Pasaron los días y el frío poco a poco se iba como nosotros dejábamos el sur. Cuando sabes lo que es la nieve, un grado más es la gloria. Se iba como las vacaciones, pero nosotros seguíamos nuestro viaje. Nos perdimos un par de veces y discutíamos de a ratos, por estupideces, o problemas serios, pero la reconciliación era rápida. Después de todo somos un grupo de jóvenes… y también boludos, esas cosas pasan, nada grave. Lo más divertido era lavar la ropa en algún río que encontrábamos. Era tedioso esperar a que seque. A veces nos llevábamos sorpresas como bichos además del agua helada. Perseguíamos patos y evitábamos serpientes, de lejos saludábamos vacas, cabras,caballos y ovejas. Nos cruzamos un par de gauchos y fueron amables. Cuando hacíamos fogatas el calor del fuego se introducía en nuestra aura. Secaba la ropa y sostenía un tímido anhelo. Nos abrazábamos entre las chicas y Joshua solo a mí, creo que era porque respetaba a Mar y Eli por tener pareja.
Creíamos que estábamos por salir de Chubut. Me sentía una trotamundos, ¿es muy viejo decir eso? No importa, creía que la experiencia me estaba cambiando, cosa que me asustaba. Es que fueron momentos demasiado felices. Pero la vida no son solo momentos felices, a algunos se nos olvida, y cuando vienen los momentos malos, queremos mostrar una sonrisa para ser fuertes, y terminamos llorando mientras reímos a carcajadas. No espero que nadie completamente cuerdo, lo entienda.
La elegante oscuridad de la noche con el brillo singular de las estrellas provocó una escena galáctica. Aparte del suelo con césped seco, no había montañas o árboles en el descampado donde decidimos acampar esa noche. El negro azulado nos rodeaba, estábamos acompañados del espacio y diminutos puntos blancos alrededor como si fueran las paredes de un cuarto. Encendimos una fogata grande para cocinar y comer, nos sentamos en frente. El calor que propiciaba era innecesario, estaba por empezar septiembre, la temperatura subía. En el camino, desde que empezó esta aventura, recuerdo las risas, pero esa noche fue distante, perdí una sola cosa, más importante de lo que parecía, por tonta, suelo ser muy tonta.
—Ya hice lugar adentro de la carpa por si quieren entrar —dijo Eli saliendo de la misma como una madre preocupada por sus hijos y se sentó en el suelo al lado de Mar. Los cuatro de frente a la fogata, callados mirando el fuego por unos segundos, parecía correcto. El mundo se disfrazó de perfección.
—No tengo sueño todavía, ¿y si contamos historias de terror? —preguntó Joshua con entusiasmo.
—¡No! —exclamé, él estaba sentado a mi lado y contestó riendo mientras miraba fijamente mis ojos y yo su cabello negro enrulado como fideos tirabuzón, le enoja que le diga eso.
—¿Por qué? ¿Te dan miedo?
—Algo.
—Ah, Malena, estaba sonando tu celular adentro de la carpa.
—Uh, gracias Eli, ahí lo voy a contestar.
A veces me sentía el sostén del grupo. Mis mejores amigas no tenían mucha relación entre ellas, y creí que eso estaba cambiando. Me levanté y fui a buscar mi celular, todo quedó en silencio. Terminando de comer porciones de pizza, estaban por ser las doce de la noche y teníamos que seguir al norte mañana. Busqué y encontré mi celular rápidamente, no tenía ni llamadas ni mensajes, pensé que podía ser otro celular el que estuviera sonando. Salí de la carpa con intención de decirlo pero me detuve al ver que ahora Eli estaba sentada al lado de Joshua, lo olvidé al instante de verlos.
Sin ponerme celosa o hacer caras raras, fui al lado de Mar y me senté. Estaba entusiasmada por las historias de terror aunque me daba miedo, la atmósfera era especial para eso, y si tenía pesadillas tenía a mis amigas y a Joshua. Pensé en hacer café para pasar un rato más agradable, pero, no creí que un día en esta odisea una discusión fuera demasiado lejos.
Eli se bajaba lentamente el escote mientras se acercaba a Joshua, intentaba sacarle conversación agudizando la voz como una niña. Mar y yo nos miramos extrañadas, parecía coquetearle pero ninguna dijo nada. No habíamos tomado alcohol. Vi como Mar agachaba la cabeza tragando cosas que tenía atoradas para decir, desvío la mirada cuando Eli apoyó sus pechos en el brazo de Joshua.
—Ey, —dijo Joshua precipitadamente alejándose de Eli— ¿vos no tenías novio?
—¿Qué tiene eso? —respondió ella, seguía comportándose como nena—. No es mi novio en sí, y estamos mal —al escuchar eso me asombré, abrí grande los ojos y un poco la boca, sí tenía novio y yo lo conocía, es más, me caía muy bien. Eli me miró con una sonrisa, supe lo que me iba a preguntar, porque eso ya había pasado antes, ella siempre tenía que ser el centro, tenía que ser superior y gustarle a todos, ya me había acostumbrado, cada chico que me gustó se fijó en ella, no los culpo, es hermosa—. ¿No que no tengo novio, Male?
Mar levantó la mirada con la cabeza abajo, la veía con recelo porque ya sabía de sus artimañas, pidiendo con la mirada que mienta por ella, o las veces que me hacía sentir menos y yo lo permitía sin decir nada, porque era mi amiga y la quería.