—Hay una puerta atrás, cuando vine estaba abierta, aún que pudo ser porque había alguien haciendo aseo.
—Vamos entonces, revisemos.
Ambos hombres rodearon el antiguo café y dieron con la puerta trasera, Óscar se acercó a la puerta sin esperanza alguna, tomó la manilla y ante su sorpresa ésta giró dócilmente, permitiendo que con un leve chirrido la puerta se abriese. Miró a Víctor y ante la afirmación de éste, ingresó al recinto caminando lentamente, se encontraban al parecer en la zona de la cocina y no podía ver a más de un metro de distancia pero a tientas, caminó hasta el otro lado de la habitación, donde tras cruzar otra puerta se encontró en el salón principal, el mismo que había observado desde la ventana pero desde acá se veía más tétrico aún, podía observar levemente las mesas, sillas y sillones, uno que otro bulto que no supo identificar y las espeluznantes telarañas que colgaban desde el techo.
—Henos aquí ¿Que deberíamos buscar ahora? —musitó, pero no hubo respuesta alguna, miró hacia atrás y Víctor ya no le seguía, sin darse cuenta había llegado al centro de la sala y al verse allí solo, se sintió completamente aterrado. De pronto un reloj comenzó a dar las las campanadas de medianoche sumiéndole aún más en el miedo. Las luces se encendieron repentinamente cegándole por completo, tardó unos segundos en recuperar la visión y lo que vio fue completamente inesperado.
—¡SORPRESA!— gritaron todos al unísono sus amigos, todos estaban ahí, incluidas Melanie y Gala, Víctor le miraba con una sonrisa. Las que parecían telarañas resultaron ser serpentinas y los bultos que no había podido descifrar de seguro eran todos tratando de ocultarse como podían, entre el tumulto una mujer avanzó hacia él, pero no era nada misteriosa, era su hermana Emma, tan comun como siempre y en sus manos llevaba un gran pastel que con velas numéricas ponía “32”. El canto no se hizo esperar y una vez apagadas las velas todos se apresuraron a abrazarle y felicitarle por su cumpleaños, Víctor le explicó que la nota había sido dejada por él, quien conociendo de su curiosidad, sabía le llamaría la atención y daría una excusa para traerle al lugar de la celebración.
—...Pero se te ocurrió venir al medio día como ponía la nota y casi descubres todo, suerte que solo estaba la tía de Gala y supo manejar el asunto para darte un susto y ahuyentarte —concluyó entre risas.
—Realmente me han engañado como a un niño— Comentó Óscar que aún estaba sorprendido por todo.
La celebración se extendió hasta altas horas de la madrugada y pese a que Óscar al principio estaba bastante anonadado por todo, pronto se soltó y disfruto al máximo su celebración.
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una carta intrigante, una chica misteriosa, misterio e intriga
Editado: 07.04.2019