Recuerdo el primer día en mi escuela, fue bastante difícil adaptarme a los demás niños ya que era muy inseguro y me costaba hablar con ellos. Recuerdo lo traumático que era para mí ir al baño , esperaba la hora del receso para esperar a que estuvieran todos los niños en el baño y así poder entrar. Sin embargo cuando entraba al baño estaba allí una señora colgando con rostro triste que me miraba fijamente. Para ese entonces por mi corta edad no sabía porque la señora estaba allí y le preguntaba muchas veces a mis compañeritos si la veían y me decían que no, entonces me asustaba y me preguntaba:
-¿Por qué veía a esa mujer bailando en el baño?
Lo veía así para ese entonces ya que permanecía colgada del techo dando vueltas. Un día en el receso, entré con un compañerito y me dijo que él la veía también y por mi asombro le pregunte con excitación:
-¿De verdad la ves?
Y el respondía:
-¡Claro que sí!
Le pregunté:
-¿Cómo es?
Me dijo:
-Como una bailarina
Pero yo seguía preguntándole porque sentía una mezcla de emociones, lleno de asombro y de alegría ya que había encontrado un niño igual a mí:
-¿Cómo está vestida?
Me respondió:
-Con un vestido de bailarina
Recuerdo que le dije con un desánimo y decepcionado porque sentí que me mentía:
-¡Tú no la ves!
Y él insistía diciendo:
-Claro que si, es una niña vestida de bailarina con un vestido azul
Señalando a la pared le respondí con molestia:
-¡Ya deja la mentira tú no la ves!
Y siguió insistiendo, me molesté de tal forma y con una fuerza, que no sé de donde me salió, lo empuje fuera del baño, lo mande a tres metros de mí, una maestra vio cuando lo saqué del baño a empujones y nos preguntó, dirigiéndose a mí:
-¿Qué pasa aquí? ¿Por qué lo empujas así?
No le respondí, solo bajé la mirada y me quede en silencio mientras que mi compañero contaba lo ocurrido. La maestra puso atención a lo que el niño le decía, me miraba y luego lo miraba a él. Al terminar de contarle, la maestra me preguntó:
-¿Tú vez una bailarina en el baño de los niños?
Le respondí:
-No
-¿Y por qué dices que hay una bailarina en el baño?
-Porque ahí está una señora colgando del cuello que me mira y da vueltas dentro del baño, como la bailarina de la caja de música de mí mama.
La maestra me vio con una mirada incrédula y le dije:
-Es una señora como usted, blanca, con el cabello negro largo y viste un uniforme beige como el de la señora que limpia.
La maestra se quedó perpleja. El asombro de su rostro lo decía todo, me transmitió que me creía, llamó a otra maestra y le dijo:
-¡El niño pudo mirar a la señora Carmen!
La otra maestra le preguntó:
-¿Cuál Carmen?
Y ella le dijo:
-¡La señora de limpieza que se ahorcó en el baño!
Me sorprendí, primera vez que algo coincidía con la realidad, por primera vez comparaba una situación, la maestra se dirigió a mí, mirándome fijamente a los ojos:
-Niño hay cosas que podemos ver, pero también si no queremos no las vemos, no te sientas mal por eso, solo ignóralo cuando no quieras verlo.
En ese momento sus palabras me llegaron y tuve una tranquilidad en mi interior cuando sonó el timbre de la conclusión del receso. Al entrar en el aula, me senté y comenzó la clase pero no podía dejar de pensar lo que me había dicho la maestra, me llené de valor y me puse de pie, le dije a la maestra con voz alta y segura:
-Permiso maestra para ir al baño.
La maestra se volteó con asombro, me asentó con la cabeza de forma afirmativa. Salí rápido y directo al baño, con paso firme y seguro, pero al llegar cerca de la entrada me fue atacando el miedo y sintiendo el frió que salía del baño, ya parado en la entrada me costaba seguir adelante, pero era ahora de que le diera frente a mis temores y entré, allí estaba colgada mirándome, me coloqué frente a ella y cerré los ojos diciendo:
-Tú no existes, tú no estás aquí.
Lo repetía incesantemente pero alzaba la vista y todavía estaba allí, lo hice como unas seis veces pero ella igual me miraba, noté que en su rostro solo se veía tristeza y sin ella hablarme comencé a sentir todo el dolor de su alma, suspiré con dolor y cerré los ojos de corazón, deseé que se le quitara ese dolor en el alma, cuando abrí los ojos ya no estaba, comencé a buscarla por todo el baño y ya no la sentía, se había ido, salí contento lleno de regocijo en mi corazón porque ya no la iba ver más y también por ella, porque tenía la seguridad de que ya no iba estar más allí. Al entrar al salón la maestra miró mi rostro y al ver mi sonrisa me dijo con otra sonrisa:
-Me alegro por tu logro.
Por primera vez me sentía identificado con alguien, era como si ella supiera todo sobre mí. A partir de ese momento comprendí que a las personas que llegaban a mí con muerte trágica, solo tenía que comprenderlos de todo corazón y pedir por la liberación de su pena, ya con esta estrategia pude ayudar a muchos espíritus.