—Aquí estas, no vuelvas a salir corriendo sin decir nada—Dijo Bianca enfadada.
—No somos novatas, ya nos ha pasado esto antes, así que, desembucha, ¿qué ha pasado?—Preguntó Sabrina.
—Bueno—Suspiró. —Supongo que no os puedo mentir, a estas alturas mi vida corre peligro. Me acabo de enterar de que un antiguo compañero y amigo mío ha muerto, en manos de Amanda.
—¿¡Cómo?!—Gritaron las dos desconcertadas.
—Espera, espera, espera, ¿me estás diciendo que Amanda sigue viva? ¿Cómo?—Preguntó Bianca sorprendida.
—Se teletransportó antes de que pudieras hacerle nada, ¿recordáis? Las lecciones básicas de la magia, teletransporte, bolo de energía, telequinesis y bloquear o desbloquear la energía.
—Ya pero… que rabia no haber salvado al mundo.
—¿Y ese amigo tuyo, como era? ¿Era fuerte?—Preguntó Sabrina.
—Jin era uno de los mejores hechiceros de mi generación, era muy bueno y poderoso, y a muerto, todavía no me lo explico.
—No sé qué decir, me he quedado a cuadros
—¿A cuadros? ¿Qué expresión es esa?
—La he escuchado por la tele.
—Vamos a la caravana—Bianca y Sabrina le cogieron de las manos. —Esta vez las tres, no me voy a ir.
—Por si acaso, contigo nunca se sabe.
Entraron en la caravana, tres platos estaban sobre la mesa llenos de patatas fría con una salsa especial que su madre había preparado.
—Ah, aquí estáis, vuestro padre y yo nos vamos a dar una vuelta por la playa, tenéis un pastel para el postre si os apetece, y fruta para merendar, seguramente vendremos por las 19:00 de la tarde.
—¡Gracias mamá!—Dijeron las dos.
—¡Gracias tía!—Dijo Sabrina. Se sentaron las tres. —Bueno, ¿y qué planes tienes para hoy?
—¿Hoy? Comer y pensar en todo lo que tengo que asimilar, ni siquiera sé si me lo voy a terminar.
—Eso sí es raro, Melania se termina absolutamente todo lo que hay en su plato, sin decir nada.
—Que se te muera un amigo no es plan precisamente de alegría.
—Sí, sí, lo sé, perdona.
—¿Y sabes cómo ha pasado esto? En fin, ¿por qué nos odia?
—Eso, ¿por qué nos odia?
—Pues no lo sé, debe de tener un rencor con todos los de mi generación, todos los hechiceros y hechiceras más fuertes de mi generación han muerto, la última que queda soy yo.
—¿Eres tú? y no tienes ningún protector o algo? Esa tía es muy peligrosa—Dijo Bianca.
—Eso mismo le dije yo—Jessica había aparecido dentro del avance.
—¡Jessica!—Gritaron las dos.
—Ya te he dicho que no necesito a nadie.
—De hecho no iba a decirte nada sobre el tema, pero me alegra que no soy la única que piensa así.
—¿Qué quieres Jess?
—Tengo datos que prueban una cosa, Amanda está utilizando magia oscura.
—Imposible.
—¿Qué es magia oscura?
—¿Y cómo funciona?
—La magia oscura no la tienes de elección, nace de los sentimientos negativos, como el rencor, la ira, la envidia, la codicia…—Explicó Jessica.
—Vamos, los siete pecados capitales—Interrumpió Bianca. —Ya me los sé, mi favorito es la pereza—Dijo riéndose.
—Esto es serio Bianca.
—Perdón.
—Amanda es una elemental, o lo era, Melania, por favor, no hagas ninguna locura, toda la energía que tenían tus compañeros la ha absorbido ella, es mucho más fuerte que antes y tiene estrategias para acabar con sus objetivos, y uno de ellos eres tú.
—¿Quieres que me quede aquí sin hacer nada?
—Seria una opción.
—Jessica.
—Solo piénsatelo.
—Está bien, tú ganas, tendré a dos guardaespaldas.
—Bien, ya verás que casi no notaras que están contigo.
Terminaron de comer, Sabrina y Bianca se quedaron dormidas dentro de la caravana mientras que Melania jugaba a las cartas con dos hombres grandes y musculosos, eran su guardaespaldas. La misión: proteger a Melania.
—Y os he vuelto a ganar.
—¿Cómo? debes de hacer trampas—Dijo uno de ellos, era calvo y sin nada de cabello en la cara.
—Yo nunca hago trampas, no me hace falta, siempre gano en esos juegos.
—De acuerdo, ¿qué hacemos ahora?—Preguntó el otro, con cabello y barba corta.
—¿No os estáis cansados de protegerme a todas horas?
—Si solo ha pasado una hora.
—Me gustaría estirar las piernas.
—¿Salir fuera? Ni hablar, ya sabes lo que ha dicho la profesora Jessica.
—Vamos, no me pasará nada, además, estáis vosotros para protegerme ¿no?—Sonrió. —Aunque no me hace falta vuestra protección—Pensó.