La ley de Amara

Capítulo 29

AMARA CORTÉS.

 

Bajo la mirada hasta mis libros. La nota que Aaron me regaló sobresale de uno de ellos. Aún no sé porqué la guardé.

 

— No empieces. Vamos, llegamos tarde.

 

Se queda mirándome fijamente ¿Qué quiere qué diga? ¿Qué está esperando? Solo estoy preocupada porque ayer parecía que las cosas estaban muy feas en su casa, es solo porque Aaron ha estado conmigo en mis malos momentos, simplemente.

 

— No diré nada más. —Dice mientras camina por mi lado— Pero me gusta ver como pasas del culo de Liam.

 

— Aitana. —No me gusta que diga cosas así. Ella lo sabe pero aún así lo hace sin importarle qué puedo enfadarme con ella. — Deja a Liam.

 

— Solo estoy diciendo la verdad y tú deberías abrir los ojos.

 

— Cierra la boca y no digas nada más sobre ellos, de ninguno.

 

Después del examen, las dos nos vamos a la cafetería. Es solo un pretexto para tomar un poco el aire.

 

— Amara. —Giro la cabeza.

 

Es Liam quien me llama. Contesto moviendo la cabeza pero no digo absolutamente nada.

 

— ¿Podemos hablar? —Pregunta.

 

— Claro.

 

Él se dirige a los baños, ahora no soy yo la que se está escondiendo de alguien.

 

— ¿Qué vas a reclamarme ahora? O mejor, dime a qué viene esto.

 

— Lydia está planeando algo para el baile, algo que traerá muchos problemas, no vayas ese día. —Advierte dejándome alucinada.

 

— ¿Por qué me traería problemas a mi? Me da igual lo que haga tu novia. Iré al baile y si ocurre algo, la señalaré y diré que todo lo planeó ella.

 

— No lo harás, estamos distanciados pero todavía te conozco.

 

— Obviamente, yo no he cambiado.

 

Coge mi mano. No sé qué pretende pero controlarme teniéndolo cerca es muy difícil para mí.

 

— Estas preocupada por él ¿No?

 

— ¿Por Aaron? —Pregunto aunque sé la respuesta. Claro que está hablando de él.

 

— Si, Aaron. —El tono de su voz lo delata, le molesta incluso pronunciar su nombre.

 

— Si, estoy preocupada por él y lo de cotillear conversaciones ajenas también es nuevo. —Muevo la cabeza sonriendo— Ya veo que tu novia te está pegando muchas cosas de su personalidad.

 

— Dime, si todo esto no es cierto, si no sois novios, si tú no lo quieres ¿Por qué te preocupas por él?

 

— Porque es una persona increíble y merece que le preste la atención que él se ha ganado por mi parte. Porque a pesar de saber que no siento lo mismo que siente por mí, está a mi lado, consolándome sin pedir nada a cambio. —Me libero dando un estirón. — ¿Y a ti por qué te importa si me preocupo o no?

 

— Porque hace menos de un mes me dijiste que no lo conocías.

 

— Pues ahora si lo conozco.

 

Me doy cuenta de que tiene algo morado en su cuello. Si no me equivoco un chupetón de un gran tamaño.

 

— Vuelve con Lydia, te estará buscando.

 

Consigo salir siendo más rápida que él. Vuelvo a mi mesa y un suspiro del alma sale de mis labios.

 

— ¿Qué quería? —Pregunta Aitana.

 

— Hacer reclamos y avisarme sobre el baile, al parecer Lydia está planeando algo que traerá problemas. —Explico brevemente— Me ha pedido que no vaya.

 

— No tenías pensado ir de todos modos ¿O has cambiado de decisión?

 

— Si, he cambiado. Iré y tengo que darle una contestación a mi acompañante.

 

Reviso mi teléfono, aún nada sobre Aaron.

 

— Voy a saltarme la clase.

 

— ¿Qué? Ya hemos hablado y me has dicho que no te saltarías clases.

 

— Es la última y tengo muy buena calificación, puedo saltármela.

 

Recogemos las bandejas.

Aitana permanece preocupada por lo que voy a hacer. Le he prometido volver antes de que José nos venga a buscar pero no está segura de ello.

 

— Por favor, vuelve o seré la culpable por haberte dejado ir.

 

— No te preocupes, solo espero saber que autobús coger para llegar. —Digo observando la dirección— Creo que preguntaré.

 

AARON MARTÍNEZ.

 

Despierto con dolor de cuello. He dormido toda la noche hasta ahora sentado en la puerta, bueno, con los golpes que papá daba en la puerta casi he tenido que estar con los ojos abiertos todo el tiempo.

 

— Aaron —La voz de mi madre me espabila— ¿No prefieres dormir en el sofá?

 

De nuevo un golpe. Papá no se cansa todavía.

 

— Parece que no solo tomó alcohol. —Me pongo en pie— Creo que ha vuelto a comprar pastillas.

 

— ¿Por que lo haría? Lo había dejado.

 

— Porque Graciela lo rechazó y no quiso volver con nosotros.

 

Pasa la mano por mi cabeza.

 

— No entiende que ella no va a volver, ni siquiera intentando traerla por la fuerza.

 

— El abuelo no lo permitirá. —Abro la mirilla y pongo el ojo en ella. Camina de un lado a otro, no parece cansado a pesar de que  tiene ojeras, muchas ojeras.

 

— Tienes que dejarlo entrar hijo.

 

— ¿Para qué intente pegarte otra vez? Ya has visto lo agresivo que está ¡Mírame! Estoy ensangrentado.

 

— Pero... —Le pongo la mano sobre el rostro. Ella lo quiere muchísimo sin importarle que siempre ha tenido problemas de adición.

 

— Mamá, si no esperamos a que se calme podría destrozar toda nuestra casa.

 

— Pero los vecinos estarán pensando que lo hemos echado de casa.

 

— Lo he echado para que entienda que no puede hacer lo que le plazca. Él me enseñó a tener mano dura y nunca antes he aplicado sus consejos, así que pienso aplicárselos a él.



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En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

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