La historia de una Beta

8.

Cuando volvió al salón Michael no se encontraba ahí, no entendía el motivo de su actitud. La marca que tenía en su hombro y esos ojos dorados que le recordaba a su pesadilla como también a la persona que la llevaba cuando había estado inconsciente. En sus pensamientos solo se formulaba una pregunta "¿Quién era Michael?" Vanesa tenía un sentimiento de que él no era humano, pero no tenía las bases suficientes para catalogarlo de esa manera. ¿Un vampiro? ¿Él?, claramente no parecía uno, si deslumbraba y llamaba la atención de aquel que lo viera, era poco. Las chicas morían por él, los chicos sentían envidia y Vanesa, ella sentía inquietud. Si no era un vampiro ni un humano ¿Entonces qué? 

Cuando sonó la campana de salida en la puerta se asomaba una cabellera rubia.

—Hola ¿Qué haces aquí? 

Sara se volteó, miró a Vanesa y enseguida la abrazó sorbiendo por su nariz, pasaron unos cuantos minutos, algunos estudiantes que salían veían la escena y seguían de largo susurrando. 

—¿Qué ocurre? ¿Fue Christie?

Vanesa la separó un poco tomándola de los hombros y vió el rostro de Sara cubierto de rímel y con los ojos rojos y vidriosos. Su mano formó un puño sintiendo su sangre hervir, para ella lo único que le hacía poner así era cuando la molestaban a ella, pero sintió lo mismo cuando vió a Sara así. No quería verla así, no habían hablado desde entonces pero eran amigas. 

—No...Bueno, creo que si. Estaba saliendo de clases y cuando abrí mi casillero se encontraba una carta con un corazón, al verla decía una hora y el lugar de encuentro firmado con las iniciales S y T. Mi novio se llama Tomás y yo le digo Tommy...

Al terminar la frase Sara rompió a llorar de nuevo, Vanesa la guió hasta el baño y esperó hasta que comenzara a hablar de nuevo. Por suerte era la hora de salida y la mayoría de estudiantes ya habían salido.

—C-Cuando fui al lugar que decía la carta pensé que era una sorpresa de Tommy...De verdad lo creí y mientras sonreía alegremente comencé a escuchar...gemidos, una de las voces era de Tomás mientras que la otra era de Christie. ¿Por qué? Él era un buen chico, lo era. Vanesa, no pensé que fuera a pasar todo esto, lo siento por hacerte perder el tiempo con todo lo de la falsificación de exámenes, ya no será necesario...

Unas cuantas lágrimas rodaron mientras Sara veía a la nada, poco a poco su rostro formaba una mirada de odio y enojo. Vanesa la tomó del hombro, algo podría salir mal sino decía algo para calmarla. 

—Si Tomás terminó haciéndote eso, entonces él no era para ti. No comprendo muchas cosas sobre el amor, apenas y comprendo la amistad, pero si se una cosa  y es que los humanos cometen errores, tantos que para ellos, digo, para nosotros es normal equivocarnos. Y por eso hay que saber perdonar, si, sé que lo que te hicieron estuvo mal. Pero ¿Qué ganas tú odiandolos? Lo único que ganarías sería más odio y dolor. Así que dejamelo a mi. Además sé que pronto encontrarás  a una persona que verdaderamente te quiera. 

Sara la miró a los ojos y con una pequeña sonrisa la abrazó de nuevo.

—Wow, no sabía que podías decir más de tres palabras en una sola oración...Gracias, lamento todos los años que pasamos sin hablar, eres una gran amiga.

Lo que faltó decir es que eso solo era válido para los humanos y Vanesa no lo era, o por lo menos, no completamente así que la venganza resultaba ser bastante interesante.

Salió del instituto y subió al autobús en cuanto llegó, se puso sus audífonos y se sentó en una de las esquinas, mientras el autobús se movía por una de las paradas, se subió un hombre, vestía de negro totalmente y llevaba un sombrero. Parecía que se había equivocado de época, aunque ella vestía de igual forma así que no le importó y cerró los ojos. Sintió un escalofrío y se despertó de inmediato mirando sorpresivamente hacia la dirección del sujeto que ahora la estaba observando, su pulso se aceleró y miraba por el rabillo del sombrero los ojos más vacíos que había visto, una mirada agresiva pero a la vez sin vida. Él le hacía temblar, sentía un miedo indescriptible  y se sentía agotada. 

Cuando llegó a la parada bajó rápidamente respirando hondo, mientras el autobús se movía de nuevo observó hacia la ventanilla y ahora el hombre estaba sonriendo. Camino hacia su casa, extrañada de lo ocurrido. Los últimos días habían sido diferentes a su vida diaria.

Pasó por la casa vecina, la casa de Michael y se sorprendió al verlo sentado en la puerta, en cuanto la vio Michael levantó la cabeza.

—Hola ¿De regreso?

Se levantó y se aproximó hacia Vanesa metiendo sus manos en los bolsillos, en cuanto se acercó Vanesa sintió de nuevo el dolor en su hombro, al darse cuenta Michael en seguida se apartó de ella.

—Lo siento.

Dijo apenado y mientras veía el hombro volteó la mirada 

—¿Por qué te disculpas? Esto...No sé que ocurrió pero no es tú culpa.

Vanesa hizo como si no sintiera el dolor y se acercó un poco más a él, Michael se acercó y sin previo aviso tomó cautelosamente la mano de Vanesa girandola con la palma hacia arriba, sacando con su otra mano libre un camafeo azul y dejándolo en la palma. Cuando Vanesa lo vio su mirada se iluminó. 

—¿C-cómo? 

Sus ojos estaban expectantes y sin dudarlo dos veces le sonrió, las pocas veces que lo hacía era con su padre. Y gracias a esto se dio cuenta que Michael era una buena persona. Y se lamentó de haberle dicho estúpido sin conocerlo.

—Lo encontré mientras pasaba por ahí, sabía que lo había visto en algún lado y recordé que era tuyo. Déjame ponértelo.

Vanesa algo indecisa se giró y movió su cabello dándole espacio, Michael se lo puso y cuando se giró observó de nuevo esos ojos dorados, ya no eran solo alucinaciones, era evidente que cambiaban de color. Cuando iba preguntarle sobre es escuchó un fuerte sonido viniendo de su casa, un humano no podía escucharlo desde aquella distancia pero ella si. 

—Gracias, esto es lo más preciado que tengo.




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