La herencia maldita

Capítulo 23.

Felipe.

Después de hablar con el alcalde del pueblo, mi malentendido sobre el comportamiento de mi padre se intensificó. Resultó que gastó todo su dinero recibido de los dividendos de nuestra empresa en las necesidades de los aldeanos, o mejor dicho, simplemente los regaló a la cooperativa. Gracias a Dios que los viñedos y la tierra quedaron en propiedad del castillo.

- Fue idea suya crear una cooperativa. Ahora todo lo que podamos ganar se destinará a las necesidades de Zermatt. Ahora podemos crear nuevos puestos de trabajo, la posibilidad de desarrollar el negocio turístico. Su padre hizo mucho por nosotros, y en memoria de él decidimos cambiar el nombre de nuestro pueblo Zermatt a Zermatt Buol. - dijo el alcalde, un hombre activo de unos cincuenta años. - Ya he enviado los documentos a la capital con esa petición.

"Sí, esa será la única ganancia que obtuviera mi padre". - Pensé.

No es que yo fuera una persona demasiado mercantil y calculadora, nuestra empresa donaba regularmente medicamentos a varias fundaciones benéficas, pero lo que hizo mi padre no me entraba en la cabeza. Dichos casos debían ser manejados por el gobierno, los ministerios de bienestar ciudadano o los sindicatos, pero no por un individuo privado.

El alcalde me mostró la bodega, que estaba formada por seis secciones: recepción, control de calidad, adaptación de unidades de carga, almacenamiento, preparación de pedidos, dos despachos, y los viñedos.

- Por insistencia del Señor Von Buol pudimos conservar las cepas antiguas y este año planeamos sacar los primeros tres mil litros de vino. Con el tiempo, esperamos llegar a veinte mil. - dijo el alcalde con entusiasmo.

Me reí de sus ambiciosos proyectos. Una cosa es vender tres mil litros, y otra muy distinta colocar los veinte mil, sobre todo teniendo en cuenta el estrechamiento del mercado, pero no discutí.

- Es muy posible. Pero esta tierra pertenece a mi familia. - dije, acercándome a un incomprensible edificio, que por sus formas me recordaba a mi castillo en miniatura. - ¿Eso es también en memoria de mi padre?

- Por supuesto, esta es nuestra primera atracción, balneario “Aguas del amor”.

- Bonito nombre. Entonces, ¿qué hay de mis tierras?

- Todos los pagos por el uso de las tierras se pagaron a su padre en virtud de un contrato de arrendamiento, del cual pagó el préstamo tomado. - dijo confiado el alcalde, dejándome pasar al edificio del balneario. - Cuando su padre ofreció su terreno para la construcción de un balneario, pensamos que podría ser una mina de oro. Vamos, usted debe ver esto.

Desde niño sabía de la existencia de manantiales curativos en nuestras tierras, pero no tenía ni tiempo, ni ganas para dedicarme a eso, sobre todo porque no creía en los cuentos de hadas de mi abuela, que afirmaba que el agua de nuestros manantiales aumenta la fertilidad. Tales leyendas había en casi todos los lugares, pero el desarrollo, el estudio, la construcción y especialmente la publicidad requerían mucho dinero y en el noventa por ciento de los casos no ayudaron en absoluto, excepto que tuvieron un maravilloso efecto relajante.

 - El domingo habrá la inauguración y espero que usted esté presente como el heredero de su padre.

- Lo intentaré, - respondí mecánicamente, completamente desconcertado.

No entendí nada en absoluto. Por dos millones de francos fue imposible construir todo lo que vi. ¿De dónde sacaron el dinero para todo esto?

- Disculpe, pero no solo mi padre invirtió dinero en este negocio. - Dije, señalando con la mano alrededor.

- No, todos los habitantes de nuestro pueblo se involucraron en este proyecto, invirtieron todos sus ahorros, pero la idea y la principal ayuda fue de su padre. Se puede decir que revivió nuestro pueblo y nos dio la esperanza. Primero se aseguró de que la vía estuviera reparada, luego pidió un bus a la ciudad, después consiguió todos los permisos y resolvió el tema con el balneario. Su padre era una persona increíble. Zermatt amaba como nadie. - suspiró el alcalde.

- Así era increíble, - suspiré también, pero por una razón completamente diferente.

- Incluso tomé un préstamo del banco, empeñando el castillo.

- ¿Qué préstamo? ¿Cómo empeñó el castillo? - exclamé ante la noticia.

- Verá, al principio no pensamos en abrir el balneario, teníamos suficiente dinero para viñedos y una bodega, pero hace dos años su padre mandó las aguas de los manantiales a analizar y en nuestras fuentes encontraron algún tipo de elemento que ayuda con la fertilidad. Así que su padre concibió este balneario y pidió un préstamo del banco para su construcción. - explicó el alcalde.

- Espera, no entiendo. El testamento no decía nada sobre este balneario. Si mi padre tomó un préstamo para la construcción, entonces este centro debería pertenecer a mi padre, pero no se dijo nada en el testamento. ¿Cómo explicarlo? - Estaba indignado.

En algún lugar de mi alma me asumí que mi padre regalara dos millones de francos a esa gente. Al fin y acabo era su dinero y podía disponer de él como quisiera, pero un préstamo bancario incomprensible y un castillo hipotecado, esto era el colmo de la imprudencia por su parte y un gran problema para mí.

- Señor Portman, nuestra gerente se enfermó repentinamente, la llevaron al hospital, ¿cómo vamos a abrir ahora? - gritó una chica que salió corriendo por una de las puertas del centro.

- ¿Cómo se enfermó? ¿Quién dio permiso? - le preguntó el hombre claramente preocupado.

- Algo con el corazón, - respondió ella. - ¿Qué hacemos? Después de todo, ninguno de nosotros entiende de contabilidad.

- Está bien Anchen, pensaremos en algo. - dijo y se volvió hacia mí. - Disculpe, señor Von Buol, tengo que dejarle. Surgieron cosas imprevistas, pero usted puede verlo por sí mismo.

- Gracias, - respondí y caminé por el pasillo.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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