Día 22

DÍA 22

MEDIANOCHE

Mérida entró con una sonrisa en su rostro, seguida de Castiel, quien no se veía tan feliz. Ella dejó los libros sobre la mesa ratona y me miró.

—Recibí a una Agatha loca diciendo que la descubrieron —comenzó a decir y suspiró pesadamente—. Lo bueno es que la interrumpieron, pero ahora tenemos que detener lo que logró hacer.

Abrió el libro de magia negra en una página en particular y señaló una oración. Me acerqué y la leí en voz alta:

—Si el portal no se cierra ni se abre por completo, cualquier espíritu que lo vea puede pasar.

—Y eso no es todo —murmuró y giró la página para luego señalar otra oración—. Para que estos espíritus sean de carne y hueso, un descendiente del invocador debe ser sacrificado con sus propias manos.

Todos nos giramos lentamente hacia Castiel, quien tenía la mirada en blanco.

—No dejaremos que eso pase.

Tabitha se acercó a él sonriendo.

—Con respecto a eso, hay un problema —agregó Mérida.

—Adivino: tiene que ver con Merlín —dije poniendo los ojos en blanco.

—Algo así… —hizo una breve pausa y continuó—: Soltó a tu hermano.

Mi boca se abrió y estaba por emocionarme, pero la palma de su mano frente a mi cara me detuvo.

—Eso no es bueno, significa que ya no quiere atraerte, así que, es muy posible que empiece a buscar a Castiel en cualquier momento.

—Bueno, pero ¿dónde está Elliot?

—En la isla mala, recuerda que no nosotros no podemos hacer portales —contestó con mala cara y tomó el libro para leerlo.

Bufé y me dirigí a la puerta.

—Voy a comenzar a decirle La Isla del Karma.

Agarré el picaporte, pero Bastian tomó mi brazo.

—Aún estoy intentando procesar todo esto —murmuró cerca de mí—, pero déjame que te acompañe.

—Bas…

—-Por favor.

Se veía preocupado y sus ojos miraban fijo los míos. Suspiré asintiendo.

—Está bien, pero debemos tener mucho cuidado.

Sonrió un poco para luego dejar un beso sobre mi mejilla.

Salimos, algunas personas nos siguieron, y enseguida hice un portal. Bastian lo atravesó rápidamente, giré para mirar a todas esas personas que tanto se preocupaban por mí durante unos segundos y pasé justo antes de que se cerrara.

—Es difícil acostumbrarse a eso —dijo levantándose.

—Sí, lo siento. Creo que aún tengo que practicar —respondí riendo un poco.

Se terminó de sacudir el pantalón para luego acercarse a mí lentamente.

—Sé que quieres buscar a tu hermano, pero me gustaría hacer esto primero.

Estaba a punto de besarme, pero se detuvo como si me pidiera permiso, así que lo besé yo. Nuestros labios casi no se movieron, sin embargo, fue un beso suave y dulce.

—¿Estás listo? —susurré sin alejarme.

Asintió y sonrió de costado.

Tomé su mano, y después de intercambiar miradas, comenzamos a caminar. Todo estaba silencioso, lo único que se escuchaba eran las aves y las hojas crujiendo con cada paso.

—¿Tienes miedo? —me preguntó de repente.

—Sí —contesté—, pero si todos creen que puedo, lo intentaré.

—Sabemos que puedes.

—¿Cómo?

—Eres la criatura más poderosa, incluso más que los brujos ancestrales —respondió un poco emocionado—. Solo tienes que confiar en ti misma.

—Hace tres semanas era una persona completamente diferente, Bastian. Es difícil.

Se detuvo y tomó mi rostro.

—Lo sé, Bella. Lo sé —dijo antes de darme un pequeño beso sobre mis labios—. Pero cada día demostraste ser la persona más fuerte que he conocido, y esa es la Annabella que va a pelear.

 Sonreí mirándolo fijamente y respiré hondo.

—Gracias —murmuré.

—¡¿Anna?!

Giré para ver a un león pelirrojo correr hacia mí, el cual me tiró al suelo y comenzó a lamer mi rostro.

—¡Basta! —exclamé intentado sacármelo de encima—. ¡Elliot!

Se detuvo, se bajó y volvió a su forma natural.

—Sabía que regresarías por mí —contestó emocionado—, otra vez.

—Claro que sí —respondí limpiando mi rostro con la manga—. Él es Bastian.

Me levanté y señalé al nombrado.

—Mucho gusto —dijo él y le extendió la mano a mi hermano, quien la tomó.

—Igualmente —murmuró serio.

—¿Estabas con Merlín? —le pregunté.

—Sí, me soltó esta mañana.