Mi nombre es Elizabeth nací durante un amanecer del mes de Septiembre tengo mi propio himno, una canción del interprete y compositor estadounidense Neil Diamond que habla sobre una mañanita de septiembre, melodía que adoro y que cuando la escuché por primera vez me apropie de ella y la convertí en mi himno personal…………… (September Morning “Mañana de septiembre todavía puedes hacerme sentir de esa manera”.
Soy la penúltima de una larga fila de hijos producto de la unión de mis padres, en mi casa me llamaban Ely mientras no hiciera nada malo ni cometiera ninguna tremendura de lo contrario el nombre Elizabeth resonaba fuertemente por toda la casa, tengo 9 hermanos, procedo de un hogar humilde, de clase baja de una barriada popular en la cual viví hasta cumplir la mayoría de edad.
Convivir 12 personas en un hogar estrecho con solo tres habitaciones no es tarea fácil y más aún si le añades el entorno, la inseguridad, la pobreza. Mis hermanos y yo dormíamos en camas literas, y en cada cama 2, nuestras ropas debían ser usadas con mucho cuidado de no dañarlas para poder dejarlas intactas al siguiente de nosotros y solo se nos compraba una muda de ropa una vez al año, para la época navideña, lo mismo aplicaba con nuestros libro y juguetes.
Asistíamos a colegios públicos, nos bañábamos muchas veces con la lluvia y hacíamos barquitos de papel para jugar en las pozas que se formaban.
Fui una niña muy tranquila, obediente, tímida, dulce, jugaba con mis hermanos varones al trompo, papagayos, policías y ladrones, más que nada juegos de niños. Asistía a la escuela como todos, era buena estudiante y alabada por mis maestros, aunque casi nunca podía participar en los actos y competencias escolares porque mi madre no lo permitía motivado a sus creencias religiosas.
A mis hermanas y a mí no se nos permitía el uso de pantalones ni joyas, ni maquillaje. Recuerdo que mis maestras siempre me decían que debía participar en las elecciones de Princesa o Reina del grado pero mamá siempre decía que no. En una oportunidad una de mis hermanas me vistió con un hermoso traje que había utilizado como pajecita en el matrimonio de mi hermana mayor, me peinó y me llevó a la escuela, recuerdo que estaban eligiendo la reina que representaría a la escuela.
Podrán creer que quedé seleccionada, yo misma no lo creía, por supuesto que generó reproches y discusiones en casa y mi hermana terminó siendo castigada por su osadía. Después de esta pequeña violación a las normas vinieron otras más y logré apoyada por mi hermana participar en otros concursos y obras escolares.