La Legión de los Malditos

La Propia Estirpe

Blackhar. Nyliare dijo en su mente sintiéndose serena, había llegado al lugar que se había propuesto llegar desde un principio. Los Blaine y Nyliare había caído sobre la punta de los pies en el medio de una gran sala, no llena de lujos sino de hermosas esculturas de mujeres parecidas a ella misma, y al final de sus largos vestidos habían montones de ofrendas y peticiones. Los habitantes de Blackhar habían estado rezando a los dioses por 3 largos inviernos por que les otorgara una nueva elegida que los protegiera y les ayudara a regresar a su hogar, Calluhn.

Nyliare, de un momento a otro, se sintió observada. Un silencio se había apoderado de la sala que a un principio había estado llena de vida, y al mirar a su alrededor vio a cientos de Callh arrodillados ante ella, con las manos entrelazadas mientras susurraban con devoción Valgt. Nyliare así mismo se arrodillo, abrumada por el fervor con el cual era alabada.

En el fondo de todas esas personas estaba Ashka, sintiéndose embriagado por la esencia de la elegida que parecía traer paz a quienes estuvieran alrededor de ella.

—Mi nombre es Nyliare Solé de Calluhn, única descendiente del Rey Jone de Calluhn, heredera del trono a Calluhn y Elegida, protectora de las razas de la luz. He reencarnado más veces de las que los Callh podrán recordar, y una vez más he vuelto para impartir justicia y traer descanso a los pesares de sus almas —pronunció Nyliare solemne, con una voz dócil en un tono indiscutible —He recorrido un largo camino para llegar a ustedes, y han esperado un largo tiempo para recuperar lo que les pertenece. Una guerra se aproxima...

—Elegida, hemos esperado un largo tiempo por su llegada, estamos preparados para lo que acontezca —dijo Didak. Muchos hombres respaldaron su respuesta realizando notorios asentimientos.

Aún cuando Nyliare continuaba arrodillada, entre la multitud se hizo espacio una notoria figura. Un Callh con una expresión de sorpresa esculpida en el rostro detalladamente, pero con una mirada profunda y llena de oscuridad; sus ojos eran del color de los rubís.

Aquel hombre no le tomó más de unos segundos en llegar a la elegida y arroparla en sus brazos con una efusividad que impactó a Nyliare.

—Has llegado...tienes los rasgos de tu madre —Nyliare entreabrió los labios pasmada —Estaré en paz sabiendo que mi querida hermana cumplió su cometido y vivirá siempre en ti.

— ¿Somos familia? Si es así dígame su nombre —exigió Nyliare sin perder el tiempo, ante eso el hombre sonrió sin mostrar los dientes, alargando su mirada de peculiares gemas en una expresión que se podría interpretar por amigable.

—Soy Anton Kierk, mi hermana fue Melania Kierk, tu madre. Desde que la oráculo me aseguró tu existencia no he parado de esperar por tu llegada, querida sobrina —sonrió Anton hacia Nyliare, pero eso por una razón no terminó por convencer a la heredera, lo que fue el impedimento a que no pudiera responder al gesto —Quisiera explicarte todo, conocerte y presentarte a la familia, por favor, sígueme.

Ambos por fin decidieron levantarse del suelo, y así mismo las demás personas se fueron alzando para darle paso a Anton y a Nyliare. Ambos salieron de la sala en un silencio donde sólo resonaban sus respiraciones.

—Todo comenzó con la guerra de Cromo. Blackhar no existía, y yo un simple cazador del reino. Ese día había salido al bosque, me adentré mucho más que cualquier otra tarde, el invierno se acercaba y las presas se escondían, y tal vez fui tan lejos que no pude oír los gritos. Para cuando volví todo había acabado, y en cada rincón había sangre y soldados de Shullak celebrando, así que volví al bosque.

«Los Callh habíamos sido reducidos a unos cientos, y los sobrevivientes se aglomeraron en el bosque buscando la protección de las sombras. Los soldados de Shullak nunca se han atrevido a enfrentarse a ellas. Poco después eramos demasiados como para pertenecer en el bosque y tuvimos que crear todo lo que ves, los Callh tierra fueron primordiales al igual que los de aire, pero al final cada ser que buscó refugio aportó algo en la construcción de Blackhar. Luego los Callh me nombraron su líder aun sin quererlo, pero sigo teniendo un gran peso en mi alma, querida sobrina. No pude proteger a tu madre, pero prometo que te protegeré a ti aunque sea lo último que haga. »

Nyliare vio por las mejillas de Anton deslizarse lagrimas, y en ellas vio remordimiento y al mismo tiempo bondad, así que tomó las manos del hombre y le otorgó la tranquilidad que suplicaba —Por favor, Anton, llámame Nyliare.

Anton asintió y se secó las lágrimas con rapidez, para empezar a hablar nuevamente.

—Blackhar está dividido en varios sectores necesarios para la producción de alimento, armas, entrenamiento y el sanatorio. Ya pudiste conocer la zona en la que alabamos a las anteriores elegidas así que permitiré que los gemelos te enseñen los demás lugares, lo haría yo, pero tengo algo extremadamente importante que hacer —Y antes de que Nyliare dijera algo al respecto, Anton desapareció por uno de los pasillos, y Danko y Didak aparecieron justo detrás de ella.




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