Doy varias vueltas en mi cama, ya sé que es hora de despertarme pero me siento tan cómoda que no quiero hacerlo. El brillo del sol resplandece sobre mi rostro a través de una esquina de la ventana de mi habitación. Busco mi celular que esta conectado a su cargador y veo la hora, son las 7:30am y yo sigo aferrándome a mi comodísimas cama. Hoy es mi primer día en la universidad, y esta es la única razón porque me estoy despertando tan temprano.
Necesito tiempo para poder arreglarme y verme súper linda, porque sé que hoy va ser un gran día, el primer paso hacia un mejor futuro.
Me levanto lentamente con mis ojos entrecerrados y mi cabello alborotado en una cola, paso una mano sobre mi rostro y me siento en la esquina de mi cama. Veo alrededor de mi habitación/ sótano/baticueva. (Se lo que están pensando ¿que pedo con esta chica y tantos sobre nombres para su habitación?) bueno, antes era el sótano de la casa, y quise mi propio habitación y esta era mi única opción, la única parte de la casa que estaba disponible. Me costó mucho trabajo y esfuerzo, pero pude hacerlo vivible, y ahora es mi baticueva, el lugar donde puedo agrupar mis pensamientos y olvidarme del mundo.
Me quedo sentada allí por unos minutos viendo alrededor de mi baticueva, pero mis pensamientos están en otra parte, no puedo creer que por fin esté empezando la universidad. Me ha costado mucho llegar hasta aquí y estoy orgullosa de mi misma por la nueva meta que estoy apunto de empezar.
Sigo viendo alrededor de mi habitación y mis ojos se enfocan en mi colección de tenis converse y mi pequeño estante de libros. No puedo evitar sonreír al recordar cuando era una niña y dije que algún día iba tener una colección de tenis converse y una coleccion libros, lo que con mucho esfuerzo había logrado.
Los converse son uno de los tenis más utilizados del mundo, son accesibles, cómodos, clásicos, van con todo y nunca salen de moda. Y ahora que tengo 20 años, tengo esa preciada colección que cuando tenia 14 años desee con todo mi corazón.
Pero una parte de mí no puede evitar pensar en él, en ese chico que cambió mi vida cuando tenía tan solo 14 años, apenas empezando mi primer año de ciclo común en el colegio. Ese chico que amé sin importar los prejuicios o lo que decían los demás, ese chico que me demostró lo que era el verdadero amor. No pude evitar pensar en su sonrisa y la maravillosa forma que tenía para hacerme sentir especial. Hoy que han pasado tantos años, me pregunto ¿que habrá hecho él con su vida? ¿Qué ha pasado con él? ¿Estará empezando la universidad? o ¿estará teniendo una maravillosa vida en el extranjero? O ¿ya estará casado con una hermosa rubia viviendo una vida extraordinaria?
Aunque ahora vivimos en la era de la tecnología, nunca me he puesto a buscarlo por las redes sociales o algo así. Porque aunque lo amé con cada rincón de mi ser, también llegue a odiarlo por lo que le hizo a mi inocente corazón.
Me salgo de mis pensamientos del pasado y de un salto me levanto de la cama, y me apresuro para alistarme. Sin saber que mi primer día de la universidad, el destino estaba listo para jugarme una mala pasada.