Cuando la Sra. Gisela se ausentaba por largo tiempo y nos quedábamos solas las tres en el apartamento aprovechábamos para hacer tremenduras, por supuesto dentro de los parámetros establecidos. Colocábamos música, cantábamos, tomábamos licor; Vino o Sangría por lo general, poníamos el armario patas para arriba, nos intercambiábamos las ropas y realizábamos pequeños desfiles, saltábamos sobre la cama, reíamos, charlábamos hasta tarde, y cuando ya estábamos agotadas simplemente nos recostábamos y salían a flote todas nuestras inquietudes, nuestras frustraciones, nuestros miedos y nuestras aspiraciones y metas era como si las tres soñáramos, conectáramos y nos proyectáramos en colectivo.
Silvana era tan diferente a María Isabel, estudiaba botánica y en sus ratos libres daba clases de Biología, se podría decir que era la más madura del grupo, más sin embargo su vida sentimental era todo un caos. Tenía un novio en la universidad y también tenía un novio en su pueblo natal el cual era fruto de un compromiso previo de sus padres.
Recuerdo que cada fin de semana se afligía cuando tenía que regresar a casa, muchas veces inventaba excusas para no ir, siempre le preguntaba por qué lo toleraba, no quería encontrarse con este novio impuesto arbitrariamente.
──¿Silvana por qué no lo hablas con tu padre?
──Hemos avanzado demasiado, este tipo de cosas ya no se acostumbran.
Pero ella temblaba de solo pensar causarle un disgusto a su padre.
Sentí tanta impotencia y tristeza por no poder intervenir, solo fingí aceptar su situación y aceptar ser su cómplice el tiempo que fuera necesario.
Y así delante de su papá yo era su compañera inseparable de la cual estaba prendada hasta que ella lo quisiera.
Ya estábamos en el mes de Septiembre y se aproximaba mi cumpleaños número 22, Abel no resistió que estuviéramos enojados así que a los pocos días me pidió disculpas e hicimos las pases, no sin antes hacerme prometerle que no vería más a Richard, aunque aceptar esta condición me dejó un sabor amargo en la boca tuve que acceder, no sé si estaba en lo correcto o me arrepentiría más adelante de darle tanto poder sobre mí pero tenía que aceptar el hecho de que lo extrañaba y estaba ansiosa por estar a su lado.
Como era costumbre cada vez que alguien cumplía años en la oficina nuestros jefes realizaban una pequeña celebración al culminar la jornada. Recibí muchos obsequios y expresiones de afectos de todos mis compañeros, pero quien estaba desesperado por marcharse era Abel, cada cierto tiempo miraba su reloj y me hablaba con la mirada, por ratos se acercaba a mí y me susurraba bajito que quería que nos marcháramos para celebrar a solas conmigo.
Cuando por fin pudimos despedirnos subimos a su auto y condujo por mucho rato, le pregunté a donde me llevaba y respondió que era una sorpresa. Manejó por un largo tiempo y noté que estábamos alejándonos de la ciudad, ya la tarde caía y comenzaba a oscurecer, de repente reconocí el camino, estábamos atravesando la zona mirandina y nos dirigíamos rumbo a la costa barloventeña.
Durante el trayecto se estacionó un par de veces en algunos negocios, y luego llegamos a un complejo turístico en la que su familia tenía una propiedad. Subimos todas las cosas que traía en la maleta del auto y las que había adquirido en el camino.
Preparó muy bien el ambiente, colocó música, sirvió un vino tinto exquisito y brindamos por mi cumpleaños, bailamos mucho, nos besamos mucho y cuando las caricias tomaron otro matices, trague hondo y suspiré profundo, sabia a donde me conduciría esto, estaba ocurriendo aquello a lo que tenía tanto temor pero que también anhelaba y muy dentro de mí estaba segura que era él, que era el indicado.
Todo mi cuerpo vibraba y hervía al contacto con el suyo. No sentí necesario decirle que yo nunca había estado con alguien, creo que el de algún modo ya lo sabía.
Fue sumamente delicado y tierno conmigo, recorría mi cuerpo con una lentitud y una suavidad increíbles, sin prisa, sin apuros, sin precipitaciones observando mis reacciones ante cada caricia, fue llevándome paso a paso, tal vez por instinto yo también comencé a tocar su cuerpo y sentí como se estremecía al contacto conmigo, su piel se erizó y de repente sentí su miembro haciendo presión en mi vientre.
Besaba mi rostro y me susurraba que no tuviera miedo que me relajara, me levantó entre sus brazos y me acostó sobre la cama, continuo besando y acariciando mi cuerpo, sentía como si estuviera ardiendo por dentro y de repente comenzó a penetrarme, recuerdo que sentí mucho dolor e intenté apartarlo de mi pero él me abrazo de vuelta fuertemente, reposó brevemente en mi pecho, continuó con las caricias y lo intentó de nuevo. No puedo decir que la primera vez disfruté plenamente, pero las que siguieron fueron lo más parecido a alcanzar la plenitud. Creo que cada persona experimenta sensaciones diferentes, pero yo, yo me sentí plena sentí como que el universo me pertenecía y era una estrella, una estrella que resplandecía y resplandecía en ese basto firmamento…… y allí se perdieron todos mis miedos.
Nos quedamos en este lugar hasta el otro día por la tarde que retornamos a nuestros hogares no sin antes desordenar cada rincón de este apartamento encontrándonos y amándonos como si la vida se nos fuera a escapar de las manos y no existiese mañana.
Realmente había ocurrido, pasó, mi primera experiencia sexual no había podido ir de la mano de nadie mejor, el ser más encantado, dulce y maravilloso que había llegado a desordenar mi vida. Creo que todo debe pasar….. Solo cuando debe ser.