La ley de Amara

Capítulo 71

AMARA CORTÉS.

 

He tenido la valentía suficiente para decirle en pocas palabras que me he acostado con Aaron, que estamos juntos y que bajo nuestras costumbres, él es mi marido. Para mí no es exactamente así, para mí Aaron sigue siendo mi novio, no ha cambiado nada por haberme acostado con él. Le quiero, me quiere y simplemente dejamos que nuestra relación funcione, que progrese sin poner etiquetas absurdas.

 

Todos quedan en silencio, aunque por sus caras, están llenos de asombro. La expresión de mi abuelo cambia, enfurece, frunce el ceño y me golpea sin detenerse a pensar en lo estúpido que es hacerlo. Aaron quiere reaccionar, protegerme, pero lo evito colocando la mano en su abdomen para que permanezca donde está.

 

— ¿Crees qué algo va a cambiar por qué me golpees?

 

— ¡Has avergonzado a nuestra familia!

 

— ¿Por enamorarme? —Pregunto, rio y miro a Cora. Ella debería enfrentarse a él, decirle que ama a alguien, que no es virgen y que no quiere seguir bajo sus órdenes.

 

— ¡Te prohibí estar con él!

 

— ¡Prácticamente me obligaste desde un principio a estar con él! —Grito— Lo hiciste porque disfrutabas, porque desde que vine a esta casa, lo único que has hecho ha sido destrozarme la vida. Me golpeabas, me humillabas. Disque porque así entendería mejor lo que debía y no debía hacer ¡Sabías desde un principio qué mi padre no me crió con ninguna ley! Y tú quisiste fijar una boda, no yo.

 

— Te aprovechaste, me mentiste y jugaste con toda mi confianza.

 

— Si, pero no fue mi intención desde un principio. Solo quería ser libre y Aaron me prestó su mano, me ayudó y trató de darme la libertad que tú me habías negado.

 

Cojo aire. Todo lo que estoy diciendo está siendo escuchado por Liam, que permanece en el porche, observándome y escuchando mis palabras. Mi abuelo aprieta el bastón, apoya su cuerpo en él y me mira con furia.

 

— No he hecho las cosas como querías, pero he acabado amando a la persona que ¡Tú! Quisiste para mí, pero claro —Rio— cuando me enamoré, y te lo confesé, ya no querías que siguiera con esto. Ahora sé porqué.

 

— No sabes nada. Lo hice por todas las mentiras que me dijiste.

 

— No, lo hiciste porque para ti era más importante verme infeliz, porque mi felicidad te molesta, porque no pudiste detener a mi padre y querías hacerme pagar por él.

 

— ¡Cállate! —Grita, levanta la mano y yo sin miedo, levanto la cabeza.

 

— Ya no puedes hacer nada para separarme de Aaron.

 

Aaron me coge la mano.

 

— No intentes hacerle daño otra vez.

 

David, el mayor de mis tres primos, se pronuncia. Estaba esperándolo, porque siempre ha pensado que me trasmite miedo.

 

— Ojalá el abuelo nunca te hubiera traído. Eres una vergüenza y la mancha para nuestra familia.

 

— ¿De verdad, David? Eres el menos indicado para decirme que soy una vergüenza. Lo mismo que debería darte a ti, por todo lo que has hecho a las espaldas de nuestro abuelo.

 

— ¿Qué he hecho? Sorpréndeme.

 

— Has estado viéndote con India —Giro la cabeza— ¿Sabes quién es India, abuelo?

 

— David, desmiéntelo.

 

— ¿Quién es India? —Pregunta Aaron, sonrío y vuelvo la mirada al frente.

 

— India es la hija de una de tantas de las amantes de mi abuelo. Esas que pensaba que eran un secreto, pero no lo son en absoluto. David, el mayor de tus nietos, tu orgullo, te a desobedecido y delatado.

 

Mi abuelo, pese a las confesiones que estoy haciendo, no se olvida de mí, prefiere hacer oídos sordos con su queridísimo nieto, antes que aceptar que Aaron y yo estamos juntos, y que no puede separarnos.

 

— Entra. —Me pide con el ceño fruncido.

 

Mi tío José niega con la cabeza, lo hace disimuladamente para que él no lo note. Sus intenciones son malas, soy consciente de ello, pretende hacerme daño o trama algo que desconozco. David, me mira lleno de rabia, absurdamente, porque mi abuelo le perdonará todo.

 

— No entraré en un lugar donde nunca se me quiso. Solo he venido para dejar claro que Aaron y yo estamos juntos, también para que te entre en la cabeza de una vez que no podrás separarnos.

 

— No queríamos hablar sobre nuestra vida personal —Añade Aaron— pero desgraciadamente, con una persona como tú, es la única opción para que abandones la idea de separarnos. Si quieres, olvídalo, haz como si nunca hubiera oído nada.

 

— ¿No te bastó con el abandono de Esmeralda? ¿No te quedó claro qué no cumples las expectativas necesarias para estar con alguien de una familia de nuestro calibre?

 

Ríe.

 

— ¿Y tú no entiendes qué no es cuestión de familia? ¿No te queda claro qué cuándo una persona te ama, no te dejará por quién es tu familia? Esmeralda jamás me amó lo suficiente.

 

— Yo si. —Lo miro dulce— Estoy con él sin importarme nada, porque a él tampoco le importa quien soy yo o quien quieres que yo sea. Nuestra familia no es más que otra, el apellido Cortés, no es más que otro.

 

Me canso de seguir con una conversación inútil, Aaron, Pablo y yo nos dirigimos al coche bajo la mirada de los vecinos. Me detengo justo en la puerta y giro la cabeza para observar a Liam. Él hace una mueca con los labios, encoge los hombros y sonríe brevemente.

 

— ¿Quieres decirle algo?

 

— Hablarle frente mi familia, sería una estupidez. Sé que pronto sabrán quien es, pero no lo sabrán por mí.

 

Subimos al coche.

 

Pablo nos lleva a su casa.

 

— Estáis en vuestra casa —Dice él.

 

— Pablo ¿Seguro qué no molestamos? —Pregunta Aaron.



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En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

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