Sara, debemos salir.
Me levanto del suelo al escuchar su voz. Pero fue tan rápido el movimiento que me mareo con la intención de caer al piso… pero antes de eso una mano me sostiene en mi cintura y otra en mi ante brazo. Aclaro mi vista para ver quién era la persona y me relajo sin poderlo evitar.
—Gracias.
—¿Seguro que estás bien?
Sonreí sin poderlo evitar y me alejo de su toque parándome frente a él mientras asentía.
Creo que ya no me voy a sorprender al ver lo que la vida me tenga preparada. Siempre estuve esperando en silencio a que llegara, a que me envolviera y me protegiera. Mi corazón estuvo a atento a cualquier latido desenfrenado porque eso solo significaría que él estaba cerca, significaría que su luz llegaría a mi vida.
Pero eso fue antes de lo esperado…
Como nunca lo soñé… crecí a su lado.
Crecimos en una aldea a las orillas del poderoso y hermoso rio Danubio, o también conocido como el rio Dniéster que desemboca en el Mar Negro. Nuestra gente formó una confederación con los pueblos de las estepas, conocida como greutungos.
Quienes estuvieron sometidos a los hunos desde 375, en que vencen al rey Hermanarico, hasta la batalla de Nedao, ocurrida en 454 cuando recobramos nuestra independencia. Pasamos a denominarnos ostrogodos, y nos establecimos como un pueblo federado de Roma.
A pesar de la cercanía que tiene nuestra aldea con la capital nos hemos mantenido bastante alejados de los conflictos de nuestro pueblo. Luego de que las personas que habían huido de los hunos y se unieron a nosotros, en el 474 el rey Teodorico fue elegido por el pueblo.
No todo podía ser paz, pero hubo algunos momentos de guerra y tregua entre él y el emperador bizantino Zenón. En el año 488 nuestro rey invadió Italia y tres años después del 490 derrotó dando muerte a Odoacro en Adda, quien era rey de los hérulos.
A pesar de los momentos que vivió nuestra gente, vivimos muchos momentos de paz y armonía. En los años de mi niñez fui feliz, y puedo asegurar que mucho más que en otros momentos. Mi padre era soldado y mi madre tejedora, tengo una hermana menor por tres años, Balduina. A diferencia mía, su cabello es dorado con ojos esmeraldas, muy parecida a nuestra madre, en cambio, muchos dicen que yo soy la imagen de mi padre.
Ademar tiene mi edad y vivía a nuestro lado. Nuestras madres eran mejores amigas y tejedoras, desde ese entonces él y yo hemos estado juntos. No puedo dejar de pensar que es extraño haber estado en cada momento de su vida, no solo como una espectadora, también como una amiga y confidente. Incluso cuando los dos teníamos 15 años y me confesó que se había enamorado de mi hermana.
¿Me sentí triste?
No tuve tiempo de pensar en la tristeza o en un corazón roto al ver su sonrisa y la pureza de su alma. Porque era demasiado consciente de los sentimientos de ellos dos. Porque ellos sin saberlo, yo enlazaba sus caminos sabiendo que al final los dos iban a caminar de la mano.
En muchas ocasiones fuimos cómplices, en pequeñas mentiras o bromas. Experimenté por primera una niñez sin secretos, sin mentiras, sin el miedo a salir porque podía avergonzar a alguien… solo siendo yo.
Compartiendo la felicidad de las personas que amaba, llorando cuando las dos personas que más amaba se unían en matrimonio. Sosteniendo entre mis manos el fruto de su amor, que solo me gritaba algo…
Puedes llorar de felicidad.
—Estoy bien Ademar.
—Casi te caes cuando te pones en pie.
Ruedo los ojos a la vez que salgo de la habitación por lo sobreprotector que es con nosotras. Siempre fue de esa forma, pero se incrementó luego de la muerte de nuestros padres hace cinco años. Desde entonces tomó el rol de hombre de familia, es de entender porque él se casó con mi hermana, pero él se tomó demasiado enserio el rol de hermano mayor…
Lo cual no es cierto porque yo soy mayor que él por unos cuantos días.
“Eso no es algo que deba mencionarse… tu no digas nada y quedamos en que yo soy el mayor”
Es lo que dice cada vez que saco la conversación a relucir. Y es demasiado gracioso verlo murmurar molesto solo por eso—Me incorporé demasiado rápido eso es todo.
Salí a la sala recogiendo las telas que había preparado la noche anterior con él tras de mí, y no se veía dispuesto a ceder por su preocupación por mí—¿No me estas mintiendo para que no me preocupe por ti?
Una sonrisa burlona surca mis labios cuando me volteo a verlo. Yo podré ser la mayor pero es demasiado obvio que él me iba a sobrepasar en tamaño, me he acostumbrado desde que tenemos 14 años a alzar la cabeza para mirarlo, pero eso no me detiene en mis planes. Sin borrar mi sonrisa y sin importarme las telas de mis manos, desocupo uno para alzarla en acariciar su cabello rubio.
—Que tierno eres, el hermano menor se preocupa por la hermana mayor.
Aunque él niegue lo contrario sus labios se fruncieron de forma adorable que solo hizo más grande mi sonrisa—¡Sara! No estábamos hablando de eso.
—Claro que no—me termino de voltear para salir de nuestra casa—pero el hermano menor se preocupa por la hermana mayor, es demasiado bonito.