La noche previa a la ceremonia tuve otra premonición. La mujer que veía en mis sueños de niña volvió a hablarme.
«Amelia, se cerca el día en que se completará la segunda parte de la Profecía. Vas a sufrir un gran dolor. Es necesario para elevar tu espíritu y recobrar los recuerdos de tu existencia a mi lado».
«El enemigo nació en una manada. En la ceremonia sabrás quién es. Es muy peligroso. La mezcla de celos, envidia y venganza lo corroen. Tú saldrás airosa si haces a un lado tus emociones humanas. No caigas en su juego. Confía ciegamente en el Puro que Aúlla».
Desperté agitada. Dolor para elevar y recordar quien soy. El enemigo es un licántropo que está celoso, lleno de envidia y quiere venganza. Debo controlar mis emociones y confiar plenamente en Stefan. Por esto último decidí comentarle mi sueño.
(…)
La manada y los invitados tomaban sus posiciones, mientras que en la Mansión Höller los Alfas y séquitos se preparaban. En la zona del parque y jardín posterior se habían dispuesto las mesas para los omegas de la manada. En la terraza estaba el estrado y las mesas para los invitados, Familia Höller y los séquitos. Kurt Posch sería el maestro de ceremonias. Pronto serían las 8 pm, hora de dar inicio al evento.
La ceremonia comenzaría con el desfile de los bisabuelos y abuelos, luego el actual Alfa y su Luna seguido de su séquito, yendo de los Betas a los Deltas. De ahí entraba el nuevo séquito, en orden contrario, de los Deltas a los Betas. Al último haría su ingreso el nuevo Alfa y su Luna. El desfile comenzaba desde la parte posterior del parque -para que toda la manada nos vea- hacia la terraza, que estaba conectada al jardín por dos escaleras laterales, cuyos descansos en el segundo y tercer piso eran los balcones de las habitaciones.
El resto de miembros de la Familia Höller estaban sentados en primera fila en la terraza cuando empezó el desfile. Con el fondo de los Conciertos de Brandeburgo de Johann Sebastian Bach, los bisabuelos Karl y Margot iniciaron el desfile.
Iniciamos nuestro paso entre la manada abrazados. Al principio nos miraban confundidos, pero unos jóvenes gritaron: «¡Viva nuestra Luna peruana!», y todos comenzaron a aplaudir y a decirnos lo bien que se nos veía juntos. Stefan me sonrió y yo lo hice mordiéndome el labio inferior, aún estaba un poco nerviosa. Pasamos la zona del parque y entramos al jardín, los aplausos y palabras de aliento continuaron. Subimos las escaleras del extremo derecho y llegamos a la terraza. Todos se levantaron de sus sillas y comenzaron a aplaudir. Noté que entre ellos murmuraban al verme con la piedra de luna colgando de mi cuello. Quedé sorprendida al ver licántropos de diferentes etnias, como pasa con los humanos.
Subimos al estrado. Debíamos colocarnos en el medio, al lado de los padres de Stefan, quienes estaban a nuestra derecha. A la izquierda teníamos a nuestros Betas y así hasta llegar a los Deltas. Sentía todas las miradas, pero ya no había miedo.
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hombre lobo alpha y luna, huerfana hija de la divinidad, sobrenaturales entre los humanos
Editado: 22.12.2023