La estrella del amor

Capítulo 1: “El llamado a Palacio”

En esté mundo existen varios subgéneros, además de los ya existentes, estos eran en la jerarquía más alta de la sociedad que eran los “Alphas” se dicen que hay muchos alphas hombres que alphas mujeres, más abajo estaban los “Betas” estos son abundantes como los granos de trigo y cebada, al último de todo estaban los “Omegas” hay muy pocos de estos pero sería un milagro si existiesen más en las familias nobles. ¿Y ésto a que se debía? Nadie quiere mencionar nada de los segundos géneros, ya que en esta región o más bien en esté reino llamado Roasland, la tierra donde la magia, el amor y las historias apasionadas surgen como la espuma en tu copa de champagne.

 

Todo tiene un orden, es lo mismo que se aplica para la vida pero nadie cuenta la verdadera historia y el temor en este reino es latente, existiendo diversos personajes, diversas historias, algunas revolucionarias y otras eran sacadas de los cuentos de hadas donde el Príncipe salva a la hermosa Princesa que al final existe un vivieron felices para siempre, pero esto no era así en está ocasión, y se preguntaran ¿Por qué?.

 

Entonces vengan a leer está historia de amor donde un Príncipe heredero batalla contra el mal encarnado en una sociedad plagada de peste y disputas por la corona, pero en está guerra política encontrará lo más valioso para obtener la victoria y esto se llama: amor.

 

~ ~ ~ N & L ~ ~ ~

 

Un jovén descansaba plácidamente sobre una carreta repleta de bolsas de tela áspera y maloliente, nadie puede decir que se vea hermoso ya que apenas se aprecia que viste ropas muy desalineadas y con poco cuidado. Su descanso no fue tan largo ya que un hombre con un aspecto jovial, vestido con ropas recién adquiridas y llamando aquel conocido suyo quien estaba tirado sobre un montón de bolsas que eran el cobertor provisorio de una pila de heno.

 

— Deberías de levantarte, William, tu madre te está buscando ahora mismo — Expresaba con tono suave pero demostrando su fastidio al ser él quien fuese a despertar aquel joven de aspecto desarreglado y con pelo corto.

 

— ¿Mi madre me busca? Eso es raro, ¿Por qué lo haría? — Le devuelve las preguntas a ese chico que le estaba hablando, estaban en los almacenes del gremio del Sur y que ya llevaba tres meses de haber llegado junto a sus padres quienes ese día trabajaban en el puesto de su caravana.

 

— Sí, me dijo que te hiciera acordar que hoy es el llamado al Palacio a todos los participantes de ese concurso donde le buscan una esposa al Príncipe de Roasland… O eso creo que era — Dudaba el joven de cabello rubio y piel trigueña, no estaba tan convencido por sí ese era el mensaje de aquella mujer que hasta ahora daba miedo por si su hijo más pequeño no se apresuraba en irse o sino tendrían serios problemas.

 

— ¡¿Era hoy Saseb?! — Se levantó rápidamente de su lugar de descanso para ver que iba hacer que el tiempo se le acababa, mira el cielo notando la ubicación del sol y era casi media mañana — Ay no, ¿Qué voy hacer? Ni siquiera me he bañado y… —

 

— Lo mejor sería que te lavaras un poco y vayas a donde tu madre que te acercará con un transportista al Palacio real donde será tu reunión como representante del Gremio — Comentó el joven de nombre Saseb mientras ve a ese chico ir apresuradamente hasta un área donde algunos cuantos se lavaban cuando sudaban de más o estaban sucios por algunas cajas llenas de polvo.

 

— Listo, ya me lave la cara, me cambio de remera y listo. ¿Me veo bien? — Pregunta el joven de cabellos platinados a su interlocutor.

 

— Por lo menos estás… presentable — Suelta un quejido cuando recibe un golpe en su brazo por parte de ese chico que en verdad no soportaba un elogio, aunque, sabe que es momento de irse.

 

— Iré a donde está mi madre, gracias por despertarme Saseb — Se despide el joven para así ir a donde estaba su madre a quien le debe de preguntar los detalles de su primera tarea, no estaba tan convencido de poder lidiar con los rumores de que el Palacio real era un lugar muy terrorífico y que corre mucha sangre a diario, todo porque los rumores acerca del Príncipe de Roasland eran más feos que cualquier otra cosa que haya escuchado.

 

Caminaba apresuradamente por los recovecos del mercado de la zona sur del gran mercado de la plaza central de aquella enorme ciudad, no estaba tan a gusto con la idea de ser el representante de su pueblo al que amaba con fervor y dedicaba cada minuto en ayudar al que lo necesitara, pero desde hace un buen tiempo no parecía estar muy de acuerdo con la decisión que se tomó semanas atrás y en esa votación él fue el elegido por casi unanimidad, raro porque solamente era el hijo menor de mercaderes y solo eso era, un simple aprendiz del oficio.

 

~ Semanas atrás ~

 

— ¿Por qué yo? — Preguntaba el joven de cortos cabellos blancos a su madre quien le había apartado del área de la puerta de aquella sala de juntas, donde siempre se oían fuertes gritos e incontables insultos, diría que esa puerta era el símbolo de que había guerra en curso y nadie de los aprendices se animaba a ingresar.

 

— Lo decidieron por votación principalmente las personas en nuestra condición. Se piensa que si alguien que conoce de la situación se pone a la cabeza del reino podríamos calmar a los que piensan que solo vinimos a robar sus recursos; Además, aun así no lo consigues al menos podrías comentárselo al Príncipe de estos inconvenientes — Le dice aquella mujer de largos cabellos castaño oscuro para que viese cuán valiosa sería su tarea en esos momentos, más sí lo habla como su madre quien confiaba plenamente en la elocuencia de su precioso hijo.




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