La Legión de los Malditos

El ejército de la luz

La guerra se acercaba a paso agigantados. Las espadas yacían colgadas de las caderas de los guerreros, y dianas imaginarias eran trazadas en los pechos de los soldados de Shullak, la elegida se sentía confiada de lo que sería el destino de los guerreros que la acompañarían a defender la luz por encima de sus propias vidas. El gran ejército que era conformado por los Callh, los Damnare y los Nikes había finalmente arribado a Dehike. 

En el pueblo, los soldados eran recibidos con guirnaldas de coloridas flores y bebidas para recomponerse luego del recorrido, y Nyliare y Zharek los esperaban juntos con profundas sonrisas en la entrada de este. Los reyes de Dehike también estaban presentes, pero había decidido dejar a su hija en los muros del castillo por su propia protección. No deseaban que esta volviera insultar a la elegida de la forma en la que lo había hecho el día anterior, querían evitar esa vergüenza. 

Los concejales, los tres líderes de los Nikes y el ex-monarca de Calluhn, Jone, encabezaban la marcha. Los soldados fueron distribuidos por la extensión del pueblo y minutos después los guerreros proporcionados por Dehike se unieron a sus filas. Nyliare desde la lejanía podía ver la amplitud de los protectores de los reinos de Nylhella, eran el ejército de la luz. El pueblo de Dehike quedó en silencio, todos estaban impresionados, no habían visto ejército tan grande desde la caída de Calluhn. 

Zharek abrazó a Nyliare, invadido del mismo sentimiento que su esposa al ver quienes los ayudarían a libertar Nylhella. Estaban más que listos para atacar, solo debían decidir cuándo empezar a marchar a Calluhn, pero para ello debían planificar sus últimas estrategias.

Jone se acercó a su hija siendo acompañado por los concejales, pero este antes de iniciar con las preparaciones de la guerra le dio un largo abrazo a su hija, acariciando su cabello con dulzura. Su hija se había convertido en una magnífica líder, Jone podía asegurar que su esposa Melania estaría orgullosa de quien se había convertido. 

Nyliare no pudo evitar mostrarle su anillo a su padre, tomando de la mano a Zharek para introducirlo formalmente como su esposo. Estaba feliz, y Jone no se mostró muy sorprendido. Ahora Calluhn y Calldesh estaban unidos. 

Cuando todos estuvieron juntos, se aproximaron al castillo para luego ingresar a una sala muy parecida a la que la reina Akanke tenía en Calldesh. Jone se encargó en extender el mapa que había traído del reino congelado, el mismo mapa de Calluhn con todos los campamentos que Shullak había establecido por todo el territorio. 

Al principio todos los presentes se mantenían en un frío silencio, en un constante análisis sobre qué camino tomar, dónde atacar primero. Todos tenían presente que los ataques debían debilitar a Shullak, debían ser inteligentes, mucho más ahora que tenían el factor sorpresa. Shullak podría saber que irían a la guerra, pero no cuándo, ni específicamente dónde. 

Jone señaló una de las manchas grises del mapa, que representaban los asentamientos de soldados de Shullak en Calluhn, y así fue estableciendo una línea imaginaria que todos siguieron con sus ojos hasta caer en una dirección vertical directa a Calluhn. 

—Aquí. Es uno de los asentamientos más cercanos a Calluhn, tienen muchas defensas pero nunca muchos soldados, y queda en los bosques del territorio. Debemos tomar ventaja de los conocimientos de Nyliare sobre el bosque —los presentes asintieron. 

—Podríamos tomar ventaja de la noche, nos tomaría un poco más de un día llegar ahí. Las sombras podrán ser de ayuda para amedrentar los soldados presentes —comentó Nyliare, acariciando el área del mapa con sus dedos. Zharek prestaba atención a lo expuesto, usando sus propios conocimientos para identificar las probabilidades de que Shullak haya incrementado las defensas del lugar — ¿Qué piensas, Zharek?

— ¿No creen que sería muy predecible? Como Jone dijo, es uno de los asentamientos más cercanos de Calluhn, si lograramos hacernos con el lugar sería indispensable para establecer nuestra línea de ataque. El general Cassiam es inteligente, no dejará que tengamos vía libre a Calluhn  —expuso Zharek. Las expresiones de todos cambiaron al momento, Nyliare estaba mucho más pensativa que antes. 

Todos podían ver como la decisión era la más clara. Todos los demás asentamientos eran lejanos a donde necesitaban establecerse, y aquel lugar era el único punto donde podrían hacerse con el poder de flaquear con la fuerza de Shullak. 

—No tendremos otra oportunidad… Tenemos los recursos para atacar, los soldados están listos y armados, pero debemos decidirnos —dijo la concejal Akina, Clyte la secundó al asentir. 

—Estamos acorralados, nuestra única esperanza es ganar aquel asentamiento. Partiremos esta noche, necesito que los soldados estén preparados y conscientes de lo que estaría por venir, deseo que sepan nuestras probabilidades. Hay que luchar por nuestras tierras —decidió Nyliare, quemando con una pequeña llama de su dedo el asentamiento en el mapa —En unos pocos días, podremos despedirnos de Shullak. 




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