La noche pasada

Capítulo 06

Al retirarse Jessie de nuestra vista, Klaus me asió de una mano y juntos salimos del camerino hacia un rumbo que yo desconocía. Su palma era tersa, le sentí algunas ampollas en los dedos y estos eran delgados. Le seguí el paso mordiéndome el labio inferior.

    —¿A dónde me llevas? —pregunté al chico con desconfianza.

    Comenzaba a creer que tal vez me había excedido en actuar tan impulsiva por quererle llevar la contraria a un extraño, yéndome de la mano con otro extraño más agradable. Mi voz interior me decía que no fue una decisión correcta, que bien podía llevarme a cualquier sitio del teatro o sacarme a la calle. A fin de cuentas ¿qué tanto conocía a ese tal Klaus?

    Pero él me dedicó una sonrisa amable mientras seguía tirando de mi mano entre un estrecho pasillo donde pronto nos vimos empujados por otras personas que iban y venían con mucha prisa. Era la logística, los encargados de que todo marchase bien en el concierto.

    —Tranquila, que no te voy a comer —carcajeó Klaus, como si hubiese podido leer mis pensamientos —. Es un lugar especial.

    —¿Hablas en serio?

     Enarqué una ceja, cuestionándome la "veracidad" de sus palabras.

    ¿Qué de especial tiene un teatro que apenas visita por primera vez y del que seguro no conoce ni media parte? Supongo que nada. Mi voz interna comenzó a resonar, diciéndome que no era momento de hacer preguntas absurdas, que lo mejor que podía hacer es dejarse llevar por la circunstancia y disfrutar del concierto.

     Seguí andado con Klaus entre un pasillo y otro hasta que, finalmente, dio vuelta hacia la izquierda donde había dos pequeños escalones que llevaban a un arco rectangular cuyo interior se veía oscuro y ruidoso. Oí pisadas que crujían como si el suelo de ese sitio fuera de madera, también oí voces, música, palmoteos, y de pronto, vislumbre luces que resplandecían en forma diferentes figuras apuntando a otra dirección.

     Klaus subió los escalones. Le seguí los pasos.

     —Es aquí —dijo.

    Parpadeé un par de veces sin poder dar crédito a lo que mis ojos miraban. Me encontraba tras bambalinas, a unos metros de distancia del alumbrado escenario y cerca de toda la acción que llevaban a cabo los técnicos de luz, sonido y logística para realizar un espectáculo perfecto.

    Había una pesada cortina de tela negra detrás de otra capa más gruesa y de color rojo. Klaus y yo nos situamos detrás de esta para ver cómo la logística se encargaba de revisar la posición de los instrumentos, en especial la batería, que se encontraba sobre un podio grande y el teclado, con dos aparatos que se asemejaban en forma colocados en el lado derecho. Al menos vi a tres personas verificando la dirección de las luces led, que giraban en dirección a las butacas para alumbrar el recinto, también había otra iluminación que apuntaba un lugar en específico, donde habrían de colocarse los músicos durante el concierto. Incluso miré como probaron las máquinas de humo que generaban un vapor denso y similar a la niebla que iba directo a las butacas, tan pequeñas a distancia.

     Nunca antes había estado sobre un escenario, detrás de la producción de un evento importante, y mucho menos de colada. Mis sentidos se agudizaron con la intención de grabar en cada segundo que veía, escucha, olía y tocaba. Todo era una mezcla de asombro, temor y descubrimiento. Me hubiese encantado poder mirar el escenario de frente, para encontrarle forma a las decoraciones que colgaban sobre los lados laterales del escenario; Klaus dijo que eran pancartas con el logo de banda que cubrirían parte de las cortinas.

     —Y en los palcos laterales van a proyectarnos —continuó —. Por eso al fondo están los encargados de cámara. Cuando hicimos el recorrido hoy por la mañana, nos dijeron que el escenario es de estilo italiano.

     —¿Lo es? —desconocía ese dato, y era mi primera vez en el teatro Moliere.

     —Que sea de ese estilo no sé. Solo he ido en dos ocasiones a Italia, y no exactamente a tocar con el grupo. Me temo que no soy gran conocedor de la arquitectura, así que vamos a darles el beneficio a los constructores de este lugar —sonrió.

     Justo cuando comenzaba a sentir apremio por la desenvoltura de Klaus, un hombre que estaba sentado en la tercera fila de butacas avanzó hacia el frente del escenario y le llamó haciendo una seña con la mano derecha. Di una mirada rápida a la elegante vestimenta de aquel sujeto: traje oscuro, brillante y cabello peinado hacia atrás. Bastante mayor para ser miembro de la banda y muy pulcro a comparación del resto de los trabajadores.




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