Esta situación era algo familiar.
Era similar a cuando Sergei Ivanov me había apartado de Leander ese día cuando todo parecía estar bien. Ahora la situación se repetía. Nuevamente había sido raptada el día de mi boda, como si hubiese sido condenada a ello.
Esta vez no había nadie a mi lado, aunque la seguridad de que alguien vendría por mi estaba latente en mi pecho. Leander vendría. Él lo haría. Pero a pesar de saber ello el miedo seguía presente en mí, por aquella oscuridad en la que estaba rodeada y de la cual yo era presa. Había una venda negra en mis ojos y ésta no dejaba que entrara ni un rayo de luz; pero aunque no la tuviera, tenía la sensación de que aún así todo estaría a oscuras a mi alrededor.
Una vez que estuve completamente consciente de la situación en la que me encontraba, entonces me removí con fuerza en la silla, tratando de hacer un intento desesperado por tratar de quitarme las cuerdas que ataban mis manos, pero nada de eso era necesario, ya que ante el primer arranque desesperado de mi cuerpo contra las cuerdas, éstas se resbalaron de mis manos como si el nudo que habían utilizado en ellas no fueron hechas con demasiada fuerza. Simplemente se desbarataron fácilmente, logrando que estuviera libre de ellas al instante.
Era extraño, pero en situaciones como estas no me iba a detener a pensar en ello, lo único que podía pensar era en lograr escapar de donde sea que estuviera lo mas pronto posible. Me apresure a quitarme la venda de los ojos, esperando un par de segundos a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad del lugar.
Una vez que pude vislumbrar bien todo a mi alrededor, pude ver que definitivamente todo estaba a oscuras, era un tipo de almacén ya que había muchas cajas de carga al rededor y había solo un foco en medio del techo, iluminando el lugar con una luz amarillenta, casi escasa, que no podía hacer llegar su luz a todos los rincones del almacén, dejando unas partes a oscuras, de donde un hombre salió, como si hubiese emergido de la oscuridad y hubiese decidido salir a la luz.
El hombre llevaba una mascara blanca sin rostro, con dos agujeros oscuros donde estaban sus ojos y en su brazo izquierdo descubierto; estaba un tatuaje de una manzana con una serpiente negra a su alrededor.
No me atreví a preguntar quien era. Solo me dedique a observarlo, reteniendo mi respiración como si el aire hubiese sido cortado por su simple presencia, pero no era su presencia lo que me atormentaba, si no el tatuaje que llevaba en su brazo. Era el mismo símbolo de las notas que nos habían estado llegando.
Él se acercó a mi con pasos lentos. Mientras mas se acercaba, mas claro se hacía el susurro de su risa debajo de aquella máscara.
– Felicitaciones a la novia – dijo con voz ronca, engreída y burlona; mientras que ladeaba su cabeza en un gesto socarrón, vanagloriándose de su posición.
– Realmente el jefe se lucio con aquella frase. Es.. como debería decirlo – colocó su mano en su mentón como si estuviera pensando en una palabra – .. demasiado aburrida.
No podía verlo debido a la máscara, pero estaba segura de que estaba sonriendo. Podía asegurarlo por el tono juguetón en su voz.
– ¿Te comió la lengua el ratón, corderito? – dijo la última frase con un tono mas burlesco que el que había estado utilizando en toda la conversación.
Trague saliva con dificultad. Mirando con nerviosismo todo a mi alrededor, buscando algo con el cual defenderme o un lugar por donde huir, pero comparado al centro del lugar, todas las esquinas estaban totalmente a oscuras, no podía ver nada con claridad mas que las cajas.
– Sabes.. – comenzó a decir. Estaba mas cerca y esa máscara blanca era realmente intimidante de cerca – creo que si hubieras puesto a trabajar tu cerebro hace unos días, tal y como lo estas haciendo ahora, tal vez no estarías en esta situación.
– ¿A qué te refieres? – pregunté finalmente. Agradeciendo interiormente a que no haya tartamudeado en el intento.
– Me refiero a la vez que llevaste a Agnes con Sergei Ivanov. Realmente fuiste ingenua al ir ahí sin ninguna precaución. Simplemente fuiste ahí, pasándote entre las cámaras de seguridad sin importarte quien te estaba vigilando. Realmente fuiste atrapada rápidamente por ello y esa es la razón por la que hoy estas aquí.
– ¿Qué.. qué es lo que quieren conmigo?
Él hombre de la máscara retrocedió unos pasos lejos de mi. Se apartó lentamente con la mirada puesta en la mía y se sentó en una de las cajas de carga frente a mi.
– El secreto que guardas. Digamos que mi jefe esta algo obsesionado con las leyes y los Ivanov, así que solo necesitamos una prueba de que sus sospechas son ciertas y todo esto no tiene porque involucrarte mas. Es simple Yelen, solo dinos lo que sabes y podrás irte sin salir herida, aunque yo prefiero la tortura mas que una simple conversación diplomática.
Su risa hizo eco por todos los rincones del almacén y después de ella no hubo mas que un silencio escalofriante.
Ya sabía que esto pasaría. Sabía que esto tendría que pasar tarde o temprano. Lo supe desde el momento en el que acepte a estar con Leander, supe que nada iba a ser fácil. Que los problemas apenas vendrían y que unos iban a ser mas difíciles de sobrepasar que otros, pero no iba a retroceder, porque si no era él, entonces yo no podría volver a ponerme un vestido de novia.
– ¿Y si no lo hago? – inquirí retadora, optando una postura mas desafiante aunque estuviera temblando por dentro.
– Entonces nunca podrás salir de este almacén. Puedes simplemente decirme lo que sabes y luego irte de una manera tranquila, seguir con tu boda tal vez, y olvidarte de lo que sucederá mañana. Míralo como un intercambio. Tu ansiada boda, por el secreto de los Ivanov.
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Editado: 14.02.2022