Lo primero que logre escuchar al llegar a casa fueron los gritos de Zev y los objetos que éste arrojaba al piso, creando un estruendo de alborotos que podía escucharse incluso fuera de casa.
Mientras caminaba hacia la entrada, pude ver algunas personas curiosas asomarse por la ventana de sus casas, todos tenían curiosidad de saber lo que estaba pasando, y si Zev perdía aún mas el control, su curiosidad sería cesada.
– Asegurate que nadie escuche ni un solo murmullo que salga de esta casa – ordene a ambos guardias que me recibieron en la entrada. Los dos asintieron a la orden y se dirigieron a cumplir la.
Cuando entre a la casa, pude verificar mis sospechas.
Zev se había enterado de todo.
Agnes lloraba sin consuelo en el piso de la habitación, mientras que Sergei trataba de controlar a un furioso Zev, quien sostenía una nota en sus manos, con aquella característico símbolo que les pertenecía a ellos, los responsables de todo este desastre.
– Zev, hijo, trata de controlarte, vamos a decírtelo todo, solo dejanos hablar – suplicó Sergei deteniéndolo del brazo para evitar que vuelva a tirar alguna cosa mas.
– ¿De quién crees que es la culpa de estos ataques de ira? Dime, papá, ¿de quién es?
Me quede parado en mi lugar, sin seguir mi caminar hacia mi hermano, solo me mantuve atento a la discusión frente a mí. Ninguno de los presentes se había dado cuenta de mi presencia, y yo preferí que así fuera por ahora. Decidí no hablar, solo escucharlos hacerlo.
Sergei no contestó a la pregunta de Zev, se mantuvo en silencio, con una mirada afligida que no había visto antes en él.
– Fue de Yura Ivanov, de tu padre. Gracias a él me convertí en esto que soy ahora, porque me concedió un paso directo al infierno y ustedes lo permitieron, ahora tengo en claro el porque fue así, porque no soy su hijo, porque no hay ni siquiera una gota de tu sangre en mis venas, es por eso que dejaste que él me criara como quisiera y ninguno de los dos se atrevió a estar en su contra.
La voz de Zev se quebró al final, sintiéndose traicionado. Él era el único de nosotros que siempre quiso a Agnes como su madre, por lo tanto entendía su resentimiento, entendía su enojo, pero este no era el momento para sentimentalismos, no cuando cualquiera puede estar escuchando. Lo único que me importa, es que Zev se mantenga a salvo.
– Hermano – susurré para llamar su atención. Zev se volteo a verme, sus ojos azules brillaban por las lágrimas que escondía y que no dejaría que ninguna de ellas cayera, porque su orgullo siempre era mas grande que su tristeza.
– Hablemos en otro lugar, Zev.
Él negó con su cabeza, tratando de tranquilizarse, inhalando aire y llenando sus pulmones de ello para poder encontrar algo de paciencia en su interior.
– Mira esto – dijo arrojándome la nota que sostenía con fuerza en su puño, logrando que la hoja se arrugara, pero aún así las letras podían ser leídas con facilidad.
En ella estaba escrito lo que ya sabía. Solo un Ivanov pude dirigir a un Ivanov, y junto con ello una hoja que Zev había sacado de su bolsillo de su pantalón, la cual contenía los análisis clínicos de Zev, donde estaba adjunta una prueba de ADN que revelaba la verdad que no hace mucho había jurado proteger.
– Ya lo sabías – dijo con un hilo de voz, comprendiendo mi silencio ante la situación. No pude negar lo, porque era cierto, ya lo sabía, y había decidido ocultarlo por el resto de mi vida, pero al parecer ese no era el plan de nuestro enemigo, porque Zev ya se entero de la verdad y esperaba que esa misma nota que él recibió, no fuese enviada al mismo tiempo a todos los Ivanov de la familia.
– Lo siento – me disculpe. Su mirada se oscureció, se sujeto la cabeza con enojo y se agacho en el suelo, sus manos descendieron a su rostro, pasando ambas manos en el mismo lugar con frustración, hasta que finalmente se levantó y se dirigió hacia la puerta con la intención de irse.
– No lo dejes solo, Leander – suplico Agnes entre lágrimas al verlo cerrar la puerta con fuerza.
– Dijeron que se encargarían de esto. Dijiste que ya estabas por solucionarlo – dije dirigiéndome a Sergei. – ¿Entonces porque una de esas malditas notas llego a manos de mi hermano?
Sergei no me miró a la cara, miraba al piso con furia retenida, estaba tan molesto como lo estaba yo, pero su ira no me importaba, su sufrimiento ni siquiera lograba conmoverme, ellos habían sido los culpables que nuestras vidas fueran un desastre y de volvernos tan miserables como ellos quisieran, no iba a tenerles tanta compasión como Zev la tenía con ellos.
– Me confíe, creí que ellos jamás le dirían.
– ¿Sabes quienes son, no es así?
En sus ojos se reflejo la sorpresa por unos cuantos segundos, hasta que volvió a colocar su rostro indiferente.
– Lo se, pero no creí que fuera capaz de hacerlo, estaba dispuesto a convencer a Zev de dejar el puesto y entregárselo a Garald, ese era el trato, pero al parecer no es suficiente.
– ¿Garald? – pregunté con incredulidad – ¿Quieres decir que Frederick Ivanov esta detrás de todo esto?
– Esta involucrado con ellos, pero nunca creí que sería capaz de hacer algo así, aunque al parecer su resentimiento hacia mí lo llevo hacia los extremos.
Sergei tomo a Agnes del brazo, levantándola del suelo y sosteniéndola en sus brazos, ella se encontraba destrozada, las lágrimas seguían cayendo sin parar de su rostro y sus lamentos podían escucharse a través de toda la casa.
– Entonces las cosas son mas fáciles. Mantente alejado de esto, yo voy a encargarme – dije con seguridad. Si Sergei no podía enfrentarse a su hermano, entonces yo si podía hacerlo por el mío.
Camine con pasos apresurados, siguiendo las huellas de los zapatos de Zev por la nieve. No había ido muy lejos, podía saberlo ya que las huellas habían desaparecido frente a su camioneta, él estaba dentro. Me acerqué hacia la puerta del conductor y jale de la manija que por fortuna se encontraba sin seguro, así que tome asiento a su lado cerrando la puerta en el proceso. Es como si él hubiese estado esperándome.
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Editado: 14.02.2022