Recapitulando los días, el sábado fue el desastre de la fiesta, el domingo inició su castigo y por primera vez en mucho tiempo ella desobedeció a sus padres, aunque técnicamente no fue así, porque ellos no especificaron; y hoy que es lunes ella regresa a clases.
Por largas horas estuvo analizando sus opciones, llegando a la conclusión de que lo mejor sería cambiarse de escuela o al menos esconderse hasta que todo sea olvidado. Pero ambas ideas terminaban en un rotundo no, porque huir de Soren, la escuela, sus amigos y Madison significaría que aún le importaba lo que pensaran de ella y aquello era lo opuesto que había intentado demostrar esa noche. Parte de mandar todo a la mierda también incluía mandar a la mierda a las inseguridades.
Así que se levantó de la cama, se puso aquellos pantalones negros que le llega la altura arriba del vientre, se fajo aquella camisa con el logo de la NASA que le quedaba holgada, saco de la caja esos tenis de tela que su padre le había comprado pero que nunca habían sido usados y sin maquillaje salió de su habitación. Nunca había tardado tan poco tiempo en arreglarse y olvidaba la última vez que se había sentido tan cómoda.
Al bajar las escaleras se hizo una coleta algo desaliñada, y corrió hacia el comedor donde sus hermanos estaban desayunando.
Lucas estaba comiendo tranquilo mientras revisaba su celular y por su parte los gemelos hablaban sin parar entre ellos.
Andrea y Roberto apenas eran dos años menores que Charlotte, ambos estaban en 8vo grado, tenían 14 años, eran sarcásticos, burlones, molestos e incontrolables, y aún con sus incontables peleas los dos estaban muy unidos al otro. Con honestidad, puede que Charlotte envidiara un poco aquella relación.
—Pero miren quien llego —dice Andrea con mofa, interrumpiendo la plática que tenían. Charlotte rueda los ojos, y toma asiento.
—¿La profesora madriza a quien le dará lección hoy? —agrega Roberto siguiéndole el juego a su hermana.
—Debería ser a la señora Taylor, escuché de mamá que está engañando a su esposo.
—Detenganse, ¿Que no tienen algo mejor que hacer? —pregunta Lucas sin quitar la vista de su teléfono.
—No/No —responden ambos con una gran sonrisa.
—Les dije ayer que no quería escucharlos molestar a su hermana… —dice su madre al entrar al comedor— ¿Y esa ropa?
—Quise intentar algo nuevo —responde Charlie mientras come su desayuno.
—¿Y de dónde la sacaste?
—Son algunas prendas de las que me regaló la tía Laura.
—No te maquillaste.
—No creí que fuera necesario.
—Charlotte —su mamá se acerca a ella—, yo entiendo que tu ruptura con Soren pudo ser difícil para ti, pero no puedes permitir que te afecte de esa manera, hija, eres una niña muy hermosa, ¿por qué no vas arriba y te vuelves a cambiar?
—Gracias —con disimulo quita la mano de su madre puso en su hombro—, pero me siento bien como estoy y no necesito volverme a cambiar.
—Carlos, dile algo —dice Marissa antes de que su esposo se le ocurriera salir del comedor tan rápido como había entrado.
—¿Ah? Si, querida… —mira a su hija mayor que le sonríe— Que lindo, la NASA.
—Ya ni para que te pido que hables… —Marisa se quiere golpear la frente, pero suelta un suspiro — Está bien, eres libre de experimentar toda esta fase, eres joven y aun espero que aprendas de esto, solo que ni se te ocurra perforarte la nariz o hacerte un tatuaje, que sigues viviendo en nuestra casa y vives bajo nuestras reglas —Charlotte asintió y el desayuno continuo sin que nadie dijera una palabra más.
Al cruzar por la puerta del instituto Charlotte comenzó a arrepentirse de haber venido, podía escuchar los murmullos que iban hacia ella y también sentía sobre su espalda las miradas "disimuladas" que en realidad eran muy directas.
Pero aún así, puso la frente en alto, camino hacia su casillero y comenzó a sacar los libros que necesitaba para las primeras clases, fue entonces que una persona se paró al lado de ella.
—Charlie…
Era Soren, que se había armado de valor para poder acercarse a ella. Por su parte, Charlotte procuro fingir no darle tanta importancia, pero se le fue imposible no mirarlo de reojo, ahí fue cuando notó que usaba lentes de sol, en lo personal le parecia ridiculo usar ese tipo de lentes sí se estaba bajo techo, pero Soren percatandose de su confusión bajo los lentes un poco y así notó que el ojo izquierdo tenía un hematoma bastante colorado.
—No recuerdo haberte golpeado a ti, Wang —dice mientras sacaba sus libros del casillero, tratando de no demostrar todo lo que sentía por dentro.
—No, ese fue tu hermano… —Charlie lo volvió a ver pero frunciendo las cejas— pero no importa, sé que lo merecía — ella asiente, aunque se le hacía sorprendente que Lucas fuera capaz de golpear a alguien—, intenté llamarte, pero no me contestabas.
—Me quitaron el celular, y aunque lo tuviera no te contestaría, es claro que no tenemos nada de qué hablar.
—Me quiero disculpar —dice de repente y ella cierra su casillero de golpe, cruza ambos brazos y lo encara.
—¿De qué, exactamente? ¿De haberme engañado? ¿De la manera en que me entere? ¿Ó de la persona con la que fue? Porque… ¿en serio Wang, con Madison?
—Yo no lo planee así —dice justificándose— créeme que lo último que deseaba era causarte tanto daño.
—¿Tú la quieres? —Charlotte pregunta mirándolo directamente, y al ver que él desvía la mirada hace una pregunta más específica—, ¿La quieres más de lo que me quieres a mi?
—No necesitamos hablar de esto… —dice Soren mientras se acaricia la nuca y se recarga en el casillero de al lado.
—Tienes razón —responde Charlotte—, porque con eso ya lo dijiste todo.
—Char…
—No, será mejor dejarlo así, tengo que ir a clase —y sin más que decir ella se va entre los pasillos y él por segunda ocasión no la detuvo.
Ambos mentirían si dijeran que su ruptura no les dolió. Puesto que fueron casi 3 años que los dos estuvieron juntos, compartieron experiencias, pensamientos, ideas, planes… en fin, además de ser novios, los dos eran amigos. Pero para Charlotte él había roto su confianza, y Soren lo último que deseaba era incomodar a su exnovia más de lo que ya la había llegado a traicionar.