo?

- Entretenido. He ido a visitar dos de tus propiedades y de camino aquí he pasado por una de las mías.

-Querrás decir nuestras propiedades-dije levantando una ceja.

-Disculpa mi torpeza-contestó con dramatismo fingido- ¿ podrás perdonar mi falta?-Dijo tomando mi mano entre las suyas.

-No estoy segura...-Respondí casi sin poder aguantar la risa.

Permanecimos unos minutos en silencio, mientras Toni devoraba el plato de galletas.

-Sira, yo... Quería hablar contigo de un tema importante-yo le dirigí toda mi atención-Sé que tú no quieres dejar tu casa, y créeme cuando te digo que yo no te voy a obligar a hacerlo. A mí también me encanta-parecía estar buscando las palabras exactas.

-Pero...-Añadió intentando ayudarle.

-Pero, yo no puedo desatender mis propiedades por más tiempo... ¿Te parece bien?

-Toni, yo no te pido permiso para nada- le dije dibujando una cálida sonrisa en mi rostro-por lo que tú tampoco debes hacerlo.

-Sé que no tengo que hacerlo, pero no quiero disgustarte esposa mía-dijo enfatizando las dos últimas palabras.

-Toni, haz lo que debas, yo estaré aquí esperándote ¿Cuándo debes partir?

-Cuanto antes me vaya, antes volveré... Así que partir esta noche.

....

Unos días después de que Tony se hubiera marchado, yo salí a montar a caballo, no pude evitar desmontar y subir al cuerno para contemplar el horizonte ¡Qué bella de la naturaleza! Cerré los ojos y apoye mi cabeza sobre la roca. Notaba el viento contra mi cara y mis pulmones eran invadidos por aquel maravilloso aire. El relinchar de un caballo me hizo abrir los ojos rápidamente y ponerme en pie, en el momento preciso en el que Fran subí al cuerno.

-Buenas tardes duquesa-dijo haciendo una reverencia.

-Ya me iba-dije sentándome sobre la roca dispuesta saltar.

-Espera-su voz estaba llena de súplica, y no fui capaz de moverme.

-¿Qué quieres Fran?-Dije con dureza.

-yo... Solo escucha lo que tengo que decirte-dijo sentándose junto a mí-en primer lugar quiero felicitarte por tu boda.

-No vayas por ahí - le corte, tenía muy claro que Fran sabía porque había tenido que casarme.

-Sira, de veras que te amaba, que te amo. Y por ello tengo que contarte algo, pero necesito que te quedes hasta que termine ¿Lo harás?-Yo asentí- El verano pasado, no sé cómo, pero mi padre se enteró de que entre nosotros había algo. Cuando me habló parecía muy enfadado, pero de repente un brillo apareció en sus ojos. Yo estaba asustado, mi padre parecía un demente, me hizo jurarle que me ganaría tu corazón y que te haría mía. No terminé de comprenderlo, pero cada vez me presionaba más y más-se detuvo y tomó aire-Sira, yo no cumplí mi promesa, no quería deshonrarte... Y sabes que podría haberlo hecho-aquella afirmación hizo que se me eriza el pelo y que en mi mente se proyectara la imagen de los dos en el lago- Un día me dijo que si no quería que lo perdiésemos todo tenía que casarme contigo de inmediato. He de confesarte, que sigo sin comprender porque me dijo aquello, he revisado los libros 1000 veces y las cuentas están más que bien. En fin... Después te pedí que te casarás conmigo, estaba seguro de que dirías que sí, pero en lugar de eso me abofeteaste. Después de aquello mi padre quería que te deshonrara, yo no fui capaz ... Y el resto creo que ya lo sabes.-Un incómodo silencio reinó entre nosotros- Di algo ... Por favor.

- Ya sabía que tu padre te obligaba a verme-dije débilmente.

-¡¿qué?! ... ¡Por eso no quisiste casarte conmigo!.

-Eso ya no importa....

-Claro que importa, yo te amo y sé que tú también me amas.

-No sabes nada-dije saltando de la roca.

-¡Sira!-Fran salto junto a mí, me cogió de los hombros e hizo que girara y me atrajo hacia él- te amo- susurró, y antes de poder comprender lo que estaba sucediendo, Fran me besando. Yo le empuje para alejarlo de mí, pero él me abrazó con más fuerza.

- ¡Fran para!- le ordené

-Dime que ya no me amas y pararé-dijo mientras volvía inclinarse hacia mí. Todo aquello me producía sensaciones contradictorias, quería besarlo, pero la idea de hacerlo me producía arcadas.



#879 en Otros
#168 en Novela histórica

En el texto hay: misterio, romace, epoca victoriana

Editado: 13.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.