La historia corta de Layla West

D I E C I S I E T E

Estamos afuera de la comisaría, creo que deberíamos ir a la morgue pero, Anthony dijo que aquí estaba.

Llevamos como diez minutos en él auto, no tengo las fuerza para bajar e ir donde está el. No sé cómo reaccionar. No puedo creer que me haya quedado sola este hostil mundo.

—Layla— me soba el brazo, tengo la mirada perdida. Se me han acabado mis lágrimas— hay que bajar, tienes que ser fuerte.

Lo miro, está preocupado. ¿Cómo estará mi rostro, para que el este asiera? Mi alma está destruida, mi hermano está muerto.

Asiento, el baja y cierra la puerta, recorre el auto, abre mi puerta. Lo miro, me ayuda a bajar, suspiro.

Me coge de la mano y caminamos hasta la entrada, en la parte de arriba veo que dice Comisaría de Miami, este lugar en vez de ser mi salvación fue mi destrucción.

Donde vaya, sufriré.

Nos acercamos hasta la recepción, tengo una opresión en mi pecho. Miro al piso, me muerdo los labios ya no quiero llorar.

—Buenas noches, venimos... Para reconocer el cuerpo de Carl West— escuchar decir esas palabras me destruyen más, mi corazón se acelera las lágrimas se están notando.

—Sí, se encuentra en la morgue, en el subterráneo— tengo que saber lo que paso.

Alzo la cabeza y veo una joven, la miro, ella a mí con pena. Mi rostro ha de estar en el peor momento.

— ¿Que le paso... a mi hermano? Dígamelo... Por... favor— se me corta la voz.

—Lo encontraron, cerca de la playa en unas rocas abandonado. Con rastro de a ver sido golpeado. Con trauma en la cabeza y dos disparos en el tórax. Se cree que fue por venganza— no aguanto y me derrumbo, Anthony me abraza y lloro... Lloro de nuevo, Lo encontraron.... Lo encontraron.

—Layla... Layla por favor tranquilizante— no puedo, no puedo.

Siento el corazón que se me parte en mil pedazos, no quiero seguir viviendo.

Cuando ya me siento un poco más tranquila, caminamos hasta la morgue. Un oficial nos acompaña, Anthony me tiene sujeta de la cintura creo para no caerme. Pero ya estoy en el piso, ya no hay nadie que me levante de ahí. He sufrido mucho y creo jamás lo voy a dejar de hacer.

Miro Anthony, el mi fuerza en esto momentos. Ha estado aquí conmigo y se lo agradeceré por siempre, no me ha dejado sola en ningún momento.

Llegamos a una puerta de color ploma, el oficial saca un juego de llaves y abre la puerta. Me quedo pegada al suelo ¡No quiero entrar! Quiero salir corriendo y no saber nada de la vida.

—Tranquila amor— me da un beso en la mejilla, me abraza fuerte— no te dejare sola.

Lo miro y una lágrima rueda, me la seca y me da un beso rápido en los labios. Eso me dio un poco de fuerza.

Entramos, un olor desagradable entra a mis fosas nasales. Es extraño... Es formol.

El oficial, nos escolta hasta que se detiene a una mesa donde hay un cuerpo cubierto con una sábana blanca. Cierro los ojos y respiro, esto ha sido lo peor que pudo haberme pasado. Los abro.

Caminamos hacia un lado, el oficial le quita la sabana y... Es mi hermano, me llevo la mano a la boca. No puede ser cierto el ¡Esta muerto!

Esta pálido, sus labios están morados... No tiene ropa y veo si dos disparos en el pecho, tiene moretones. No aguanto, me doy media vuelta y abrazo fuerte Anthony.

—Sí, él es Carl West— dice el— vámonos— me dice en el oído.

Mis lágrimas salen sin permiso, asiento. Me separo de él y le doy la última mirada al cuerpo de mi hermano... Se escucha feo esas palabras.

Caminamos hacia la salida, me siento que todo me da vuelta. Veo negro.

Corro, corro no paro de hacerlo. Es un cuarto oscuro, al final veo una luz que me lastima la vista. Escucho a mi hermano que me dice que todo va estar bien, que sea feliz.

Pero como quiere que lo sea, ya no lo tengo a él. Ya no tengo nada, estoy sola en este mundo. Mi alma se me partió y no sé cuándo poder recoger los pedazos y armarla de nuevo.

—Layla, se feliz yo ya estoy en un mejor lugar con mis padres. Estoy descansando, haz tu vida y se feliz— es lo último que escuchó.

Abro mis ojos poco a poco, no hay mucha claridad. Hay una ventana en lado derecho, está cerrada con una cortina blanca y no entra mucha luz. Este no es mi cuarto.

Paso las manos por la cama, es suave. Las sabanas son verde limón, la habitación es amplia más grande de la mía. Me apoyo en mis brazos y me siento. La cama creo que es de tres plazas ¿Dónde estoy?

De un momento me llegan los recuerdos, mi hermano muerto, que lo fui a reconocer y creo que me desmaye. Las lágrimas me salen sola y me nublan la vista.

Ya no tengo fuerza de gritar y de seguir solo quiero estar sentada llorando. Escucho que la puerta se abre y veo que es Anthony.

Entra y cierra la puerta, tiene ojeras debajo de sus ojos. Tiene cara de cansado como si no hubiera dormido.

Se acerca, y se sienta en la cama. Lo abrazo y el a mí. Quiero sentir el calor de él, quiero sentirme segura, de que no me voy a quedar sola... De que puedo luchar por alguien.

— ¿Dónde estoy?— le pregunto entre lágrimas.

—En mi casa, te traje cuando te desmayaste. Haz dormido casi un día— abro los ojos, tanto he dormido. Miro a los lados, nunca he estado en su casa o peor en su cuarto.



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En el texto hay: bullying, romance juvenil, romances

Editado: 02.03.2019

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