La Gema de la Reina

Capítulo VIII. - "E. E. B. L."

Mi nana regreso para el almuerzo con una rica y tradicional sopa de pollo, llena de vitaminas, para recuperarme. Me regañó, al verme despierta todo el día, con mis ojos en la pantalla de la lapto, asumida en una larga investigación sobre los sueños. Buscaba su modo de interpretar y descifrar su significado. Mi mente me obligaba a buscarle a las mil y un respuestas que tenía lugar en mis pensamientos, sin tener la menor idea del por qué me hacía esas preguntas. Tan solo las buscabas.

-Taylor tienes que descansar – insiste nuevamente.

-estoy bien – dije despreocupada, cerrando la pantalla la lapto – no te preocupes.

Me entrego la bandeja de comida depositando un beso en mi frente. Le susurré un “gracias”, sonriendo levemente. Ella correspondió con un beso en la coronilla, y sale. Aparto la bandeja aun lado, y vuelvo a subir la pantalla, abriendo otra ventana y colocando, “soñar en la playa". Presione enter, y espere a que cargara. No duro mucho para que apareciera las muchas páginas web sobre el significado de soñar en la playa. Pero no tenía sentido, o ¿sí?

El repicar de mi celular, me sobresalto. No me acurdaba de él, estaba tan distraída con mi curiosidad, que ni me acordaba de la noche de hoy. Aparto la lapto y me levanto, buscándolo entre mi bolso sacudiéndolo sin encontrarlo. La llamada se tranca, y ahogo un gruñido de desesperación. Con suerte volvió a repicar y pude conseguirlo envuelto en mi chaqueta. Enciendo la pantalla, presionando la tecla de desbloqueo.

-pero que...

Digo sorprendida quedándome sin habla, preguntándome "¿en qué momento esto sucedió?". La pantalla estaba toda agrietada. Una línea torcida atravesaba en centro, saliendo de ellas otras líneas hacia el borde superior derecho. Gruñí sin tener la menor idea de cómo sucedió. Aunque de igual forma funcionaba bien al teclearla. Supongo que fue la mika lo que se dañó. Mañana en la tarde tendré que ir al centro para llevarla a reparar.

Vi la llamada entrante, y no espere para contestar.

-Hola Math – saludo retomando mi asiento en la cama – feliz cumpleaños.

-gracias Taylor. ¿cómo te siente?

-mejor que en la mañana – respondí con sinceridad.

-te llame toda la noche de ayer y nada.

Escucho un eco en mi mente, repitiendo una y otra vez la palabra ayer; junto a ello imágenes no muy claras de mí amarrada a una silla con una mujer que amenazaba mi vida con una daga. Parpadee varias veces, entregando en la realidad.

-no sabía en donde estaba mi celular – digo con un leve dolor de cabeza –. ¿a qué hora es la fiesta?

-a las ocho. Pero... – se refleja en su voz una la inseguridad – ¿te encuentras bien para asistir?

-estoy bien Math, tranquilo.

-bien señorita. Pues prepárese será la mejor fiesta del mundo, mejor que la película proyecto X – sus ánimos se elevan cada vez más, y sentí que nuestra relación mejoraría. Reí por su referencia de la película, mientras el continuaba – así que te quiero muy bonita, no como un zombie, ¿bien?

-bien, le llamare a... – me detuvo, aun no estaba al cien por ciento segura de que le agradece la idea de que vaya Brian a su casa.

-te dije que estaba bien si venias con él – completa con un tono despreocupado y amigable.

-pero si no quieres, dímelo, lo entenderé – insisto intentando rectificar su decisión.

-estoy completamente seguro.

-vaya Math, sí que me sorprendes, hahahaha – la llamada es interrumpida por otro número entrante, alejo el celular para saber de quién se trata. Inhale profundo, contrayéndome al ver el contacto –. Math me está entrando otra llamada, ¿te hablo más tarde?

-es Brian, ¿cierto?

-si – asentí con la cabeza, considerando que él no me vería.

-de acuerdo, no te preocupe – se despide con un cierto tono de molestia – recuerda que es a las ocho.

- está bien. Adiós, nos vemos.

Tranco la llamada sintiendo un poco insegura por la fiesta de hoy, sé que ambos se comportaran, pero me inquieta que esa supuesta paz se quiebre. Aleje de nuevo el celular y ojee el número entrante. Su foto cubriendo la pantalla, me produjo una sensación extraña. Dude un segundo sin atender la llamada, “¿por qué?, pues no lo sé?”, me dije. En mis manos una corriente de energía surgió en ellas y sentí esa agradable sensación, junto con una voz que me decía, no te niegues hacer feliz. Mi sonrisa se expandió en mi rostro al presionar el botón verde y me llevo el auricular del móvil a mi oreja.




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