La herencia maldita

Capítulo 50.

Paola.

 

Me desperté en el coche de Vitteli. Conducíamos por un camino oscuro, mi madre estaba sentada a mi lado en el asiento trasero, abrazándome por los hombros y gritándole a Adriano que manejara más rápido al hospital.

- Mamá, - susurré. - ¿Esto es cierto?

- Ah, querida, ¡cómo me asustaste! – exclamó ella, besando mi frente.

- ¿Esto es cierto? - Repetí mi pregunta.

- ¿Qué?

- ¿Soy la hija de Paul Von Buol?

- Sí, querida, eres su hija.

Su respuesta sonó como una sentencia y ejecución al mismo tiempo. Una sentencia a todos mis planes de una vida feliz con la persona a la que amaba con todo mi corazón y la ejecución de mi norma moral. Los recuerdos de cómo gemía de placer, disfrutando de los placeres sexuales con mi propio hermano, me hicieron vomitar. Todo eso me parecía tan sucio, tan insoportablemente terrible para mí, que sollocé desconsoladamente.

- ¡¿Por qué no me dijiste sobre esto antes?! ¿Por qué me lo escondiste? ¿Por qué me enviaste aquí, a este lugar, regalándome esta herencia maldita? - Culpé a mi madre.

- Cálmate, querida. No te lo dije nada sore tu verdadero padre, porque no quería que te hicieran daño. Viste a Matilde, ella es capaz de las cosas más terribles y Paul resultó ser una persona demasiado débil y no pudo protegerme en aquel momento. Por lo tanto, estaba segura de que no podría protegerte de las maquinaciones de su esposa. Lo siento, no quise lastimarte con esta noticia.

- ¡¿Noticias?! ¡Sí, acabas de matarme con esto!

- No hables así, ya verás, todo se calmará. – dijo mamá con calma.

- ¡¿Calmará?! ¿Cómo puedes decirlo? - Tenía muchas ganas de decirle que, por sus miedos de decirme la verdad, me enamoré de mi propio hermano y le hice el amor, pero la vergüenza y el autodesprecio no me permitieron pronunciarlo en voz alta.

- Créeme, nada cambiará en tu vida. Matilde ya no tiene el poder que tenía antes y yo no soy una niña inocente.

- No, mamá, ya no será mi vida como antes. - dije y aullé como un animal herido.

Llegamos al hospital, el mismo donde hace poco estábamos Felipe y yo, cuando se torció el tobillo. En ese momento sonó el teléfono de Vitteli, contestó y luego dijo:

- Es Felipe.

- ¡Apaga tu teléfono! ¡No quiero oírlo! ¡No quiero escuchar nada de él! - grité, porque era imposible oír la voz, que ahora me provocaba un reflejo nauseoso.

Adriano apagó su teléfono y lo puso en su bolsillo. Los camilleros corrieron hacia nosotros, rápidamente me pusieron en una silla de ruedas y me llevaron al examen. Como en aquella vez me hicieron todas las pruebas y exámenes posibles, porque mi madre dijo que ella pagaría todos los gastos. Pasé toda la noche en el hospital para que me examinaran y de alguna manera me calmé. Pero por la mañana vino a verme el médico.

- ¿Qué pasa con ella? - Mamá saltó de mi cama hacía él.

- Está bien. La presión arterial de su hija se desplomó de golpe, por eso ella se desmayó, pero en su estado, eso es algo normal. - sonrió el médico.

- ¿En qué estado? - preguntó mamá.

Me miró a mí, luego a mi madre, después a Vitteli y de vuelta a mi madre.

- Su hija está embarazada. El plazo es todavía muy corto, dos o tres semanas, pero hay que tener cuidado. - respondió el médico. - Por lo tanto, sería mejor que se quedara una noche más en el hospital.

Ayer pensé que en mi vida no pasaría nada peor, pero me equivoqué. No pensé para nada que pudiera estar embarazada de Felipe, aunque él mismo dijo, que no usaba protección porque quería tener hijos de mí. ¡Dios, qué tonta soy! ¡Qué hemos hecho! Tener un hijo de mi propio hermano, era simplemente insoportable para mi cerebro.

- ¡No quiero! ¡Sácalo de mí! - Grité histéricamente, saltando de la cama.

- Cálmate, mi niña, cálmate. - Mamá me abrazó y llevo a la fuerza a la cama. - Está claro que últimamente te han caído demasiadas noticias.

- ¡No quiero a este bebé! - grité. – ¡No quiero!

- Voy a pedir una inyección, para calmarla, - dijo el médico.

- ¿No le hará daño al bebé? -  preguntó ella.

- Por supuesto que no, - sonrió el doctor nerviosamente y se fue.

- ¿Qué te pasa, querida? ¿Por qué reaccionaste así? Dime la verdad, ¿te violaron? - Mamá preguntó emocionada. - ¿Quién es este bastardo? ¿Felipe?

- ¡No, mamá, si me hubiera violado, no me sentiría tan mal! ¡Yo misma lo deseaba con locura!

- ¿Entonces qué pasó? ¿Quién es el padre de tu bebé?

- Mi hermano, madre. El padre de mi hijo es mi propio hermano. ¡Si me hubieras dicho la verdad antes, nada de esto habría pasado! - Grité en su cara.

- Cariño, no tienes hermanos. ¿De quién estás hablando? - Mamá no entendió.

- Te estoy hablando sobre el hijo de Paul Von Buol, de Felipe. ¡Me acosté con él, porque me enamoré de él locamente! - Confesé, sollozando desconsoladamente.

- Felipe es hijo de Matilde, pero no de Paul. – dijo mamá con firmeza.

- ¿Cómo es esto? - De repente dejé de llorar.

- Paul nunca compartió la cama con su esposa. Eso es lo que me dijo, cuando me encontró en París. Le creo, porque nunca me mintió. Se vio obligado a casarse con Matilde, o más bien con su dinero, pero nunca la amó. Felipe puede ser hijo de cualquiera, pero no de Paul. Pero tú eres la verdadera duquesa de Zermatt. – dijo mamá, acariciando mi cabeza.

- Entonces, ¿no somos hermano y hermana? - Volví a preguntar para asegurarme.

- Por supuesto que no. - Mamá sonrió y preguntó, - Entonces, ¿este es su hijo? Ahora entiendo por qué te desmayaste y porque él quería verte. Lo siento, no sabía que no conocías estos secretos de Matilde. Pensaba que él te ha hecho daño, porque no quisiste hablar con él por el teléfono, y no deje entrar.

- ¿Él estuvo aquí?

- Si, anoche.

¡Dios! Me sentía tan aliviada, como si me quitaran una piedra pesada de encima, incluso se me hizo más fácil respirar. Me sentía eufórica, por eso no entendí bien las últimas palabras de mi madre. Toqué suavemente mi estómago y mentalmente dije:



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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