La katana y el dragón (serie "Delta 3", nº 7)

La boda de Rigel

Superficie del planeta Mérope. En su ciudad principal, Naita, la gigantesca metrópolis controlada por los Yamata no Orochi, una de las tres enormes organizaciones mafiosas que operaban en el sistema Sirio, y asiento desde donde emanaba todo su clandestino poder sobre aquel mundo, Rigel había sido citado para una muy secreta reunión por un misterioso contratista, quien había preferido permanecer con su identidad en el más absoluto anonimato.
—Esto no me gusta nada, Rigel —le dijo Nova preocupada, ella lo acompañaba como refuerzo, por si surgía algún problema—. No solo se trata de una ciudad muy peligrosa, ya de por sí... encima, estamos en sus afueras, lo cual es mucho peor.
—Pues, lo siento, Nova... pero, por ahora, no podemos darnos el lujo de andar eligiendo a nuestros clientes.
De hecho, últimamente, no hemos tenido ni siquiera algo que fuera cercano a un buen contrato; para serte franco, si no conseguimos algo, y pronto, vamos a tener que limitarnos a hacer trabajos en la superficie de algún mundo olvidado, porque no nos va a alcanzar el dinero ni para hacer despegar al Cisne.
—Mira este sitio, Rigel... parece un pueblo fantasma, está lleno de casas abandonadas y comercios cerrados. No hay ni siquiera vehículos circulando... es más, no hay ni un alma a la vista. ¿Quién, en su sano juicio, se animaría a solicitar un encuentro aquí?
—Dentro de poco lo sabremos —le respondió Rigel apuntando con sus ojos, al tiempo que veía como un fornido hombre de traje, a lo lejos, les hacía señas con su mano para que se le acercaran.
Era obvio que aquel sujeto los conduciría al punto exacto de la reunión, y así fue...
Llegaron al sótano de una derruida casa, donde se encontraron con otros tantos hombres trajeados y de igual porte que el primero... todos eran guardaespaldas; y en medio de ellos se encontraba la persona que protegían, la misma que había solicitado esta reunión... Se trataba de Tsuki, una de las hijas de la familia que mandaba allí.
Al verla, Nova llevó de inmediato su mano hasta su arma, lo mismo hicieron todos los guardaespaldas, que desenfundaron y le apuntaron directamente, dejándola inmóvil...
—Que sorpresa encontrarte aquí, Tsuki —le dijo Rigel tratando de estar lo más calmado posible en aquella tensa situación—, y que raro es el que no este Kasei a tu lado.
—Todo ha sido para mantener esta reunión lo más discreta posible; imagínate, un cíborg, como él, con el aspecto de un samurai plateado, de más de dos metros de altura, no es algo que pase precisamente desapercibido... ni siquiera aquí, en Naita.
Guarden sus armas ya —les ordenó a sus hombres, los cuales le obedecieron de inmediato—.
Puedes relajarte, Nova, como muestra de buena fe, he decidido dejar de lado nuestras diferencias personales... al menos, por ahora.
—Veo que estuviste averiguando algunas cosas, Tsuki; mi nombre, por ejemplo.
—¿Cómo no hacerlo?, es estrategia básica el saberlo todo de un rival. Además, tú eres la segunda en la nave que comanda mi futuro esposo...
—¿Qué? ¡¿Qué dijiste?! ¿Rigel, tu futuro esposo?
Tsuki se rió por un momento:
—Va a ser mejor que les explique todo desde el principio...
En este sistema hay tres planetas que son muy especiales, cada uno de ellos con grandes colonias humanas: Mérope, Eos y Euríale.
—Sí, sí... eso ya lo sabemos muy bien, en cada uno de ellos está una de las familias de la tríada mafiosa que opera en este sistema —dijo Nova interrumpiéndola.
—La palabra mafia se asocia al crimen... Preferimos referirnos a nosotros más como a un sindicato —la corrigió Tsuki mirándola a los ojos con un sesgo desafiante.
—Un sindicato del crimen organizado, con actividades como la protección, el arbitraje en disputas criminales, la intermediación y control de acuerdos y transacciones ilegales... Por no mencionar las actividades secundarias como: la administración de los juegos de azar, el tráfico de drogas, armas y personas.
¿Omití alguna cosa, Tsuki? —preguntó finalmente Nova de manera sarcástica.
Tsuki miró a Rigel conteniendo toda su ira.
—Nova, por favor, escuchemos lo que tiene que decirnos Tsuki; y esta es una orden, ¿estamos de acuerdo? —le enfatizó el capitán tratando de atemperar los ánimos allí; Nova le contestó haciendo la mímica de cerrar un cierre relámpago en sus labios.
—Bien —prosiguió Tsuki —; en Eos se realizará esta semana una subasta muy exclusiva, a la cual he sido invitada por ser la primogénita de mi familia.
Planeo asistir y recuperar una reliquia familiar que nos fue quitada a los Yamata no Orochi hace centurias; se trata de una antigua espada conocida como: la katana del dragón.
De ese modo, cumpliré con mi desafío, mi prueba de valor; es una tradición familiar que debo realizar al llegar a los 23 años; ya tuve dos años para hacerla, y no la realicé; este, es el último que me queda, y no dejaré pasar esta oportunidad.
Rigel y Nova se miraron entre sí, y él preguntó:
—Excelente, bien por ti, Tsuki, pero... ¿para que nos contratarías? Puedes comprarla sola, ¿o no?
—No, no puedo, Rigel. Verás, la katana no forma parte del lote que sale a subasta, así que planeo robarla; y no se me ocurre nadie mejor que tú para ayudarme a hacerlo.
Sin saber que decir, Rigel se quedó mudo, y Tsuki insistió:
—Kasei fue quien te sugirió de inmediato; aunque él nunca te lo diría, te considera un gran guerrero, capaz de protegerme de cualquier peligro..., y yo pienso lo mismo, mi valiente capitán.
Confío en ti, ya me salvaste una vez, sé que puedo poner mi vida en tus manos —dijo en tono seductor.
—Oh, por favor... ¡Vaya cursilería la que acabo de oír! —expresó Nova sin poder aguantar más el coqueteo de Tsuki—; ¡ya dinos que es eso de casarse con Rigel! ¿Qué necesidad hay de hacer una boda?
—Tus celos te ciegan, y te hacen quedar en ridículo, ¿no es así, Nova? ¡Estás subestimando a tus oponentes!, craso error.
Eos no es un planeta abierto al universo, como lo es este, muy por el contrario, su sociedad está totalmente cerrada, y es, en extremo, xenófoba.
Cualquier nave que intente ir allí, sin importar su procedencia, ni sus motivos, será atacada de inmediato con fuerza extrema.
Nadie puede descender en ese mundo sin un permiso previo de sus mandatarios, a menos que esté dispuesto a enfrentarse a la muerte, claro está.
Todos y cada uno de los concurrentes que pretendan ir a la subasta van a ser investigados previamente; será un escrutinio hecho de una manera minuciosa y exhaustiva..., y ante cualquier sospecha le negarán la asistencia.
Como ya les dije, yo he sido invitada. Ahora bien: según las normas de Eos, puedo incluir en mi invitación a mi esposo, siempre y cuando estemos en nuestra luna de miel.
Nadie sospechará nada de este matrimonio, todos saben de nuestra historia, y conocen bien los lazos que nos unen a Rigel y a mí. Él es el héroe que me salvó.
—Dime, ¿por qué tiene que ser esto, Tsuki? ¿No podrías buscar, acaso, algo más sencillo para tu prueba de valor; algo digamos... menos peligroso, al menos? —le preguntó Rigel.
—Si pretendo el respeto de mi familia, no. Esta es una prueba que marcará a fuego el peso de mi futuro liderazgo... Mi hermano mayor murió cumpliendo la suya hace años, no puedo ir a por menos que él.
—De acuerdo, Tsuki... acepto el contrato, casémonos. ¿Qué debo hacer ahora?
—En mi familia los acuerdos más importantes siempre se han manejado de una manera honorable, es decir: de palabra.
Basta con la sola presencia de testigos, por ambas partes, para ratificarlos... yo tengo a mis hombres, y tú la tienes a ella —dijo mirando a Nova, quien de inmediato protestó:
—¡Un momento, Tsuki! Si esto se va a manejar así, no será un casamiento simulado sino uno real, al menos para tu familia.
—Sí, será real... ¿por?
Nova se le quedó mirando boquiabierta, desconfiaba de los motivos completos de Tsuki, de hecho, creía que ella estaba utilizando todo esto como una conveniente excusa para adueñarse de Rigel de una manera definitiva.
Tsuki entonces le dijo:
—¡Oh!... ya entiendo, ¿te preocupa la disolución de esta unión mía con tu comandante? —sonrió con un sesgo desafiante—.
Según las reglas de nuestro clan, y siguiendo con nuestras tradiciones, si el matrimonio no se consuma dentro de los tres días de celebrado, este queda nulo de manera automática.
Así que mientras Rigel pueda contenerse, y no ser travieso en nuestra alcoba... terminaremos siendo simplemente amigos, como hasta ahora.
Nova miró a Rigel entrecerrando sus ojos, su intención era que él recordara esa mirada en todo momento durante los tres siguientes días, en los que, estaba completamente segura, Tsuki intentaría hacer todo lo que estuviera a su alcance para que él cayera ante sus cuantiosos femeninos encantos.
De ese modo, con todo ya perfectamente aclarado, se cerró el acuerdo, y aunque Nova tenía sus reservas, ofició de testigo... a regañadientes, por supuesto.
Rigel quedó así oficialmente casado con Tsuki, a cambio de una muy buena paga por la misión que se avecinaba...



#2251 en Ciencia ficción
#15076 en Otros
#4377 en Relatos cortos

En el texto hay: secretos, accion, aventura

Editado: 02.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.