– ¿Porqué está esto en su puerta?
La pregunta era demasiado sencilla para responder, era una pregunta que cualquiera en una situación cotidiana haría y que tendría una respuesta muy simple, pero en estas circunstancias eso no podría ser respondido de manera sencilla.
Zev Ivanov sintió el sudor resbalar por su frente al ver a Margo Ivanov parada en el porche de la puerta con una de las características notas en sus manos. Una de aquellas notas que se había encargado de desmoronar toda aquella realidad en él que había creído profundamente. Se había mentido así mismo pensando que era parte de una familia, cuando ningún lazo de sangre lo unía con las personas a su alrededor, ese lazo no existía, ni siquiera había una gota de sangre Ivanov en su interior, y a pesar de que sus hermanos dijeran que no era de importancia, a él si le importaba, ya que había crecido con las enseñas de su abuelo, aquel que le había inculcado el orgullo hacia su familia, el honor de ser un Ivanov.
El sentirse orgulloso de pertenecer a los Ivanov era algo que podía sentirlo en sus venas, a pesar de que su sangre fuera tan diferente a la de ellos.
– Zev, acabo de hacerte una pregunta. Este sello lo reconocería aún si me quedará ciega. Dime, ¿qué conexión tienen ustedes con ellos como para que hallá una nota con su símbolo en su puerta?
El estaba por contestar con una mentira mal ensayada, pero por fortuna Leander y Yelen habían regresado en el momento perfecto.
Hace unas horas los había escuchado discutir entre ellos, para después salir con destino a quien sabe donde, estaba dispuesto a preguntar por lo que escondían ahora, pero eso ahora ya no era de gran importancia. Margo Ivanov lo miraba con una ceja alzada, esperando una respuesta inmediata a lo que él se estaba tardando a dársela.
Les hizo una seña con sus ojos a su hermano, él cual entendió la situación al ver la pequeña hoja blanca en la mano de su tía.
– ¿Qué es lo que dice tía? ¿Qué podemos tener nosotros con ellos? No habíamos visto una nota como esa antes, ni siquiera sabemos que hace aquí – fingió ignorancia y al parecer funciono. Margo Ivanov era una mujer lista, pero no tanto como para desconfiar de su familia.
– Esos desterrados son una pesadilla, incluso les han enviado una advertencia, condenados hijos de puta, Sergei debería de ponerles un alto lo antes posible.
Extendió la nota hacia Leander, quien se apresuró a tomarla después de que su tía lo hubo inspeccionado. Por fortuna no decía más que una simple advertencia: No deben jugar con serpientes, porque el veneno es peligroso hasta para los leopardos, seguido por una dirección escrita en letras pequeñas.
– Venga, hay que irnos de una vez, averigüemos que es lo que esos bastardos quieren. Debes cuidar bien de tu casa Leander, de alguna forma ellos saben que todos ustedes estaban reunidos aquí.
Leander formó una mueca con sus labios mirando con claro resentimiento a Mihail, quien se encontraba parado en la puerta, como todos los días, escuchando nuestra conversación con suma atención, sin pasar por desapercibido la mirada que Leander le había dedicó.
– Iremos nosotros tía, no se preocupe. Como usted dice, debemos de cuidar nuestra casa, así que nada es mejor que usted se quede mientras nosotros vamos, nuestro padre nos acompañará, solo es cuestión de llamarle.
Margo le sonrió, satisfecha con la respuesta que Leander le había dado. Él había dicho las palabras correctas, solo hacía falta mencionar a Sergei para que Margo Ivanov aceptara sin rechistar.
– Me alegra que finalmente hayan hecho las pases con su padre. Ya no los retengo más, vayan a ver que es lo que esos tipos buscan y tengan cuidado.
Nos despedimos de ella con un gesto de mano mientras subíamos a la camioneta de Zev.
– Que tengan un buen viaje – susurró Mihail antes de que yo subiera al auto. Su voz resonaba en mi cabeza y realmente desconfiaba de esto. Esa dirección podría llevarnos a un camino sin retorno y ponernos en riesgo a todos.
No había duda de que ellos estaban un paso adelante de nosotros, pero si no nos arriesgamos, entonces nunca podremos ganar contra ellos.
Cerré la puerta de la camioneta, viendo su reflejo a través de la ventana hasta que la subí completamente dejando que los vidrios polarizados le impidieran verme.
-¿Qué fue lo que pasó está mañana? Me quedé pensando en el porqué mi pareja favorita estaba discutiendo tan temprano.
Zev encendió el auto comenzando a conducir, dejando la casa a nuestras espaldas.
Un atisbo de preocupación surcó en mi pecho. Yerik y Lukyan estaban ahí, solos, con Mihail en casa. El hecho de que la tía Margo también estuviera presente, me aliviaba, pero no lo suficiente para que mi preocupación desapareciera por completo.
- Tenemos a un bastardo en nuestra casa - contestó Leander con molestia, aún seguía molestándose con la simple mención de Mihail.
Comenzó a contarle todo a Zev, quien debes en cuando me lanzaba una mirada por el espejo retrovisor, era una mirada angustiosa, entrelazada con un cariño familiar. Zev se preocupaba por mí, tal y como yo me preocupaba por ellos.
- ¿Realmente iremos a donde ellos nos dijeron? - pregunté al ver qué Zev revisaba de vez en cuando la dirección anotada en la nota.
- ¿Porque no deberíamos hacerlo?
- Porque pareciera ser una trampa - respondí lo obvio. Leander sacudió su cabeza de un lado a otro en un gesto de negación.
- No creo que sea una trampa. Ellos están jugando con nosotros Yelen, quieren llevarnos hacia alguien o algo, es mejor si comprendemos lo que ellos quieren para tratar de saber su siguiente paso.
Asentí, no tan convencida con el asunto. Ellos eran peligrosos, nada nos garantizaba que sus estrategias no lo fueran.
El camino fue demasiado rápido, el lugar al que nos habían citado al parecer era a las afueras de Moscú, en un pequeño pueblo que se encontraba a los alrededores. No pude ver el nombre del pueblo, ya que me distraje en el momento justo en el que habíamos pasado cerca de la señal que tenía su nombre.
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Editado: 14.02.2022