"La Hija de Cupido"

• Capítulo 14 •

- Leonardo - susurre,mientras intentando llamar su atención,lo cual, a estas alturas era casi imposible.

Él siguió con la mirada perdida observando el paisaje tenebroso del bosque que se extendía frente a nosotros.

Nos encontrábamos fuera de la mansión, de cara al bosque nocturno, que poseía un aspecto espeluznante, las copas de los árboles parecían rasgar el cielo, que poco a poco iba siendo cubierto de nubes de lluvia anunciando la tormenta que se avecinaba, los búhos hacían esos extraños sonidos tan característicos de ellos, y las aves volaban veloces en busca de refugio para la cercana lluvia, proyectando solamente sus sombras al pasar.

Este era sin dudas el paisaje más terrorífico que había visto. Amaba el bosque, pero, de día, no con una vista nocturna. Tenía miedo, por mi. Y por Leonardo. En especial por él.

Antes de que pudiera preguntar que planeaba hacer, me cargo al estilo princesa rápidamente, ganándose un ruidoso respingo de mi parte. Él estaba molesto,y yo lo sabía, así que atine en sujetar con fuerza la mochila llena de ropa que había preparado. Me cargaba al igual que una bebé, y me sentía protegida en sus fríos brazos,mientras apoyaba mi cabeza contra su hombro. Sin aviso previo comenzó a correr a una velocidad impresionante, pasando los árboles con agilidad, haciendo que estos sean tan solo borrones en mi campo visual, una sensación de nauseas me invadió, así que no tuve más opción que cerrar los ojos.

- Leo? En cuanto tiempo llegaremos? - pregunté intentando controlar las nauseas.

- en 2 horas, tal vez 3 - respondió casi inaudible, su voz se fundía con el viento rápido que circulaba entre nosotros .

- no creo que aguante tanto - respondí aspirando aire aun sin abrir los ojos.

Leonardo al oír esto se detuvo abruptamente, obligándome abrir los ojos para observarlo.

- eres un jodido grano en el trasero Alexandra - soltó irritado poniendo los ojos en blanco.

Cuando estaba apunto de responder eso con un insulto, se me adelanto, de nuevo.

- observa bien mis ojos - ordenó enojado.

Y aún con el insulto en la punta de mi lengua intenté obedecer por una puta vez en mi vida.

Me fije en sus ojos que iban cambiando drásticamente de color de olivo y miel a un morado brillante, era hermoso e hipnótico. No deseaba despegar mi vista de ellos ni por un segundo, Leo movía los labios pero no escuchaba lo que decía en absoluto, verdaderamente era hipnosis lo que se encontraba aplicando en mi.

Mis párpados comenzaban a pesar,parpadeaba para mantenerme despierta, pero era como ir en contra de la corriente, simplemente inútil, sin dar más vueltas,cerré mis ojos, dejándome llevar por el sueño. Lo ultimo que pude escuchar antes de sumergirme por completo en la inconsciencia fue...

"Duerme mi terca Alexandra".

...

El olor a comida inundaba mis fosas nasales, haciendo imposible el seguir durmiendo,me removí sobre la superficie blanda y desconocida en la cual me encontraba. Lenta y pesadamente abrí los ojos,observando la extraña habitación en la que me encontraba.

Era una especie de cabaña rústica, toda hecha de madera, me encontraba recostada en una cama matrimonial en medio de la habitación,había una televisión y un armario pegado a una de las paredes, a lado de una puerta que seguro sería del baño, además de unos ventanales que dejaban a la vista la clara figura de la luna, unas mesitas estaban a cada lado de la cama, sobre una se hallaba una lampara prendida dando así un poco de luz a la oscura habitación ,y sobre la otra una foto mía de hace no mucho tiempo atrás. La foto era bonita, tenía puesto una camiseta roja y unos jeans, era en un atardecer en la playa, recordaba ese día a la perfección, habíamos quedado en ir con Mel y Meg allí. Ya no era extraño que Leonardo tenga una foto mía por aquí, ya que, estaba segura que era su casa.

Todo era rústico pero al mismo tiempo elegante. El olor a comida volvió a despertar a mi organismo con hambre, mi estomago soltó un rugido clamando por comida, decidí ir a ver donde se encontraba Leo, baje de la cama con los pies descalzos tocando el frío piso de madera.

Me dirigí hacia la puerta, y salí hacia el exterior descubriendo que había un pasillo donde se encontraban por lo menos 3 o 4 puertas más. Al final del pasillo se hallaba una escalera totalmente de madera,así que esta era una casa de dos pisos.

Baje las escaleras arrastrando los pies con pereza, observando todo con curiosidad, al final de la escalera se encontraba lo que sería la puerta principal de la cabaña, a la derecha una sala con una chimenea prendida, varios sofás en negro, un tv plasma, y una peluda alfombra cubriendo el piso. Tendría que preguntarle a Leo de donde sacaba tanto dinero.

A la izquierda se encontraba una puerta que daba a la cocina y el comedor, había un refrigerador,una mesa de madera con 6 sillas todas de madera, un lugar para el lavado, y unos cuantos estantes con ingredientes, entre otras cosas.

Leonardo se encontraba sin camiseta frente al fuego cocinando algo en el sartén con agilidad, bastante concentrado por lo visto, aunque dudaba que no haya notado mi presencia.

- debes de tener hambre, siéntate, ya enseguida lo quito - ordenó gruñón como siempre. Es que nunca estaba de buen humor?

Sin ganas de discutir,me senté observando como se movía rápidamente por la pequeña cocina, echando especias y otras cosas en el sartén. Me tome la libertad de observar su físico de espaldas, hombros anchos y blancos, tenía un aspecto bastante suave, aunque yo sabía bien que así era, suave como la porcelana, sus pantalones colgaban un poco dejando a la vista sus boxers, lo más atractivo sin dudas era su trasero, grande pero no tanto,la medida perfecta, sin darme cuenta me encontraba mordiendo mi labio inferior fijándome en su anatomía.

Era muy irresistible, de hecho, demasiado.

Sin pensar un segundo, me puse de pie acercándome hacia él, observando lo que hacía, él en cambio ignoraba mi presencia, lo cual hacía querer provocarle o irritarle de alguna manera.




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