La gran farsante

Capítulo 34: Adiós, Danton

Aquella mañana Emily desayunó con la familia Flowers y se fue a su casa lo más temprano posible.

No la había pasado mal con Cranberry y su familia, sin embargo se decidió por no abandonar más a Norberto por las noches, al gato no le desagradaba la soledad, pero por sus miradas de iracunda ofensa, Emily comprendió que de todas maneras la extrañaba.

Ese día salió a las siete de la tarde de la Pursuit y se fue directo para el departamento. Ni Danton ni Jamie le habían respondido a sus mensajes, y tampoco guardaba fe en que lo hicieran pronto.

No había querido meterse en twitter, sabía que la heriría lo que sea que viera; ya sea que Jamie la dejara de seguir, o le mandara indirectas muy directas, o que el mismo Danton lo hiciera, cosa que no creía, pero…

Pero podía confirmar uno de sus máximos temores; que quizá no había cortado con Sevin. Quizá había decidido no cumplir su promesa.

Prefería ahorrarse el innecesario sentimiento de pena que le causaría cualquiera de esas posibilidades. De ahora en más no poseería redes sociales.

Salió del antiguo ascensor que la llevaba a su departamento, pensando en un millón de cosas al mismo tiempo, y se encontró con la silueta de un hombre apoyado contra su puerta.

El corazón le latió a mil por hora, esperanzado de que se tratara de Danton, sin embargo amainó al encontrarse que, aquella larga silueta, le pertenecía a Murdock.

—Emy… —susurró él al verla, sus ojos azules reflejaron una pena inmensa.

—Mur —sonrió ella—. ¿A ti también te echaron?

—Al principio —respondió él sin devolverle la sonrisa, tenía gesto de sentirse culpable.

Emily lo invitó a pasar y preparó té mientras Murdock se acomodaba en una silla de la mesa. Buscó sus galletas en la alacena, pero luego recordó que, las ultimas que había comprado, se las había devorado Jamie.

Eso le provocó aún más desazón.

—Jamie buscó un aliado defensor en mí —le confesó Mur cuando ya se habían acomodado—. Yo no pude mentirle…le dije que sabía desde el principio que tú y Danton se gustaban, también le confesé que había ayudado a que esa relación avanzara…

—¿Que te dijo?

—Me odió —declaró el joven con una sonrisa pagada—. Me odió mucho, me gritó…pero me perdonó, luego de muchas disculpas.

—¿Cuantas? —preguntó a manera de chiste Emily, aunque sin poder dejar el tono angustioso de lado—. Porque yo voy por la número doscientos y no recibo respuesta alguna…

Murdock abrió la boca con aflicción y luego miró la taza. Emily sabía que él cargaba con una culpa que no le pertenecía.

Quizá pensando en todo lo que había hecho…

—Por favor, no lamentes haberme acercado a Danton —gimoteó ella con un tanto de desesperación, haciéndolo levantar el rostro sorprendido, y negar rápidamente con la cabeza—. Fue demasiado importante para mí.

—Nunca me voy a arrepentir —le confesó abriendo bien grandes los ojos azul cielo—. Y si tuviera la oportunidad, lo haría otra vez. Un millón de veces.

Emily asintió agradecida y bebió otro sorbo de té, empujando las lágrimas dentro; estaba harta de llorar. Tenía los pómulos adoloridos de tanto restregarse las manos por allí

—Y… ¿Cómo va la relación entre Jamie y Dan? —cuestionó interesada en ese aspecto, no podía olvidar la última imagen de ellos, Jamie insultando de forma cruel y, finalmente, el hombre golpeando a su hijo, sintiendo una pena inmensa luego de eso—. Hasta donde vi…no había terminado muy bien.

—Ellos están un poco mejor, son algo monosilábicos entre sí, pero están avanzando mucho. Dan no me dijo nada, a pesar de saber que fui parte de todo esto…

—Eso es bueno —murmuró Emily sintiendo algo de alivio mezclado con tristeza y, para que omitirlo, celos también.

Entre ellos se perdonaban…pero a ella no.

—¿Hay algo más que desees saber? —cuestionó Murdock, dándole un sorbo a su taza.

Emily se removió y lo miró mordiéndose el labio inferior, no sabía que podía ganar preguntándolo.

—Danton, él...

El chico pareció pescar en el aire la pregunta aun no formulada por la chica. Asintió con lenta pena;

—Sí, aún está con Sevin —aunque para la chica era bastante obvio, no pudo evitar que su mundo se hiciera pedazos al oír la confirmación más temida—. Sabes por qué lo hace —se apresuró a agregar al verla luchar contra las lágrimas—, no quiere a Sevin, pero necesita demostrar que sigue con ella aun cuando tantas personas pusieron algo de sí para separarlos.

Emily negó con la cabeza y miró con profunda tristeza a su amigo.

—Y tiene toda la razón para hacerlo —afirmó—. Está dolido, se siente traicionado por las personas en las que más confió…y la única seguridad que tiene es que al menos esa modelo si lo quiere, ¿cómo desprenderse de ella si es su única seguridad, Mur?

Murdock apretó los labios y dirigió su mirada a Norberto, quien dormitaba sobre un cojín viejo, analizándolo todo metódicamente;

—Puede ser —respondió con la voz apagada—. Pero no lo quiero creer.

Ella tampoco lo quería creer, pero eso no lo hacía imposible. Quizá solo había tenido que verla para apagar las dudas que Emily le había generado. Quizá Sevin lo estuviese curando, haciéndolo sentir mejor.

Borrando los besos que ella había dibujado en su alma.

Enamorándolo de nuevo.

Se quedaron en silencio por un momento que se le hizo eterno a la chica.

—¿Y tú, cómo estás? —le preguntó Emily.

—Bien —murmuró—. Llegué el jueves a la tarde de las filmaciones en Londres y…el viernes por la mañana llamé a Cranberry y la invité a salir…

—¿Qué te dijo? —preguntó Emily interesada. El viernes a la mañana se había ido ella de su casa.

—Que estaba en la escuela —comentó con los ojos abiertos de par en par—, no tiene veintiséis, tiene dieciséis.

Emily asintió, observándolo con duda.

—¿Qué harás?

Murdock negó con la cabeza, jugando con la bolsita de té.




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