La hija del daimyo

Capítulo 5

El paisaje era precioso. Estaban atravesando el lago, del que emergían pequeños islotes. Una fina niebla se alzaba en aquel momento, envolviendo las formas y dándoles protección. Tsuneoki seguía la corriente con el mantenimiento de los remos y de vez en cuando miraba a la joven, quien se encontraba sentada en una esquina, en completo silencio. No había pronunciado palabra desde que abandonaron Azuchi y el joven, no era capaz de adivinar que pasaba por la mente de la chica.

Navegaron durante tres días, parando solo para coger algunas bayas y descansar. Atravesaron el lago y un rio. De vez en cuando se cruzaron con algunas barcazas, aunque la mayor parte del tiempo, el rio estaba desierto. La tarde del cuarto día se detuvieron en una playa. Un poco más adelante se encontraba el mar. Habían llegado a la provincia de Echizen, en la zona norte de la península. Tsuneoki escondió la embarcación y se acercó a unos pescadores. Estuvo hablando con ellos unos minutos y luego regreso con la joven, quien esperaba en la entrada de una pequeña casa.

  • ¿Qué pasa? – pregunto.
  • Nada – respondió Tsuneoki – hay que esperar.

Ranmaru se levantó dolorido. Días después del ataque, se había despertado en una habitación con Saki a su lado. Se distrajo mientras los ayudaba a escapar y no vio como lo atacaban por la espalda.

Con trabajo, se acercó a la ventana y la abrió. El cielo estaba claro y varios niños jugaban en el interior de un patio. No sabía si se sentía peor por haber perdido a Nene, o por ser vencido. Escucho como se abría la puerta y se giró para enfrentarse a su captor. Su sorpresa fue mayúscula al ver a su hermano mayor frente a él. Hacía años que no se veían, desde la muerte de su padre en la guerra contra el clan Asakura. Nobunaga juro que se haría cargo de los cinco hermanos, pero Tadamasa se negó a servirle y se convirtió en ronin, un samurái errante. No habían recibido noticias de el en años, así que imaginaron que había muerto en alguna pelea de taberna o escaramuza.

  • Quien ha curado tu herida – Tadamasa señalo el pecho de su hermano, del cual sobresalía una venda – ha aumentado tu tiempo de vida.

Ranmaru no dijo nada. En silencio observaba a su hermano. Ya no quedaba nada de aquel débil muchacho que había visto alejarse en un caballo. Tadamasa estaba cubierto de pequeñas cicatrices que eran visibles debajo de las mangas del kimono. En aquellos años, se había convertido en un hombre alimentando el odio y el rencor. Lo podía ver reflejado en su mirada.

  • ¿Dónde estamos?
  • Kiyosu – respondió Tadamasa y sonrió cuando su hermano abrió los ojos en señal de asombro – ahora soy amo y señor de este castillo.
  • ¿Te has vuelto loco? Este castillo es de Oda.
  • ¿De Oda? – Tadamasa estallo en una carcajada – ya no queda nada de ese clan. Están todos muertos. Ah! Te refieres a la hija pequeña, Nene. Pronto también desaparecerá. Este castillo me lo ha regalado mi padre adoptivo, el señor Mitsuhide. Ahora, estas tierras pertenecen al clan Akechi.
  • ¿Qué locura estas diciendo? ¿Soy rehén del clan Akechi? ¿Por eso estoy aquí? No conseguirás nada de ningún general fiel a Oda reteniéndome. Para ellos no existo.
  • Estas aquí para tener una oportunidad de vivir. Independientemente de la guerra que se avecina, sigues siendo mi hermano pequeño. Es mi deber protegerte. Cuando Mitsuhide acabe con Hideyoshi y Shibata, ningún general podrá hacerle frente. Tendrá a todas las provincias de Oda bajo su mando, haciendo posible la derrota de los demás daimios y por tanto, que gobierne este país.
  • ¿Piensas que como agradecimiento, te apoyare en esta locura? Mi lealtad ha sido clara todos estos años. No voy a cambiar de parecer.
  • Si mueres, no tendrás oportunidad de vengar a padre. Si te quedas a mi lado…
  • La muerte de nuestro padre no fue culpa de nadie – Ranmaru se sentó en el suelo de la habitación – la mala suerte fue la culpable de su muerte ese día. Nobunaga nos dio protección. Además, cuido de nuestra madre y hermanos todos estos años. No puedo…
  • Acabare con todo – lo interrumpió su hermano – destruiré las provincias. Las arrasare hasta sus cenizas y de ellas, creare un nuevo clan.
  • Estás loco.
  • Solo observa – Tadamasa abrió la puerta para salir – solo tienes dos opciones: vives y peleas conmigo o, mueres como un perro por el honor de un clan derrotado. Te daré tiempo para que lo pienses.
  • ¿No está clara mi respuesta?
  • Te confundes hermano. Tu lealtad nunca ha pertenecido a Nobunaga.
  • ¿Qué quieres decir con eso? – Ranmaru miro a su hermano, quien sonreía desde la puerta. No iba a obtener respuesta, así que decidió cambiar de tema ¿Dónde está Saki?
  • ¿La joven que te acompañaba? Vendrá enseguida con comida.

Tadamasa cerró la puerta y Ranmaru lanzo un largo suspiro. ¿Qué iba a hacer ahora? Lidiar con un hermano al borde la locura no entraba en sus planes. Sino tenia cuidado, su vida acabaría antes de lo esperado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.