Capitulo 59

Henry con su mirada fija el horizonte una vez que despierta se detuvo a percibir una silueta en el balcón, se salió de la cama en total silencio y caminó hacia esa dirección.

Era Elizabeth que estaba en total silencio mientras observaba las estrellas con un gran suspiro como si se tratara de algo que estuviera cargando en su interior.

Era su Reina la que estaba parada ahí en ese estado tan melancólico, Henry observó como Elizabeth subía unos de sus pies descalzos a la acera.

Henry por ahora veía en sus ojos una tormenta que él no había sabido calmar, su mente había viajado al pasado donde ella había tratado de hacer lo mismo en la pérdida de su querido hijo.

Elizabeth está atrapada en su mundo que no le permitía saber alrededor de ella, se encontraba al borde del abismo , no solo físico, si no también del alma, Henry sabía que las palabras no bastarían, y se dio cuenta que sin importar que Elizabeth estuviera en el poder de Tanalar y Terca eso no llenarían el vacío que ella sentía.

Con cada paso que daba hacia ella, Henry sentía como el peso de la corona se convertía en una carga insoportable, él había luchado en batallas, había enfrentado a ejércitos, pero nada se comparaba con el miedo que sentía al pensar en perder a Elizabeth.

-Elizabeth-Comento Henry, su voz apenas un susurro .

Las palabras de Henry flotaron en el aire, y por un momento, el tiempo pareció detenerse, Elizabeth se volvió hacia él, sus ojos reflejando la lucha interna que enfrentaba.

-Estoy bien, Henry, no tienes que preocuparte por mi-Con una sonrisa fingida, Elizabeth no quería angustiar a Henry hace un momento estaba tan profundamente dormido que perdió la noción de lo que él pudiera llegar a pensar si estaba en ese estado.

-Elizabeth conozco esa sonrisa- agregó preocupado-Esta es la misma que usas cuando quieres ser fuerte por los demás, pero ahora estamos solos, y no tienes que esconder tus verdaderos sentimientos.

Elizabeth bajó la mirada -No se podre hacerlo es todo tan abrumador, la responsabilidad, las expectativas, la soledad sobre todo la soledad.

Henry se acercó a ella lentamente y con cuidado, no soportaría si llegara tan bruscamente y eso llegara a asustarla, se acercó a sus manos y las agarró con fuerza mientras la alejaba de la acera.

-Mi querida Elizabeth, no estas sola en esto, déjame compartir este camino, tendremos bajos Elizabeth-Hizo una pausa-Pero también tendrás alto, y aunque el Reino mire tu corona o quien la tenga en su poder no debería importar, por que yo veo tu corazón incluso aunque todos los días me digas que no tengas, y es por eso que tu eres esa motivación, por ti es que lucho cada día.

-¿Y si realmente falló?-Comento por un ella sacando todo lo que tenía-¿Y si no es suficiente?.

-Entonces Fallaremos juntos-Comentó él con determinación en sus ojos-Pero no dejare que eso pase, Elizabeth, porque si tu llegas a caer en un abismo de nuevo entonces yo iré a donde estés sin importar que sea el mismo infierno.

-Yo te amo-Replicó ella mientras formaba un abrazo de seguridad.

En un momento y de esa verdad, Henry se acercó a Elizabeth , sus palabras son un susurro, pero llevan un peso de un juramento eterno.

-Elizabeth, en está vida y en todas las que vengan, mi amor por ti es la única verdad que conozco -Comentó él con voz suave pero firme-.Te amo mas allá de las estrellas que mirabas hace un momento y más profundo de los mares que tanto amas.

Elizabeth se quedó sin aliento hacia esa declaración tan fugaz, Henry no era un hombre con demasiada paciencia, cierra la distancia entre ellos con un paso decidido.

Con una mano acaricia suavemente la mejilla de Elizabeth, y con la otra, la atrae más a él, sus labios se encuentran en un beso que sella sus destinos, un beso que había promesas, de esperanza y de un amor inquebrantable.

Stefan caminaba de un lado a otro en el gran salón principal junto con el Maximiliano que estaba igual de disgustado e impaciente por la presencia de Henry en la habitación de Elizabeth, no solo era cuestión de protocolo, sino de un recordatorio constante de un amor no correspondido.

Cada vez que Stefan miraba a su sobrina, veía el reflejo de la mujer que llegó amar, cuyo recuerdo atormentaba su corazón, el amor que había sentido por ella era un secreto bien guardado , un sentimiento que había enterrado bajo copas de lealtad y deber.

-Tengo que partir a Ledoux por el momento-Comento aun tratando de regresar en sí-Cuida de ella.

Stefan salió del castillo y subió al carruaje, por ahora, con la guerra y las tensiones políticas, esos sentimientos surgían, complicando sus emociones, no podía evitar sentir un destello de celos y resentimiento.

Henry extendió su mano con ternura-Elizabeth déjame...

Elizabeth retrocedió ligeramente con una mueca de dolor cruzando su rostro.-No por favor..

Henry se detiene, confundido y preocupado, la expresión de Elizabeth es una que él no había visto antes, una mezcla de miedo y dolor que no encaja con la mujer fuerte y decidida que él conoce.

-¿Qué sucede, Elizabeth?-Preguntó con voz suave-Nunca antes te había visto así.

Elizabeth desvió la mirada para otro lado, luchando por mantener la compostura-Es un dolor repentino, nada de qué preocuparse.

Pero Henry no estaba convencido, la intuición le decía que había algo más, algo que Elizabeth no estaba diciendo, con cada fibra de su ser deseaba protegerla, hacer que desapareciera cualquier sombra de dolor que oscureciera su vida.

-Estoy bien Henry .-Declaró ella tratando de sonar más convincente.-Tal vez solo es algo sin importancia.

Henry sabía que no era algo sin importancia, pero también sabía que presionarla no ayudaría en nada.

-Sea lo que allá pasado Elizabeth puedes decirme-Hizo una pausa -Nadie te hará daño mientras yo respire.

-Nadie puede lastimarme, Henry-Agarró su mentón con delicadeza, Elizabeth dibujo sus líneas de expresión y recorrió todo su rostro hasta llegar a su pecho donde se detuvo con su mirada penetrante se observaron mutuamente-Solo tu Henry, solo tu tienes el poder de destruirme desde que llegaste a Ledoux ese día con tu pequeña hermana.