Un hombre alto, moreno, con una armadura de cuero negro y una cicatriz en su cuello que le llegaba hasta la mejilla entro caminando despreocupadamente por el agujero donde debería estar nuestra puerta, con pasos firmes, examinaba los alrededores, le lanzo una mirada a mi estupefacto hermano que sostenía temblorosamente su espada antes de ignorarlo completamente y dirigir su mirada a nuestra asustada madre. Inmediatamente, me puse enfrente de Neferet y me concentré para poder reaccionar a cualquier ataque que pudiera hacer, pero por la presión que este sujeto emitía sabía que no podíamos ganar, centré mi visión en su esternón y pude distinguir el brillo de su corazón mágico, esta técnica para medir el poder mágico del enemigo me fue enseñada por Biel, pero solo funciona si el oponente está en la misma capa que la tuya o una inferior, si está en una capa superior, no serias capaz de ver su corazón mágico. Aunque el hombre aún estaba en la capa exterior, por la brecha entre nuestro poder mágico supe que se encontraba a punto de entrar a la capa superior.
—¡La encontré! — Grito el hombre inclinando su cuello hacia afuera de la puerta, llamando a alguien.
Aldous salió de su aturdimiento inicial y cargo hacia el hombre con su espada adelante en una estocada directa al atacante, reforzado con poder mágico su ataque fue un destello plateado, aun así, el hombre despreocupadamente saco una espada corta de su funda rápidamente y desvío la arremetida de mi hermano con una velocidad aterradora, chispas volaron por el choque del metal y la expresión asustada de mi hermano cambio a la de concentración, era la misma cara que usa en sus entrenamientos, Aldous siguió arremetiendo contra el hombre repetidas veces con precisión practicada, pero cada uno de sus ataques fue desviado o detenido con facilidad.
—¡Saca a mama de aquí! — Ordeno Aldous mientras impedía que el hombre se acercara a nosotros, su pequeño cuerpo no era nada comparado con el ladrón fornido que desviaba sus ataques con una expresión aburrida.
—¡No! ¡Yo puedo pelear, te ayudare! — Suplique y de inmediato busque una oportunidad para lanzar un hechizo.
Mi hermano estaba enfrente de nosotros cubriéndonos, lo que me impedía lanzar conjuros sin lastimar a Aldous, con la mano extendida vigilaba cualquier movimiento, pero no podía atacar, mi mente estaba nublada por el nerviosismo y mi brazo temblaba visiblemente, si atacaba en ese momento solo estorbaría, debido a esa vacilación mi respiración se agito y comencé a entrar en pánico.
Olor a madera quemada llegaba a mi nariz, veo débilmente a mi alrededor, humo negro flota en la atmosfera, parece que las llamas que volaron nuestra puerta han empezado a expandirse y quieren consumir nuestra casa, devuelvo mi visión y sigo observando la batalla, una sensación de malestar surge de mi estomago al no poder hacer nada para ayudar, si intento algo solo seré un estorbo, llegando a esta conclusión continúo mirando la pelea fijamente, hipnotizado y asustado. Al ver lo movimientos fluidos y practicados de ambos, mi experiencia en peleas callejeras no vale nada.
Aldous es tan genial. Pienso para mí, mientras veo a mi hermano dar todo de si para protegernos, aunque en lo profundo de mi mente hay un pensamiento sobre querer ayudar, rápidamente es opacado por los sentimientos de impotencia y vacilación.
El rostro de mi hermano esta arrugado por la concentración, sus ojos verdes agudos como los de un halcón buscan cualquier oportunidad para contraatacar, su cabello negro empapado por el sudor provocado por el calor de las llamas cada vez más voraces se mueve con cada estocada o corte que lanza, Aldous logra empujar al hombre fuera de la casa por el agujero de la puerta con una patada en su estómago ganando un poco de espacio, me lanza da una mirada furiosa e impaciente.
—¡Nate! — Rugió mientras tiene el ceño fruncido por el humo que dificulta la visión. —¡Nate! — Grita nuevamente, su voz impaciente solo logra ponerme más nervioso.
Viéndome perdido sin saber que hacer, su rostro pasa de enojado a severamente preocupado, despega su vista de mi y le habla a Neferet que esta rígida como una tabla mientras ve al agotado Aldous. —sácalo de aquí, les daré un par de minutos.
Mi madre lo ve con incredulidad y agita la cabeza en negación, pero al observar la mirada determinada de mi hermano asiente vacilante. Estoy con el brazo extendido inmóvil como una estatua, no puedo moverme debido al pánico, ahora mismo soy un niño pequeño que teme por su vida y la de sus seres queridos.
Mientras estoy viendo la puerta por donde el hombre fue lanzado con temor, una cálida sensación rosa mis manos, las manos de mi madre se envuelven amorosamente con las mías, dirijo mi vista a la derecha y me encuentro con su rostro, logro distinguir a mi madre en cuclillas frente a mí, tiene sus ojos húmedos y parece estar a punto de romper en llanto en cualquier momento, pero aun así mantiene una sonrisa amable en sus labios, la típica sonrisa que siempre tiene.
—Debemos irnos. —Responde abriendo mis dedos y tomando mi mano, al sentir su cálido toque, hablo torpemente.
—N-no, t-tenemos que ayudar a Aldous. —Viendo que el atacante acaba de volver, replico vacilante.
Mi madre tira de mi mano y me aleja de la pelea llevándome al otro lado de la casa en llamas, sin oponer mayor resistencia soy fácilmente llevado debido a mi indecisión, Aldous a propósito retrocede dándonos espacio para salir por la puerta principal, mientras atrae la atención hacia él, el hombre ahora está tomando un poco más enserio a Aldous, por lo que no se percata de nuestro intento de escapar, estaba siendo arrastrado por mi madre, a punto de dejar la casa, viendo sobre mi hombro, veo que Aldous me da una mirada y pronuncia unas palabras, aunque debido a que no fueron mas que un susurro no las escuche, pero por alguna razón, sabía que lo quería decir, “cuídala”.
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Editado: 27.10.2021