Ella se levanto aun con la sonrisa en su rostro y luego de despedirse ya se iba a retirar pero la voz del doctor la detuvo a medio camino.
- ¿Y qué hubiera pasado si te doy la otra respuesta?- El hombre la miro por breves momentos antes de anotar los resultados en la pantalla de la PC.
- No lo sé… ya han pasado ya algunos meses y si hubiera estado embarazada…- Se volteo a mirarlo- Ya no habría vuelta atrás… pero…- Se acerco adonde antes estaba y se sentó apoyando ambos brazos sobre el escritorio- ¿Entonces que fue esos mareos y cólicos estomacales?
- Puede deberse a varios factores… Estrés, preocupaciones, colon irritable, pero como te digo no hay ningún feto creciendo dentro de ti y estas saludable- Explico el profesional.
Aquellas palabras hicieron que la muchacha se sintiera mas aliviada ya que de alguna forma ya antes cuando había comenzado a experimentar aquellos síntomas se imagino a si misma embarazada, su padre se molestaría por supuesto ya que para él la familia era lo más importante en la vida y de alguna forma siempre estuvo en contra de las madres solteras.
- Entiendo… bueno entonces me retiro…- Ella se levanto y le extendió la mano al doctor, mano que el correspondió levantándose también y sonriendo cordialmente.
- Si ves a tu mama pronto, dale mis saludos por favor…- Hablo el dejando a la muchacha extrañada.
- ¿La conoce?- Fue lo único que atino decir ella.
- Así es, Stella fue mi compañera de secundaria además… ¿Quién crees que te trajo al mundo?- El mismo se señalo sonriendo de manera orgullosa hinchando su pecho, logrando una risa queda de Agatha.
- Que pequeño es el mundo… Espere… Ella jamás me hablo de usted…- Murmuro pensativa rascándose la barbilla.
- Ella de alguna forma se alejo de mi cuando conoció a tu padre, creo que a muchos les pasa… Conocen el amor verdadero y se olvidan que alguna vez tuvieron amistades…- Rio el hombre alzándose de hombros.
- Yo le daré el numero de usted para que lo llame, se lo prometo- Sonrió ella viendo como este le daba una tarjeta de presentación, ya que ahora que lo pensaba su madre jamás le hablo tanto del como de que tuviera amistades, siempre la vio sola, pero con mucha actividad social, irónico.
- Hasta luego pequeña, cualquier cosa tienes mi numero- Se despidió el hombre y Agatha finalmente abandono tanto el despacho de este como también el consultorio.
No quiso llegar a la hora de almuerzo a la casa por lo cual estuvo merodeando el pequeño centro comercial que había en el lugar, almorzó en el patio de comidas y incluso vio una película en el cine a modo de “celebración” de no estar embarazada.
Al llegar a su casa se encontró con Emily preparando la cena, cosa que extraño ya que esta casi siempre se llevaba a su padre a cenar o bien traían platos preparados de algún restaurante chino.
- Hola Agui, ¿Cómo te fue en el doctor?- Pregunto casualmente la mujer cortando en rodajas las zanahorias.
- ¿Cómo sabes eso?- Agatha se extraño ya que solo menciono a su padre que iba a salir por allí y nadie sabía de su cita médica.
- Oh… hice limpieza en la casa y al ordenar tus cajones pues…- Se excuso la mujer mirándola sonriente, sin gesto de culpabilidad en su rostro logrando que Agatha frunciera el seño y resoplara.
- ¿Papa no te menciono que mi habitación es mi templo sagrado y nadie se podía meter a él sin mi consentimiento?- Se cruzo de brazos y la miro con una genuina sonrisa en su rostro, a esa mujer la detestaba y sabía de antemano que el sentimiento era mutuo.
La mujer se tomo su tiempo para responder, con una cuchara de palo revolvió el contenido de la olla y luego de darle algunos golpecitos en este, dejo la cuchara en el lavaplatos antes de voltear a mirarla con una ceja alzada.
- Oh señorita… - se inclino ligeramente hacia adelante como haciendo una reverencia- ¿Acaso decía “no entrar” o algo similar?, pues no –Se respondió sola de manera irónica logrando que Agatha crispara nuevamente su rostro.
- Mientras vivas dentro de esta casa tendré que mantener cerrada la puerta o bien colocar un letrero especialmente diseñado para ti – Su sarcasmo logro su cometido ya que Emily apretó los puños y antes de que pudiera decir algo la puerta de entrada se abrió.
- Muy buenas noches mis amores – Albert ingreso a la cocina oliendo en el aire y sonriendo de manera alegre – Mmm que exquisito huele… ¿Quién cocino?, déjenme adivinar… ¿Emy?- miro a la mujer y cuando esta sonrió saltando a sus brazos es porque este rio dando un par de vueltas con ella.
Por una parte la muchacha se sintió mal por la escena que vio frente a sus ojos… ¿Por qué mierda tenía que ser Emily y no alguien más agradable?, Emily era físicamente el tipo de mujer que le gustaría a cualquier hombre, buena anatomía tanto delantera como trasera, rostro blanco, cuando sonreía unos hoyuelos se le formaban en sus mejillas y sus ojos eran de un verde o ¿azulado? Tan intenso que cualquiera caería rendido a sus pies, y que hablar de su cabello, rubio y largo.