En un principio el comedor del Noveno Nivel no era más que una decoración, un lugar sin un valor real que fue solo diseñado para aumentar el sentimiento de inmersión del juego de rol. Ahora éramos muy afortunados de haberlo diseñado ya que se volvió el punto en común donde todos los habitantes del castillo vienen a comer todos los días.
Ya no se trataba solo de un lugar que visitaban las sirvientas ninfas por su programación, era un lugar real. La mayoría de los Planitis, ya sean Erastes o Eromenos utilizaban su tiempo libre para venir aquí a comer, algunos vampiros del Cuarto Nivel también lo hacían, varios ángeles piratas o normales del Sexto Nivel igual, demonios del Octavo Nivel y obvio que los habitantes de este mismo piso también.
Al llegar a este mundo desde el videojuego me convertí en un no muerto, principalmente un espectro, y como tal no tenía necesidades como comer o dormir. Un caso diferente al mío eran mis dos amigos, Júpiter siendo una humana y DreamMurr un elfo, ambos si tenían cuerpos que necesitaban satisfacer funciones biológicas.
Cada tanto ambos venían a comer aquí y yo los acompañaba para que pasáramos el tiempo juntos. Como ya es la hora de la merienda ellos tenían una gran cantidad de opciones para elegir: mi amiga tomaba un té y mi amigo un café, para acompañar había pan tostado, miel, dulce de leche, pastelillos, magdalenas y varias cosas más.
Observé las mesas ocupadas a nuestro alrededor y me sentí un poco mal al ver que tenían muy pocas cosas en comparación a la nuestra <¿Ellos no pedirán más cosas para acompañar la merienda por qué no pueden o no quieren?> mi mente quería pensar eso más a profundidad, aunque tuve que dejarlo para más tarde porque Júpiter me habló.
–Ya sé que no necesitas comer por necesidad, pero podrías hacerlo con gusto.
<Ella debe haber confundido mi análisis de la situación con deseo de comida> no sé porque eso me sacó una sonrisa, quizás porque me gustaba un poco que se preocupara por mí, aunque no fuera necesario. –Lo intentare en un futuro –dije–. Aunque temo que cuando lo haga no le sienta nada de sabor a la comida.
–Eso es una lástima. –Intentando hacerme la contra DreamMurr se llevó una tostada con dulce de leche a boca.
–Jajaja que tonto.
–¿Qué dijiste? –preguntó con la boca llena.
El juego que recién iniciaba se vio obligado a acabar abruptamente cuando un dolor punzante se apoderó de mi cabeza, mi boca ahogó un grito y rápidamente me llevé las manos a la frente. Sentía como si me estuvieran martillando el cerebro desde dentro, no solo eso, sino que el símbolo de un círculo rojo titilante con un signo de exclamación blanco apareció dentro de mi campo de visión.
Imagino que en un principio mis compañeros pensaron que se trataba de una rara broma, pero cuando solté más gritos ahogados en un intento de contener y manifestar el dolor se dieron cuenta de que n. –¿Qué pasa? –Escuché preguntar al elfo.
Mis manos apretaban con fuerza mi cabeza, como si quisiera abrir mi cráneo como una nuez y sacarme el martilleo profundo. Cerré mis ojos y apreté mis dientes con fuerza, como si ese gesto de fuerza disminuyera el dolor, logré escuchar a Júpiter levantarse y cuando su mano tocó la mía esta rápidamente la retiró.
–No solo está ardiendo, sino que también empezando a sudar mucho.
El ambiente cotidiano del comedor se fracturó en miles de pedazos, todos los NPCs dejaron lo que estaban haciendo para observar preocupados como uno de sus tres amos restantes sufría y agonizaba. –¡LOLA! Prepara algún platillo que quite efectos negativos –ordenó mi mejor amiga.
–¿No tienes alguna idea de que te está pasando? –preguntó DreamMurr que ahora lo sentí a mi lado.
Comencé a respirar por la boca muy aceleradamente, tenía ganas de vomitar, mi cabeza me daba vueltas y ese símbolo de advertencia dentro de mi campo de visión estaba sincronizado con el dolor dentro de mí. –Ni idea- me costó pronunciar esas palabras.
No quería que se preocuparan, pero fue inevitable, logré escuchar como el tono de voz de mis dos amigos se volvió más nervioso y alterado. –¿Sera alguna enfermedad? –pensó Júpiter.
–Pero los No muertos no pueden tener enfermedades –declaró mi otro amigo.
–Si ya sé, pero eso era dentro del juego ¿Se habrá contagiado en el Bosque Encantado?
–Nosotros dos también fuimos, deberíamos estar igual. A menos que sea algo que solo afecta a los espectros.
Logré escuchar el paso de muchos tacones, debía tratarse de las sirvientas ninfas y una voz la guiaba. –Abran paso –exclamó Lola acercándose a mí. Sumado a todos los malestares que sentía mi vista empezó a teñirse de rojo, dejando únicamente la señal de advertencia en mis parpados–. Por favor mi señor tome esto. –La hada Vigilante de Área me entregó un bol de madera con lo que parecía ser una sopa.
Sosteniéndolo con su mano ella lo acercó a mi boca, pero al tomarlo la palabra de <Alerta> comenzó a resonar dentro de mi cabeza. A su vez, realmente me sentía feliz de que tantas personas se preocuparan por mí, si hubiera estado en mi otro mundo y me pasara esto sin duda moriría solo en mi pequeño departamento y para cuando alguien se preocupe solo encontraría mi cadáver.
No pude seguir tomando más y la sopa cayó entre mis dientes de regreso al plato. –Dame eso. –Escuché como Júpiter le arrebató el bol a Lola para intentar dármelo ella. Sin embargo, antes de poder volver a intentar tomarlo mi vista se volvió totalmente rojo y perdí el conocimiento.
-----O-----
Cuando recobré la conciencia el interior de mis parpados titilaba de un rojo intenso en vez de ser negros, rápidamente los abrí y me percaté de que no estaba en el comedor sino en mi habitación. A la derecha de mi enorme cama para cinco personas estaba Ludwig arrodillado, sus ojos se llenaron de lágrimas al verme.
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Editado: 07.09.2023