Caminó sin mucha prisa de regreso al edificio, pero nuevamente la sensación de estar siendo seguido se hizo presente, no avanzaba ni tres pasos cuando se detenía a mirar por encima de su hombro y a pesar de la escasa luz, podía distinguir que nadie le estaba siguiendo.
Justo antes de llegar a su destino hizo una brisa fuerte que le erizó la piel, iba a apresurar el paso pero aquella voz le hizo detenerse.
––Cariño… Cariño ven conmigo… En mis brazos estarás a salvo y no tendrás frío… Mmmm… Mmmm… –– era la voz de Audrey, parecía una rara canción de cuna
Provenía de varios lugares, pero el más cercano a él era donde había estado, en los escombros de la antigua iglesia. Dudó antes de regresar sobre sus pasos.
A lo lejos, la persona que le seguía no entendía por qué estaba devolviéndose a ese lugar, ¿qué no estaba enterado que las noches de octubre no eran agradables? Se preguntaba también el por qué había aceptado dicho trabajo mientras le seguía a los escombros.
Cuando Alex llegó a los escombros la voz de Audrey sonaba con más fuerza, pero no la veía por ninguna parte, solo se oía su voz que seguía entonando la fea canción de cuna.
–– En mis brazos estarás a salvo y no tendrás frío…. Cariño ven… ven conmigo… Mmmm…
–– ¿Audrey dónde estás? –– sí, esa fue su grandiosa pregunta, ¿qué otra cosa podía preguntarle a un alma en pena?
––Cuando tengas miedo aquí estaré, solo llámame e iré… Mmmm…
Tenía miedo, rara vez en su vida había experimentado ese sentimiento, no era miedoso, pero en ese momento era todo lo que podía sentir. Caminó por lo largo de todo el lugar, cuando estuvo en el centro casi por instinto vio su reloj, se había detenido, genial, no podría saber cuál era la hora actual, su reloj se había congelado marcando las nueve y doce de la noche. Un escalofrío le recorrió la espalda, sintió que alguien estaba detrás de él, quiso girarse pero algo se lo impedía, lo intentó varias veces sin resultado alguno; la voz de Audrey seguía cantando pero con cada verso se volvía más fuerte, de repente sintió algo en su cuello cortando su respiración por instinto llevó alzo sus manos para quitarlo pero no había nada, estuvo luchando con sus manos tratando de quitar nada, porque no había nada físicamente alrededor de su cuello pero seguía sin poder respirando, parecía como si lo que le estuviera cortando la respiración fuera invisible.
El hombre que lo seguía estaba viendo toda la escena desde lejos, si antes le parecía que Alex fuera raro todo lo que estaba presenciando le dejaba claro que estaba loco, ¿qué era lo que estaba haciendo? ¿Por qué tenía sus manos en su cuello?
Alex sentía que en cualquier momento iba a rendirse, la voz de Audrey no paraba de cantar y la presión en su cuello solo aumentaba. Sus ojos se estaban cerrando en contra de su voluntad, por mucho que luchaba no podía hacer nada, ¿así era como moriría? ¿Ahorcado por el fantasma de quién ayudaba? El aire ya no entraba en su cuerpo, cerró los ojos y dejó caer los brazos en seco. La voz de Audrey dejó de oírse, la presión en el cuello de Alex desapareció y su cuerpo calló haciendo sonar un golpe seco en el suelo.
El hombre seguía en su sitio, no entendía que era lo que pasaba pero algo le decía que no debía ser bueno. Espero que Alex se levantara para poder irse tranquilo pero después de un par de minutos comenzó a preocuparse, no se movía, dudó en acercarse ¿y si después le preguntaba quién era, qué le iba a contestar? Mientras se debatía entre ir a ayudarlo o no hacer nada, vio que dos personas se acercaban hasta Alex, eran el hombre y la mujer que lo ayudaron cuando lo acusaron, ¿de dónde habían salido? Antes de llegar a donde estaba Alex, la mujer se detuvo de golpe ocasionando que su acompañante hiciera lo mismo, se miraron brevemente antes de girarse en su dirección, ellos sabían que estaba ahí, no estaba seguro de cómo pero lo sabían. Antes de poder reaccionar, se estaba alejando del lugar, no pensaba en nada solo caminaba, casi en automático.
–– ¿quién era ese? –– preguntó Adiutor mientras veían al hombre alejarse.
––No lo sé, pero no es nuestra prioridad en este momento.
Se giraron y comenzaron a correr a donde se encontraba Alex. Se arrodillaron uno a cada lado de su cuerpo, Adiutor colocó dos dedos en su muñeca buscando pulso.
––Si tiene pulso está muy débil porque no lo siento.
––Hay que aplicarle el RCP –– le dijo Scivi mientras se quitaba el abrigo.
Adiutor la miró con duda pero lo hizo, 1, 2,3… 1, 2,3… 1, 2,3… era lo único acompañado de su agitada respiración que se oían, Scivi estaba murmurando cosas por lo bajo mientras intentaba darle calor.
Fueron tres minutos lo que estuvo haciéndole RCP sin ningún resultado ––Scivi, llegamos tarde, no podemos hacer nada.
––No, así no es como tiene que pasar, él no puede…–– se negaba a pronunciar esas palabras, no es así como debían suceder las cosas.
––Tal vez no es el indicado –– le respondió tratando de consolarla, él tampoco podía asimilar que aquello estuviera pasando, a pesar de todo había algo en Alex que hacía que todo aquel que lo conociera le tomara aprecio.
––No, así no es como debe acabar, yo lo sé –– dijo decidida mientras colocaba sus manos en la altura del pecho de Alex.