La herencia maldita

Capítulo 20.

Paola.

Cuando este idiota le dijo a Thomas que yo era su prometida, el primer deseo fue refutar todo de inmediato y exigirle una explicación, pero al ver la cara de sorpresa y decepción de Thomas, decidí continuar con el juego. No tenía ni idea de por qué lo hacía Felipe, pero en mi cabeza rápidamente nació un plan perfecto como deshacerme de las incomprensibles insinuaciones del policía y vengarme del vecino.

- Querido, paga trescientos francos a Thomas. Fue muy amable al prestármelos cuando terminé en Zermatt sin billetera. - le dije cariñosamente, abrazando mi "novio".

Felipe trato de esquivar mi trampa, diciendo que no tenía dinero en efectivo, esperando que yo fuera tan tonta y no supiera que vivimos en un mundo de nuevas tecnologías y transferir dinero ahora no es un problema. Así que todavía tenía que desembolsar y devolverle a Thomas el dinero que yo gasté únicamente en mí, paseando por la ciudad.

Tomando las bolsas de súper de las manos de Felipe descontento, fui a la cocina, dedicándole una de mis sonrisas más graciosas. Puse la comida, que compré en el super de la ciudad, en el refrigerador y puse el agua en microonda para tomar el té con bombones de chocolate increíblemente deliciosos. Pero mi vecino no me dejó disfrutar de los dulces en paz. En principio, estaba esperando su aparición y ya le tenía preparado un discurso con acusaciones de mentirle a mi nuevo conocido, poniéndome como una tonta.

- Lo dije eso por ti, porque este pueblo no es París para ti. Las noticias viajan rápido aquí. La gente dirá que una mujer soltera vive en la misma casa con un hombre soltero. Fíjate, - levantó su dedo índice hacia el techo, y yo lo seguí, - estaba salvando tu reputación, así que es tu deber moral devolverme mi dinero.

- ¿Qué noticias? ¿Qué vivimos juntos, pero no revueltos? Déjalos hablar. – dije tranquilamente, sacando mi té de la microonda.

- Es en Paris a la gente importa poco, que hablen de ti, - contestó Felipe. - Pero en este ingenuo en su pureza pueblo, unido por los chismes y la ausencia de otras noticias, la buena reputación extremadamente importante. ¿Espero, que tú sabes lo que es?

- Me importa un carajo lo que dirán, - dije, abriendo una caja de chocolates. – Sé que no es así.

- ¿Qué no así?

- ¡Que no voy a pasar las noches contigo!

- ¿¡Si!? – de repente se alegró él, - ¡¿así que decidiste aceptar mi oferta de comprar tu parte y volver a Paris?! Puedo ayudarte a recoger tus cosas y llevarte a Zermatt.

- ¡Ni siquiera sueñes! No pienso ir. - se escapó de mí en contra de mi voluntad. Después de todo, eso era exactamente lo que quería. Véndele rápidamente la herencia y salir de aquí lo antes posible.

- Si te quedas, entonces tu reputación a los ojos de la comunidad del pueblo se verá completamente empañada. Tienes que fingir ser mi novia, si no abandonas la idea de instalarte en el castillo.

- Cuando una persona no tiene nada que esconder, entonces no tiene nada que temer y mentir, - objeté, recordando las viejas chismosas en el restaurante.

- Por supuesto, para las mujeres como tú y tu madre, una buena reputación no tiene ninguna importancia, – dijo Felipe.

- ¿Mi madre? – no entendí.

- Si, porque ella era la amante de mi padre y causante de la separación de mis padres. Todo el pueblo sabe.

- No digas tonterías. Eso era en el siglo pasado, ya nadie recuerda nada. – contesté tranquilamente, pero por dentro me dolió mucho escuchar estas palabras sobre mi mamá.

Sospechaba que entre ella y viejo duque había algo más que la pintura, pero estaba segura que mi madre nunca se juntaría con un hombre casado, porque nunca perdonaba la infidelidad en un matrimonio.

- No estaría tan seguro. – dijo Felipe. - La memoria en este pueblo podría ser larga. Por cierto, me debes devolver mi dinero.

- ¿Que dinero? - Hice una mueca de sorpresa a propósito. - ¡No te debo nada!

- ¿Cómo?¡Le pagué a Thomas los trescientos francos que te prestó! – exclamó él.

- No, no es así. Thomas le prestó el dinero a tu prometida, no a mí. - Me reí. - Así que no sé nada.

- A partir de ahora, ni me pidas que te ayude, ¡no me importa quién te moleste, ratones u ovejas! - juró y enfadado cerró de un portazo la puerta de la cocina.

Antes de que pudiera respirar libremente, la puerta se abrió de nuevo y Felipe corrió hacia la mesa y agarró mi caja de bombones.

- Por lo menos me llevaré mis bombones, - dijo bruscamente.

- ¿Lavaste las manos? - La agarré por el otro lado.

- ¡Tengo derecho a comer mis dulces incluso con las manos sucias! - explotó.

- Pues no, estos son mis bombones. ¡Los compré yo!

- ¡Pero con mi dinero!

- ¡No con el tuyo, sino con el dinero de Thomas! - Tiré de la caja hacia mí, sin esperar que él la soltara.

Me caí en una silla, los dulces esparcieron sobre la mesa y algunos cayeron al suelo. De alguna manera Felipe miró con tristeza la imagen completa del desastre que provocó y siseó:

- ¡Perra!

Se fue y podía alegrarme que diera una lección a Felipe, pero no me sentía satisfecha. Gané los dulces, pero las ganas de comerlos se habían ido. En ese momento, me di cuenta de que nuevamente, como una tonta, rechacé la oferta del legítimo heredero del castillo, sin siquiera escuchar su oferta. "Y luego tampoco le devolví el dinero." - me regañé a mí misma. Aunque trescientos francos era una cantidad bastante grande para mí, pero no era crítica, ya que tenía el sobre de Ro sin tocar. El caso fue que de alguna manera lograba atacar a Felipe con mucha facilidad.

En principio yo no era para nada una persona conflictiva, siempre evitaba los escándalos y no provocar a la gente, pero con él a mi lado era como si estuviera poseída por el diablo. Yo misma estaba impactada con mi comportamiento. ¿Por qué me molestó tanto? No pude entender esto. Sí. Al principio no estaba actuando como un caballero, pero luego ayudó a atrapar los ratones, hoy ayudó con las ovejas, llamó a la policía y por mi culpa recibió un golpe en la nariz. Tuvimos una buena charla anoche y podríamos haber llegado a un acuerdo. Entonces, ¿qué pasó hoy? Mamá.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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