Entonces de pronto la música comenzó a sonar de nuevo y varias parejas volvieron a dirigirse a la pista, deseosos por disfrutar.
– Querida, te invitaría a bailar encantado, pero estos débiles huesos no son lo que eran. ¿Porque no la invitas Max? – le cuestiono como siempre tomando la delantera por el resto y es que siempre estaba queriendo que Max saliera de su caparazón.
Lo hacía sin darse cuenta de que eso era lo que este menos deseaba debido a lo nervioso que se encontraba, aunque debía reconocer que se debía a que lo quería y deseaba lo mejor para él. Entonces, aun cuando se sentía terriblemente inseguro por encontrarse en aquella situación, tomo una decisión; pues no deseaba hacer sentir mal de ningún modo a Renée, así que la volteo a ver.
– ¿Te gustaría bailar? – le pregunto con inevitable timidez.
– Claro, de hecho sería un verdadero placer – respondió con una sonrisa y es que siempre le había gustado bailar, solo que no solía hacerlo a menudo debido a su trabajo y por supuesto a que nadie le invitaba.
Max entonces le tendió la mano de forma cortes, la cual esta tomo dirigiéndose juntos hasta donde el resto bailaba. Él entonces coloco una de sus manos en su cintura con algo de pena, en tanto que ella la coloco en su hombro comenzando a moverse por entre el resto de las parejas con armonía. Por desgracia fue de ese modo solo por algunos segundos, hasta que de pronto esté la piso por accidente, lo cual causo una visible expresión de dolor en el rostro de Renée.
– Lo siento mucho, esto no ha sido una buena idea. No soy un buen bailarín – se disculpó en verdad apenado por lo que había hecho y es que aunque podía ser un verdadero haz en otros aspectos de su vida, cuando se trataba de mujeres era más bien tímido.
– Descuida, que no ha sido nada. De hecho estos zapatos me quedaban un poco grandes, pero lo acabas de solucionar – bromeo quitándole peso al asunto.
– Por favor, no me escuses – le pidió convencido de que debía encontrarse molesta.
– No lo hago, descuida – le aseguro convencida de que era de ese modo.
– Lo cierto, es que estoy nervioso. No suelo venir a estas fiestas que organizan y es que no es mi circulo – confeso volteando a su alrededor, consciente de que no pertenecía a aquel lugar.
– ¿Entonces porque has venido? – le cuestiono, ya que de ser ese el caso no veía el motivo de su presencia.
– Por mi tío – le respondió volteando a verlo, mientras este platicaba de forma animada.
– Prefiero que no maneje de noche, no ve muy bien y me preocupa. Sin embargo, ya que se ha negado a contratar a un chofer para que lo ayude, me toca a mi ocuparme de ello. Además insistió en que debíamos venir aquí – explico.
– Es muy lindo de tu parte – le aseguro, pues verlo genuinamente preocupado por el bienestar de Lucas le gustaba.
– Se trata de lo mínimo que puedo hacer por él después de todo lo que ha hecho por mi – afirmo, viéndolo con cariño.
Renée entonces se le quedo viendo con agrado por lo que se había dado cuenta y es que descubrió que se trataba de un buen hombre, de hecho mucho mejor a los que nunca había conocido. Eso en verdad le agrado, pues era consciente de que tomó la decisión correcta al dejarlo a él como encargado de la empresa.
– Si te soy sincera yo tampoco estoy cómoda en este lugar – reconoció.
– ¿Quieres ir a hablar a otros sitio? – le propuso.
– De hecho te lo agradecería desde el fondo del alma – acepto más que feliz porque saliera de ella la idea.
– Vamos entonces – le insto comenzando a caminar.
Ambos entonces se dirigieron al salón contiguo, en el cual permanecieron en silencio hasta que Max no lo soporto más y la volteo a ver.
– Espero que no tomes esto como un atrevimiento de mi parte, pero quiero darte un consejo – se aventuró a decir, aun a riesgo de meterse en donde no le llamaban.
– Claro, hazlo – le ánimo, intrigada por lo que se pudiera tratar.
– Veras, sé que tienes que mostrarte fuerte ante esta familia y que eres una mujer valiente, porque así me lo has demostrado. No obstante, te pido que tengas mucho cuidado – le pidió en verdad angustiado por ella y su seguridad.
– Lo dices como si supieras algo que yo no, ¿de qué se trata? – indago, consciente de que si se atrevía a decirlo era por un motivo en verdad importante.
– Solo puedo decirte que con esta familia no hay que jugar, lo he aprendido por experiencia propia y me gustaría que tú no te vieras en la terrible necesidad de vivirlo.
– ¿Tan mal ha sido? – le pregunto acercándose a él cada vez más intrigada.
– No son buenas personas, en verdad que no lo son y es que el que luzcan como seres educados no los exime de ser unos verdaderos salvajes. Son capaces de todo por conseguir lo que desean y temo que en estos momentos tu te encuentras justo en medio y no se tentaran el corazón para quitarte de ahí – le revelo, sintiendo que era su responsabilidad el hacerlo.
– Aprecio mucho que me digas esto, en verdad lo hago. Aun así tranquilo, pues soy más dura de lo que todos pueden pensar – le tranquilizo, aun cuando en el fondo sus palabras si le habían dejado preocupada.
– Eso espero, porque me temo que necesitaras serlo – le dijo tornándose más sombrío, lo cual solo lo volvía peor.
En cambio, sabía que no podía asustarla sin motivo. No lo aria a menos que fuese inevitable, así que pronto cambio su semblante.
– Al igual que tú, después de todo te encuentras en medio de igual manera y lo estas por mi causa – reconoció, dándose cuenta por primera vez de que tal vez no había tomado la mejor decisión o al menos no cuando no le había tenido en cuenta.
– ¿Qué quieres decir con eso? – pregunto un tanto confuso.
– Bueno, es que como nuevo presidente de la empresa te encontraras justo en la línea de fuego; claro si es que has aceptado – se dio cuenta entonces de que no lo tenía del todo claro si es que había accedido y es que solo había dado por hecho que lo hizo.
– En efecto he aceptado, pero no tienes nada de que preocuparte. He trabajado por años para ellos, se muy bien como salir del paso; además no dejare de ser un empleado, solo que ahora trabajare para ti – admitió.
– En parte tienes razón, pero no puedes olvidar que tendrás mas poder y eso no les gustara – le recordó.
– No lo será, en efecto; pero eso no me detendrá, puedes confiar en mi.
– Me alegra mucho que lo digas y es que es un gusto tener un amigo como tú.
– ¿Amigo dice? – le pregunto un tanto sorprendido por eso.
–Claro o ¿es que acaso no podemos serlo? – le cuestiono un tanto extrañada porque fuese el caso.
–Por supuesto que si somos amigos y como tal te ayudare en todo cuando sea necesario – afirmo.
Ambos entonces regresaron al salón y hasta la fiesta.
Paso el resto de la fiesta con ellos, disfrutando de la ocasión; pero también siguiéndolos mientras le presentaban a los socios de la empresa y grandes empresarios de la ciudad, a quienes dejo fascinados. Ninguno de ellos sabía quién era en realidad, pero aun así estos buscaban que la conocieran para cuando llegase el momento de que tomase el control de la empresa y es que cuando ocurriese, lo mejor sería que fuesen conscientes de lo inteligente que era.
En ese ambiente nunca se estaba de más tener contactos y buenas relaciones con aquellos que pueden brindarles su favor y Lucas quería darle al menos esa ventaja.