La Hija de Jesús: El comienzo de un camino

13

Días después Sara disfrutaba del paisaje en silencio sobre la carreta del señor Hari. Los días luego del festival estuvieron muy tranquilos, demasiado para su gusto luego de lo ocurrido en la tienda. Cuando salió corriendo no se dio cuenta hacia qué dirección tomaba. Solo reaccionó cuando tropezó con Uma. No solo ella tenía curiosidad por esa repentina carrera, todas las chicas tenían ganas de saber la razón.

Pero me era imposible…

Era incapaz de decirle la verdad a Uma y ver la decepción cubrir sus ojos. Solo pude decirle que era mis ánimos por el festival. Siendo sincera no sé si me creyó, pero el tema se dejó atrás.

Tres días después seguía sin saber nada de Narendra, más tarde supe que había salido hacia el Rio Ganges, el General Jaidev también partió. Pero antes de eso no tuve oportunidad de hablar con él, porque había quedado demasiado claro de que los dos nos habíamos equivocado.

—¿Se siente mal señorita Sara?

Volteo mi cabeza para ver al chico que llevaba la carreta a mi lado. Era un niño de solo 17 años que empezó a trabajar desde muy joven. Y él es quien se encarga de transportarnos a mí y a Uma cuando lo necesitamos. Niego con una sonrisa asegurando la cesta vacía en mis manos para que no cayera por lo inestable del camino.

—No se preocupe Hari, todo está bien.

Volvió a centrarse en el paisaje intentando olvidar la voz constante de sus pensamientos en su cabeza. Uma quería hacer este viaje pero Sara le pidió a ella que la dejara irse, casi le rogó. A Uma le pareció muy raro al principio, pero Sara la convenció por completo cuando le dijo que tenía personas a la que atender. Pero lo único que necesitaba Sara era estar alejad de la tienda en donde no deja de pensar en ese día.

A las afueras de la ciudad hay una granja de varias hectáreas de tierra en donde vive una familia que la ha trabajado por años. Pero desde hace unos años los hijos han tomado la rienda del lugar, los gemelos Arya y Anard. 

De ahí salen todas las hierbas para las infusiones y remedios. En ocasiones ellos hacían entregas al mercado y les llevaban todas las hierbas, pero en otros momentos una de ellas dos era la que hacía el viaje hasta la granja.

Sara saludó a los gemelos con alegría, hace mucho que nos los veía. Y mientras Anard recogía las hierbas Arya y ella bebían té. Hablaron de todo lo ocurrido durante el tiempo que no se vieron. Me dijeron que se iba a comprometer pronto y solo pude felicitarla. Me mantenía al tanto de la conversación respondiendo a todo lo que ella tenía por decir, pero mi mente no estaba en ese lugar.

Quería olvidarme de eso, en verdad quería hacerlo, pero me era imposible. En ningun momento de la declaración del joven Narendra se me pasó por la cabeza la idea de corresponderle. Él era un muy buen partido, pero conocía los sentimientos de mi amiga y no podía hacerle eso. También por otra parte… no podía engañarlo sintiendo algo que no es real. 

A pesar de todo… mi corazón solo latía por una persona sin importar la edad y el tiempo.

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba. Cuando estuve a punto de despedirme unos pasos me interrumpieron y no me esperé ver a Narendra correr hacia mí. Me pregunté cómo había llegado tan rápido, pero ver a su caballo a los lejos me respondió la pregunta—Sara—dice cuando llegó frente a mí.

Intenté mantener la calma, pero no era lo mismo desde ese día—¿Qué hace aquí Joven Narendra?

—Necesito hablar con usted.

—Le pido que me deje ir, no es necesaria esta conversación, olvidaré sus palabras—intenté pasar a su lado pero su mano en mi antebrazo lo impide—Suélteme por favor.

—Necesito hablar con usted, quiero que veas mis sentimientos.

—Esos sentimientos no existen—me estaba desesperando. Quería salir corriendo y no precisamente por el desespero del hombre frente a mí—Suélteme.

—¡Tienes que sentir lo mismo que yo!—gritó dejándome paralizada de miedo. Ni siquiera pude quejarme de dolor porque aumentó la presión en mi brazo—¿Crees que alguien más va a quererte cómo esposa? Tu deber solo es conmigo y nadie más, tu deber es ser mi esposa, ¡Solo mía!

—Te dijo que la soltaras—alguien aleja a Narendra de mí y lo próximo que veo es a Anard dispuesto a pelear con él.

Casi me atrevo a detenerlos pero Arya me detiene tomando mi mano—Vete—mi mirada vacila pero ella se mantiene firme—Vete, no te preocupes.

Vuelvo a huir con una conocida sensación de miedo en mi cuerpo. Hari me ayudó a subir y solo cuando nos alejábamos me di cuenta de que la tela de mi sari había salido volando, ahora no había nada que me cubriera.

—¿Se encuentra bien Señorita Sara?

Miró al chico, quien tenía la vista en mi brazo, precisamente en la marca roja que Narendra dejó. Miro el brazo y cuando lo toco con suavidad suelto un quejido bajito por el dolor—No se preocupe Hari.

Todo el camino de regreso estuve con el miedo de que Narendra nos alcanzara. Pero también estaba preocupada por Anard y Arya. Todo esto me daba ganas de llorar. No tenía idea de cómo las cosas habían salido tan mal. Todo parecía perfecto…

¿Cómo pudo desmoronarse tan rápido?

Mi ánimo había caído por los suelo cuando pise la tienda. Ni siquiera me preocupe por esconder mi brazo. Un suave olor envuelve mis sentidos pero no me detengo a pensar mucho en eso cuando veo a Uma salir del costado de la tienda en donde atendemos a los pacientes.




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