Hacía mucho tiempo que no sabía nada de mi padre, le había estado mandando mensajes pero se limitaba a dejarlos en visto. Tampoco le daba mucha importancia ya que siempre estaba ocupado haciendo sus cosas, así que supongo que es algo normal.
Hoy era el día del simulacro y solo pensaba en una cosa; que tocase en clase de filosofía para no tener que aguantar al profesor.
Aún tengo en la mente el mensaje que me dijo ayer Lara, no me dió miedo en absoluto, pero creo que es la señal que necesitaba para dejar de fijarme tanto en Dastan. Tampoco quiero buscarme problemas en mi primer año de instituto dónde no conozco a nadie.
— ¡Hola Farah! —Gritó Sofía desde la otra punta del pasillo.
— Ah, hola Sofía.
— Uy Farah... no nos conocemos desde hace mucho pero sé que te pasa algo.
— No me pasa nada, la verdad es que hace mucho que no sé de mi padre y lo echo de menos.
Realmente echaba de menos a mi padre porque es alguien en quien confío y le puedo contar siempre mis cosas. Es cómo mi psicólogo privado, pero desde hace más de dos semanas que no sé nada de él, y aunque intento no preocuparme, es imposible no hacerlo.
— Bueno no te preocupes Farah, ya verás como de aquí poco lo ves y todo estará bien. ¿Vamos a clase?
[...]
Estábamos en clase de filosofía cuando empecé a encontrarme mal y fui directamente al baño. De golpe empezó a sonar una alarma por todo el instituto que podría dejar sordo a cualquier persona.
No me lo puedo creer, ¿enserio?, estas cosas solo pueden pasarte a ti Farah.
Cuando intenté salir del baño, no podía, la puerta estaba atascada o alguien me había encerrado. Intenté salir con todas mis fuerzas, empujando la puerta e incluso dándole patadas pero era imposible, estaba realmente atascada.. Empecé a gritar a ver si alguien me escuchaba pero con la maldita alarma era imposible.
Esperé treinta minutos en el baño encerrada, menos mal que llevaba el móvil y pude entretenerme leyendo un rato. Cuando de golpe empecé a escuchar a gente venir.
— ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Que alguien me saque de aquí! —No paraba de gritar, necesitaba salir, estaba empezando a agobiarme.
— ¿Pero Farah se puede saber qué haces aquí? ¿Y el simulacro? —Exclamó Vicky
De todas las personas que podían llegar a encontrarme, tuvo que ser la mismísima directora. Definitivamente hoy no era mi día.
— Fui al baño, justo sonó la alarma y no podía salir, la puerta estaba atascada.
— ¿Se supone que debería creermelo? Un poco casualidad, ¿no crees? Bueno, no te preocupes, pero no puedo dejarte ir de rositas, como castigo esta tarde te vas a quedar a cuidar las flores del jardín del instituto.
Soplé y me fuí cabreada. ¿Acaso Vicky me ha visto cara de jardinera?
Me dirigía a mi taquilla a buscar mi uniforme de educación física cuando a lo lejos escuché a diversas personas reírse. Para mi sorpresa cuando me giré vi a Lara y sus amigas mirándome y riéndose de mí, mientras me señalaban con el dedo. Lo sabía. Sabía que había sido ella pero preferí ignorarlas y no agravar mi castigo, que suficiente tenía con lo que me había pasado hoy. Muchas veces la manera de demostrar la inteligencia es sabiendo ignorar aquello que no merece la pena, y por supuesto, esas chicas no la merecían.
Llegué al gimnasio y Sofía corrió hacía a mi como si hiciese veinte años que no nos veíamos.
— Farah por dios te había estado buscando por todos lados, ¿estas bien?
Yo solo asentí con mi cabeza, solo tenía ganas de correr para desahogarme del enfado y estrés que llevaba encima. Escuché como alguien me silbaba a lo lejos repetidas veces e intenté no hacer caso, pero a la tercera me giré enfadada y vi que era David.
— Oye Farah, hemos quedado todos en ir a comer esta tarde, ¿te apuntas?
— Imposible, me han castigado y tengo que quedarme esta tarde.
— ¡Joder Farah! Dos días aquí y ya la estás liando, otro día será.
¿El destino me estaba mandando señales para que no viese a Dastan? ¿O me mandaba señales para saltarme el castigo y verlo?
No me apetecía tener problemas así que volví a la pista y seguí con la clase.
— ¿Se puede saber qué hacías hablando con mi novio, señorita? —Dijo Sofia mientras se cruzaba de brazos.
— ¿No me digas que David es tu novio?
— Si, pensé que te darías cuenta, es el más guapo de su clase ¿a que si? ¿De que os conocéis?
— Si tú lo dices... —rodé los ojos— lo conocí este verano, con mis primos, nos invitaron a una fiesta y a partir de ahí hice buenas migas con él y sus amigos.
— ¿No me digas? ¡Yo estaba en esa fiesta! Que pena no haberte conocido antes —me dió un abrazo— seguramente te habrá invitado a la comida de esta tarde, pero me enteré de tu castigo y es una pena que no puedas venir.
Yo no sé como se lo hace Sofía pero se entera de todo siempre.
[...]
Regar plantas es una de las cosas más aburridas que he hecho en mi vida, estaba deseando salir de aquí para irme a mi casa, es de lo único que tenía ganas hoy.
Cuando por fin acabó mi castigo y salí del instituto para irme a mi casa, me envió un mensaje Sofía con una foto de todos comiendo en el restaurante, me daban mucha envidia, pero de la sana, ya que son personas que aunque las conozca de poco tiempo les he cogido mucho cariño, sobretodo a Sofi.
— Mierda acabo de perder el puto autobús, de verdad, vaya día de mierda.
Empecé a coger camino hacía mi casa cuando se paró un coche negro a mi lado. De primeras no quise ni mirar, ¿y si me secuestraban? Hoy no puede pasarme nada peor. Me decidí y tomé un fuerte respiro antes de girarme.
— Sube Farah, te llevo a casa.
— ¿Dastan? Gracias pero no, estoy bien. Lo que me faltaba era que encima me llevases a casa y nos viera Lara, entonces ya mi día acabaría perfectamente.