La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 15. Tus Demonios.

Rae se sentó en las rocas y yo doble las rodillas para llegar a su altura, aunque todo lo que podía ver era esa bella espalda con rayos de cabello negro tratando de no desviarme hacía alguna parte mas intima de él.

Abrí el cofre que tenía conmigo y en el interior encontré un peine de plata con el que suavemente comencé a desenredar su cabellera y lociones las cuales hunte sobre su suabe piel.

Mi misión era esperar y servir de ancla para su majestad, así que eso hice. Espere.

Divague un poco en la textura que llevaba él consigo y por un momento inoportuno las imágenes de mis manos sobre su pecho desnudo me desconcertaron al darme cuenta de que podría ser realmente facíl, solo que no me había dado cuenta de que no eran exactamente mis pensamientos sino los suyos y cuando lo supe, mi cuerpo actuo solo.

Entonces Rae detuvo mi mano de su laborioso trabajo y suavemente se giró hacia mí.

Mi pulso se aceleró y trate de controlar mis impulsos pero Rae no ayudo. Mis manos en su pecho desnudo y las suyas acariciando los mechones de mi cabello que se escapaban. Trate de espabilar pero las imágenes avanzaban y el viento cambiaba, siempre cambiaba y eso hacía que me diese cuenta de lo caliente que estaba mi cuerpo.

Me resistí a él pero era una de las pruebas que Rae debía de superar así que me repetí que sería su ancla.

Él sonrió jalándome hacia el agua que estaba tibia por algún extraño motivo, adivinando mis pensamientos, y entonces la bata que yo llevaba comenzó a mecerse sin subir ni revelar nada. Me sentí denuda a pesar de que llevaba ropa interior dentro y aún más al contemplarlo a él quien nos llevaba más profundo. Pronto el agua ya no le llegaba a la cintura sino a sus abdominales y a mi pecho conjuntamente. Respire y lo oí murmurar unas palabras que no entendí y despúes lo contemple aturdida, maravillada.

Idioma élfico, algo que debería de comprender pero no era simple siendo humana, y entre ello, fueron las palabras viejas de nuestro primer idioma, palabras que una humana como yo solo lo oía como una leve melodía, la que dificultaba mis motivaciones.

Volvió a pronunciarlo y entontes sus manos de verdad fueron hacia mi cabello y hacia el lado contrario en donde se encontraba posándose, sobre mi cuello desnudo. Me estremecí y perdí fuerza en las piernas. Él me ayudo a mantener el equilibrio rodeando mi cintura con un brazo suyo, pegando mi cuerpo al de su majestad y aun sonriendo, insinuando deseos que no deberían de ser entregados a nadie.

Mis manos se movieron solas al posarse en su pecho y en mi cabeza no hubo otro pensamiento a parte de la textura de su piel. Me falto el aire. Él levanto mi cabeza y pego su frente a la mía. Él olía a nieve y bosque y a hombre, una exquisita combinación de feromonas.

Quise recorrer cada parte de su cuerpo con mis manos y averiguar el mapa que escondía en él pero no podía, debía de resistir, solo que yo era una humana y él no.

Me beso.

Sus labios suaves sobre los míos, aún más complejos de lo que recordaba. Una de sus manos apretándome más hacia él y la otra atrapándome por la nuca para no escapar, como si yo lo quisiera. Sus labios succionando y dando pequeños besos que me helaban la piel hizo que me mareara, él era frio en ciertos lugares y caliente en otros.

Su boca abrió la mía en un pequeño juego y entonces deje que su lengua se combinase con la mía, yo inexperta y él un maestro, él enseñándome a moverme y yo aprendiendo, queriendo tomar la iniciativa. Me faltaba aire pero era delicioso y no podía pensar nada en lo absoluto. Él sabía increíble y tenía mucho más aguante que una humana pero me tomo a consideración y se separó. Esta vez hubo algo diferente.

Beso mi mejilla con ternura y bajo hacia mi cuello, todo un proceso que me enviaba a un lugar que no conocía hasta que… se rompió.

Abrí los ojos hacia el cielo dejando escapar un gemido y después con el incesante viento logre ver un mechón de mi cabello. Su corazón trataba de llamar mi atención latiendo fuerte contra mis manos pero mi cabello no era mío, eso acaparo mi atención y me aterro de muchas formas que no podia describir.

Rubio, eso era.

Baje la mirada a tratar de encontrar alguna otra cosa y vi claramente en el borroso reflejo del agua a una chica de cabello rubio y largo y unos ojos verdes brillantes, a quien sostenían con mucho amor y delicadeza. Esta no era yo, no era yo a quien deseaba él, esa era la princesa Aglae, la princesa elfo, de quien Rae estaba enamorado y eso fue todo.

– Espera – mi voz fue suavemente rota y lo empuje. Él se dio cuenta de eso y levanto la mirada tomando mi rostro entre sus manos.

– Aglae – susurro. Quise llorar porque era yo y no lo era y porque me daba miedo que él lo descubriese y acaba asi de desechada como yo.

– No – respondí negando brevemente la cabeza – Soy Lae.

Entonces todo cambio.

El viento desato mi cabello y el suyo lo elevo y el cielo cambio.

Estaba sonriendo.

Todo alrededor mío fue de un traslucido color en un matiz de arcoíris reflejados en el suelo y techo.




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