La mecánica de los corazones rotos

01| El periodo de prueba

01| El periodo de prueba

Halley:

10:45 de la mañana. Ya estamos otra vez...

Me permito unos segundos más con los ojos cerrados, después inhalo profundamente y dejo escapar el aire en un hondo suspiro tratando de hacer que la tensión producida en la parte baja de mi estómago cese. Froto mis ojos con suavidad y una vez lo hago los abro con pesadez mientras mis brazos reposan por la parte exterior del edredón que prácticamente engulle por completo todo mi cuerpo.

Cuando soy consciente de que la claridad y las voces provenientes de la planta baja no van a ayudarme a dormir de nuevo, retiro el edredón hacia atrás y me incorporo mientras las puntas de mis pies tocan el suelo. Me levanto y camino hasta el ventanal de mi habitación para dejar que la claridad ilumine por completo la habitación y una vez conseguido me dirijo hasta el armario y lo abro de par en par. No me toma mucho tiempo decidir qué ponerme y, cinco minutos después, estoy tratando de enfundar mis piernas en el vaquero ancho que escogí ponerme hoy mientras doy varios saltitos para lograr subirlo del todo a pesar de que sé que no es necesario hacerlo. No puedo evitar sonreír como una niña pequeña cuando me doy cuenta de lo ridícula que debo parecer en estos momentos y, una vez consigo abrochar el botón, me aliso un par de veces el jersey que saqué del armario prácticamente por inercia.

Al volver a escuchar aquellas voces provenientes de la parte de abajo mi sonrisa se desvanece y mis hombros se encorvan. Noto cómo mis músculos se tensan como cada vez que esto ha pasado y siento a mi corazón bombear más acelerado de lo normal logrando asustarme casi tanto o más que la última vez. Finalmente, decido acercarme hasta el escritorio donde se encontraban mis auriculares, los conecté a mi teléfono que reposaba sobre la mesita de noche y subí el volumen de la música al tope para tratar de lograr que esa tensión se esfumara y que mi corazón dejase de latir tan desbocado.

Después de varios minutos me sentí bastante orgullosa al comprobar que ha funcionado, porque la otra gran mayoría de veces no había sido así.

Mientras hago mi cama dejo que la música fluya por mi interior y dejo escapar algunos movimientos al ritmo de la música en los puntos clave de la canción. Cualquiera que entrase ahora mismo y me viera podría pensar que estaba poseída por algún extraño espíritu por lanzar movimientos al aire de vez en cuando y se reiría de mí, pero por una vez, eso no me importó.

Diez minutos después mi cama estaba hecha, yo no tenía nada más que hacer en mi habitación y la música no podía seguir ayudándome a evadir la realidad tan oscura y opaca que se cernía sobre las paredes de nuestra casa como casi tantas otras veces. Así que, tras quitarme los auriculares, abrí la puerta despacio y me detuve unos segundos para continuar escuchando aquella horrible conversación que siempre aparecía sin importar el inicio de todo. Siempre volvía. Siempre estaba ahí sin importar el momento ni cuándo.

Como todas las demás veces, volvía a ser él el protagonista y todos los demás quedábamos a segundo plano hasta tal punto en el que la felicidad quedaba absolutamente reducida a cenizas, sin importar realmente a quién o quiénes pudiera afectarles aquello.

Negué con la cabeza porque realmente pensé que esta situación ya no tendría remedio y finalmente logré que mis piernas reaccionaran y me acerqué despacio hasta las escaleras. Con una mano en la baranda bajé el primer escalón y me detuve, solté un suspiro tratando de tranquilizarme, encuadré mis hombros y procuré eliminar lo máximo posible la tensión que a duras penas me permitía moverme. Había comenzado a respirar con más rapidez.

Dibujé una sonrisa lo menos fingida que pude y me decidí por bajar. Una vez en la planta baja, eché un vistazo al salón, donde la conversación telefónica de mamá seguía en pleno apogeo y, cuando mi madre me miró con una disculpa escondida en sus ojos, yo negué con la cabeza y me encogí de hombros indicándole que no pasaba nada.

Me retiré cuando mamá intervenía de nuevo.

―¡Ya te he dicho mil veces que no me llames para esto! ¿Tanto te cuesta mantener una conversación en la que no aparezcan ellos? ¿Tanto te cuesta alejarte de mí?

Papá me esperaba en la cocina, repleta de cacharros y de desorden. Parecía totalmente ajeno a lo que estaba pasando a tan solo dos metros de él, pero realmente supe que, como a mí, ya le parecía algo absolutamente normal. Supongo que eso nos pasa a todos, las cosas malas siempre nos causan un respeto por el que nunca nos atrevemos a acercarnos, después, se repiten una y otra vez más hasta que lo malo deja de serlo, forma parte de tu vida diaria y se convierte en lo más normal del mundo hasta tal punto en que no puedes volver a retener en tu mente el momento en el que vivías sin esa carga ahora del presente. Las personas somos así y, tendemos a dejar de ser cabezotas para permitir entrar en nuestras rutinas momentos que sencillamente no deberían de estar.

El ruido del exprimidor de naranjas era lo que realmente mantenía a papá ajeno a todo el escándalo proveniente del salón, podría apostar mi estantería al completo por eso.

Cuando papá levantó la vista y me observó le vi sonreír desde el marco de la puerta y entonces comencé a acercarme. Las pequeñas arrugas se formaron alrededor de sus ojos y me indicaron que esa sonrisa deslumbrante y pacífica no era fingida, siempre me había gustado la manera tan indirecta que tiene para hacer sentirte mejor con un gesto tan insignificante.

―Buenos días, chica ―alcanzó a decirme cuando estaba lo suficientemente cerca de su posición para que el ruido del aparato no nos interrumpiese demasiado―. He hecho tostadas, sabía que no tardarías mucho en levantarte así que…

Le devolví el saludo y terminé de acercarme quedando frente al plato en el que se encontraba el pan tostado con mantequilla. No tardé mucho en coger una tostada y dirigirme hacia la entrada con un poco de prisa, no tenía muchas ganas de seguir escuchando. Papá me detuvo justo cuando me dispuse a salir de la cocina.



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En el texto hay: amor, amistad, baileymusica

Editado: 24.10.2023

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